DEBEN INVESTIGARSE LOS INFORMES QUE INDICAN QUE LAS FUERZAS IRAQUÍES TORTURARON Y MATARON “A SANGRE FRÍA” A RESIDENTES CERCA DE MOSUL

fuerzasiraquiesenmosulLas autoridades iraquíes deben investigar urgentemente la información que indica que unos combatientes que vestían uniformes de la Policía Federal iraquí torturaron y ejecutaron extrajudicialmente a residentes de los pueblos que habían capturado al sur de Mosul. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional.

El equipo de investigación de la organización visitó varios pueblos de los subdistritos de Al Shura y Al Qayyara, en la gobernación de Ninewa, en el suroeste y el sur de Mosul, y recopilaron indicios de que a finales de octubre se había ejecutado extrajudicialmente hasta a seis personas, al parecer porque se sospechaba que estaban vinculadas con el grupo armado autodenominado Estado Islámico.

“Unos hombres vestidos con uniformes de la Policía Federal han cometido múltiples homicidios ilegítimos: han capturado y después matado deliberadamente a sangre fría a residentes de pueblos del sur de Mosul. En algunos casos, a los residentes los torturaron antes de matarlos de un tiro, al estilo de una ejecución”, ha manifestado Lynn Maalouf, directora adjunta de Investigación de la Oficina Regional de Amnistía Internacional en Beirut.

“El homicidio deliberado de cautivos y otras personas indefensas está prohibido por el derecho internacional humanitario, y constituye un crimen de guerra. Es crucial que las autoridades iraquíes lleven a cabo investigaciones inmediatas, exhaustivas, imparciales e independientes sobre estos delitos de derecho internacional, y hagan comparecer a los responsables ante la justicia. Sin unas medidas efectivas para reprimir y castigar los abusos graves, existe un riesgo real de que este tipo de crímenes de guerra se repita en otros pueblos y ciudades iraquíes durante la ofensiva de Mosul.”

Los homicidios tuvieron lugar ante el telón de fondo de los enfrentamientos armados entre el autodenominado Estado Islámico y las fuerzas iraquíes en el subdistrito de Al Shura el 21 de octubre. Puesto que la zona ha quedado en gran parte despoblada, y las fuerzas iraquíes sufrieron al menos una baja esa mañana, parece que dichas fuerzas iraquíes presumían que sólo quedaban en ella combatientes del Estado Islámico.

Además de que inicien una investigación, Amnistía Internacional pide a las autoridades iraquíes que garanticen que los testigos de estos delitos y sus familias gozan de protección frente a cualquier ataque por venganza o acto de intimidación.

Se cree que en los pueblos, mientras tenían lugar la tortura y las ejecuciones extrajudiciales, estuvieron presentes, o pasaron por allí, varias fuerzas iraquíes que participan en el conflicto contra el autodenominado Estado Islámico, entre ellas unidades del ejército, combatientes de dos milicias locales de movilización tribal y agentes de la policía federal y local. Hay información que sugiere que un alto mando de las “Operaciones para liberar Ninewa” podía haber estado por las cercanías en aquellos momentos.

Según la información obtenida por Amnistía Internacional, la mañana del 21 de octubre una decena de hombres y un muchacho de 16 años, en su mayoría de los pueblos de Na’na’a y Al Raseef, fueron sometidos a tortura y otros malos tratos después de entregarse voluntariamente a un reducido grupo de hombres que vestían uniformes de la Policía Federal, en una zona conocida como Nus Tal. Al entregarse, agitaban una bandera blanca y se habían levantado las camisas para mostrar que no llevaban cinturones explosivos y no constituían una amenaza.

Poco después llegaron refuerzos, y a los hombres los llevaron a pie a una zona desértica, a aproximadamente un kilómetro de distancia de la localidad de Al Qayyarah y el subdistrito de Al Shura, identificable por una caravana estropeada. Unos combatientes vestidos con uniformes de la Policía Federal golpearon a los miembros del grupo con cables y las culatas de los rifles, les dieron puñetazos y patadas, y les tiraron de la barba. A uno de ellos, incluso le prendieron fuego a la barba.

