LA DUDOSA OPORTUNIDAD PARA UN DEBATE SERIO SOBRE DERECHOS HUMANOS EN CUBA

Ladies in White (Damas de Blanco) marching in Havana, Cuba, 23 May 2010.

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Casi un mes después de que el Papa Francisco finalizase su visita histórica a Cuba, todas las esperanzas de que las autoridades aflojaran el control sobre la libertad de expresión en el país se está desvaneciendo tan rápido como los cánticos que le dieron la bienvenida.

Al inicio de su gira, el Papa Francisco dijo que Cuba tenía la ocasión de “abrirse al mundo”. Instó a la juventud del país a abrir la mente y el corazón, y a estar dispuesta a entablar el diálogo con quienes “piensan de forma diferente”.

La población cubana escuchó, pero no así el gobierno.

En lugar de eso, las autoridades cubanas siguieron impidiendo que activistas de derechos humanos expresasen sus opiniones disidentes.

Según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, una organización independiente, en 2014 hubo una media de 741 detenciones arbitrarias mensuales.

Durante el pasado mes septiembre, mes de la visita del Papa, incluso se superó esta cantidad, con un registro de 882 detenciones arbitrarias.

Zaqueo Báez Guerrero, Ismael Bonet Reñé y María Josefa Acón Sardiñas, pertenecientes al grupo disidente Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) son tres de las personas activistas arrestadas. Fueron detenidas el 20 de septiembre por atravesar una línea de seguridad en La Habana cuando intentaban hablar con el Papa, y están recluidas en la cárcel desde entonces.

Se cree que han sido acusadas de desacato, resistencia, atentado contra un funcionario estatal y desorden público. De ser declaradas culpables, podrían ser condenadas a penas de cárcel de entre tres y ocho años.

La represión parece haberse intensificado desde que el Papa se marchó del país.

El domingo 11 de octubre, cientos de activistas de derechos humanos y disidentes, entre ellos algunas personas miembro de la Unión Patriótica de Cuba y de la asociación Damas de Blanco fueron arrestados y detenidos arbitrariamente cuando se dirigían a las protestas pacíficas que se habían organizado por todo el país para pedir la liberación de activistas y presos de conciencia.

La Unión Patriótica de Cuba es una de las organización que ha sufrido un mayor número de detenciones.

Un activista me contó recientemente cómo 40 agentes policiales detuvieron un autobús en el que viajaban él y otros 29 personas con destino a Santiago de Cuba.

“Nos sacaron del autobús uno a uno, y nos amenazaron con golpearnos y llevarnos a prisión. Me metieron en un jeep y me abandonaron en un lugar remoto. Tuve que caminar varios kilómetros para llegar a casa”, afirmó.

Según José Daniel Ferrer, secretario general de la UNPACU, las viviendas de cuatro líderes sociales fueron asaltadas o destruidas recientemente.

Otro activista dijo que lo habían golpeado tras haber sido detenido: “Un agente nos dijo que teníamos que callarnos todos o que la policía nos sacaría los dientes si era necesario”, afirmó. Dijo que los policías solo dejaron de pegarle cuando vieron que había mucha sangre.

Ese domingo 11 de octubre, también detuvieron a 60 Damas de Blanco. Algunas dijeron que las habían golpeado y arrestado durante horas tras una marcha pacífica que duró menos de diez minutos. “ La marcha empezó a las 13.30 y la detuvieron a las 13.40”, me contó Berta Soler, líder de la asociación.

La madre y la abuela del preso de conciencia Danilo Maldonado Machado, un grafitero conocido como “El Sexto”, también se unieron a las Damas de Blanco. La madre de Danilo dijo: “Había muchos policías, que recogieron a las Damas de Blanco en autobuses. Las subieron para que nadie las viera protestar. Me afligió ver cómo arrastraban a las mujeres”.

Para mucha gente, la visita del Papa Francisco era una señal de esperanza para la libertad de expresión en el país. Sin embargo, las recientes medidas enérgicas tomadas contra quienes piensan de manera diferente demuestran que se siguen utilizando las mismas viejas tácticas de represión para sofocar la disidencia.

Sin duda alguna, Cuba se encuentra en una encrucijada en cuanto a la protección de los derechos humanos. El gobierno cubano sostiene desde hace tiempo que promueve los derechos a la educación y a la atención en salud, y que ha hecho algunos avances en favor de los derechos del colectivo de lesbianas, gays, bisexuales, personas transgénero e intersexuales. Pero resulta imposible valorar de forma completa la situación general de los derechos humanos en Cuba cuando el derecho fundamental a expresar pacíficamente las opiniones está fuertemente controlado y no se permite entrar a evaluadores independientes.

Mientras que la población cubana solo pueda discrepar en espacios controlados por el gobierno, pero no en las calles, y mientras que el derecho a protestar esté en gran medida limitado, el debate sobre los derechos humanos continúa siendo una realidad dudosa.