ATAQUES CON ARMAS QUÍMICAS CONTRA NIÑOS Y BEBÉS: LOS HORRORES DE DARFUR NO HAN CESADO, EL MUNDO HA DEJADO DE MIRAR

A displaced family living in a cave in Kurchi locality, Southern Kordofan, Sudan, August 2011.

Salil Shetty es secretario general de Amnistía Internacional

Son imágenes que revuelven el estómago: bebés y niños y niñas de corta edad, con sus pequeñas extremidades cubiertas de ampollas y lesiones, y el rostro crispado por el dolor. Nos consta que varios de ellos murieron poco después de ser fotografiados.

Amnistía Internacional supo de la existencia de estas espeluznantes imágenes durante una investigación de ocho meses llevada a cabo por la organización en una de las zonas más aisladas del mundo: Jebel Marra, en la región sudanesa de Darfur.

La investigación, para la cual se analizaron exhaustivamente imágenes de satélite y se entrevistó en profundidad a más de 200 testigos, revela un panorama alarmante. Las fuerzas armadas de Sudán han lanzado ataques generalizados contra cientos de aldeas, cometiendo crímenes de guerra y graves abusos de derechos humanos, entre ellas bombardeos, homicidios, violaciones y uso de tácticas de “tierra arrasada”.

También hemos hallado indicios sustanciales —incluidas las fotografías— del uso de armas químicas para matar y mutilar a civiles, entre ellos niños y niñas.

Amnistía Internacional no ha tomado la decisión de publicar estas estremecedoras fotografías a la ligera, sino porque creemos que los atroces crímenes de guerra que se están cometiendo en Darfur exigen una acción coordinada por parte de la comunidad internacional.

Darfur, otrora una “causa estandarte” para muchos en occidente, parece haber desaparecido de la agenda mundial en los últimos años. El hecho de que esté bajo la vigilancia de una de las fuerzas de mantenimiento de la paz más grandes del mundo, y de que el presidente de Sudán, Omar al Bashir, haya proclamado este mes que la paz ha vuelto a la atribulada región, hace que los hallazgos de Amnistía resulten especialmente descorazonadores.

Al fin y al cabo, los crímenes de guerra que nos ocupan son del mismo tipo que los que hicieron que Darfur saltara a la palestra mundial en 2004. Pero han pasado 13 años desde entonces, y los ataques que hemos documentado sucedieron entre enero y septiembre de 2016. El más reciente se produjo el 9 de septiembre de 2016, hace sólo unas semanas, y apenas un día después de la arrogante proclama de Al Bashir.

La confirmación del uso de armas químicas supondría un nuevo nivel de barbarie en este conflicto y el recrudecimiento de los padecimientos del pueblo darfurí.

Es difícil exagerar lo crueles que son los efectos de estos productos químicos cuando entran en contacto con el cuerpo humano, y los niños pequeños son extremadamente susceptibles a ellos.

Una mujer contaba que su bebé seguía enfermo unos seis meses después de verse expuesto a lo que describía como “aire envenenado”:

“Mi bebé no se ha recuperado […] está hinchado […] tiene ampollas y heridas. […] [Los médicos] dijeron que se pondría mejor si bebía leche [materna] […] pero no está funcionando.”

Hace décadas que las armas químicas se prohibieron a nivel internacional, en reconocimiento de que el grado de sufrimiento que causan nunca es justificable. Los indicios creíbles de que el gobierno de Sudán las está usando repetidamente no se pueden pasar por alto.

Hace más de diez años, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de detención contra el presidente Al Bashir por tres cargos de genocidio, cinco de crímenes de lesa humanidad y dos de crímenes de guerra. Y sin embargo, desde entonces el presidente ha ganado dos elecciones y ha viajado con regularidad a Kenia, Nigeria y Sudáfrica, entre otros países. Como signatarios del Estatuto de Roma, en virtud del cual se creó la CPI, estos países tenían la obligación de detener a Al Bashir a su llegada. Ninguno la cumplió.

No se ha tomado absolutamente ninguna medida efectiva para proteger a la población civil de Darfur, pese a encontrarse bajo la vigilancia de una operación híbrida de mantenimiento de la paz de la Unión Africana y las Naciones Unidas (UNAMID). Conversaciones y acuerdos de paz no han aportado seguridad ni alivio a los habitantes de Darfur.

La respuesta de la comunidad internacional en estos últimos diez años ha sido totalmente deplorable y, ante una reacción tan ineficaz, no es ninguna sorpresa que la arrogancia del presidente Al Bashir haya ido en aumento.

Ante estas nuevas e impactantes pruebas, y en vísperas de la reunión en Nueva York del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, instamos a sus integrantes a tomar más medidas para proteger a los niños, niñas, hombres y mujeres de Darfur.

Con este fin, pueden presionar políticamente al gobierno de Sudán para asegurar que la UNAMID, así como las organizaciones humanitarias, pueden acceder a regiones de Darfur como Jebel Marra, donde parecen estar produciéndose los peores abusos. Son necesarias más bases de mantenimiento de la paz, y éstas deben tener la capacidad de patrullar de forma proactiva estas zonas remotas.

También es necesaria una investigación urgente sobre el uso de armas químicas en Jebel Marra y, si se hallan pruebas suficientes, debe procesarse a continuación a todos los presuntos responsables penales.

El presidente Bashir debe comprender que cometer crímenes de derecho internacional tiene consecuencias. Trece años de violencia catastrófica y repetidas violaciones de derechos humanos son suficientes. Es hora de que el mundo ponga una vez más la vista en Darfur y pase a la acción.