Luego los obligaron a tumbarse boca abajo y dispararon entre sus piernas mientras los insultaban, en muchos casos con lenguaje sectario, y los acusaban de ser miembros del “Daesh” (acrónimo árabe del autodenominado Estado Islámico).

A Ahmed Mahmoud Dakhil y a Rashid Ali Khalaf, del pueblo de Na’na’a, así como a un tercer hombre del pueblo de Tulul Nasser, los separaron del resto del grupo. A continuación, unos hombres vestidos con uniformes de la Policía Federal les propinaron una paliza especialmente brutal antes de matarlos a tiros. Sus cadáveres en descomposición se encontraron en la misma zona unos cinco días después. Rashid Ali Khalaf estaba decapitado.

A Hussein Ahmed Hussein, otro residente de Al Raseef, se le vio con vida por última vez el 21 de octubre. Iba esposado y conducido, cerca de la caravana, por un grupo de hombres vestidos con uniformes de la Policía Federal que le habían golpeado con las culatas de los rifles, le habían dado puñetazos y lo habían insultado. Su cadáver se descubrió en las cercanías una semana después.

Los combatientes del autodenominado Estado Islámico, en su retirada, obligaron a trasladarse a cientos de mujeres, niños, niñas y ancianos de los pueblos de Na’na’a y Al Raseef hacia Hamam Alil, en un aparente intento de utilizarlos como escudos humanos. El 19 de octubre, los combatientes del Estado Islámico utilizaron los altavoces de las mezquitas locales para ordenar a los residentes de los pueblos que abandonaran sus casas. Sin embargo, al parecer, algunos hombres más jóvenes consiguieron quedarse atrás, ocultos en edificios abandonados o a medio construir.

Hussein Dakhil fue uno de los pocos que desafió las órdenes del Estado Islámico. Dos días después, el 21 de octubre, cuando las fuerzas gubernamentales llegaron al pueblo, hallaron su cadáver con dos heridas de bala, en el pecho y la barbilla, cerca de la salida de una casa próxima al edificio de la Empresa de Azufre Mishraq en el subdistrito de Shura, que los combatientes habían incendiado antes de abandonar el pueblo. Tenía los ojos vendados y el torso al descubierto, lo que sugiere que había sido detenido antes de ser ejecutado extrajudicialmente.

Ese mismo día, otro hombre, Bashar Hamadi, fue también aparentemente abatido a tiros cuando corría hacia unas fuerzas entre las que había hombres vestidos con uniformes de la Policía Federal, mientras se levantaba la ropa para mostrar que no llevaba explosivos. Según la información recibida por Amnistía Internacional, le dispararon a unos 50 metros de distancia y lo dejaron allí tendido. Su cadáver se descubrió aproximadamente una semana después.

Todos los fallecidos fueron enterrados sin practicarles autopsia tras descubrirse sus cadáveres.

“Cuando empezó la operación militar de Mosul, el primer ministro Haider al Abadi dejó claro que no se tolerarían los abusos por parte de las fuerzas armadas iraquíes y sus aliados. Es la hora de que demuestre que hablaba en serio”, ha manifestado Lynn Maalouf.

“Las autoridades iraquíes deben investigar inmediatamente estos alarmantes informes sobre ejecución extrajudicial y tortura. Deben apartar del servicio activo a todas las personas de las que se sospeche que han cometido crímenes de guerra y otras violaciones graves de derechos humanos, en espera del resultado de las investigaciones judiciales.”

Información complementaria

Esta no es la primera vez que Amnistía Internacional documenta ejecuciones extrajudiciales a manos de hombres vestidos con el uniforme de la Policía Federal iraquí. El 27 de mayo de 2016, durante las operaciones para recuperar Faluya y sus alrededores, al menos 16 hombres y muchachos de la tribu Jumaili fueron muertos a tiros cerca de Sijir tras haberse entregado a combatientes, algunos de los cuales vestían uniformes de la Policía Federal.

La Policía Federal forma parte del Ministerio del Interior, y ha participado en operaciones de contrainsurgencia.