LOS INDICIOS MUESTRAN QUE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD PALESTINAS REPRIMIERON VIOLENTAMENTE LA PROTESTA PACÍFICA DE RAMALA

Las pruebas fotográficas y las declaraciones de testigos recopiladas por Amnistía Internacional en el lugar de los hechos sugieren que las fuerzas de seguridad palestinas usaron fuerza excesiva para reprimir violentamente una protesta pacífica celebrada el 12 de marzo de 2017 ante el Tribunal de Distrito de Ramala, en Cisjordania.

Diez minutos después de que comenzara ante el tribunal de la zona de Al Bireh la protesta contra el procesamiento de seis palestinos, entre los que se encontraba el activista asesinado Basil al Araj, el equipo de investigación de Amnistía Internacional vio llegar a miembros fuertemente armados de las fuerzas de seguridad, equipados con porras y escudos. Inmediatamente empezaron a cargar contra los manifestantes: los golpearon violentamente con las porras de madera, los rociaron con pulverizadores de pimienta y arrojaron gas lacrimógeno contra la multitud. Al menos 21 personas (13 hombres y 8 mujeres) resultaron heridas, entre ellas cuatro periodistas que informaban sobre el suceso. Diecisiete fueron hospitalizadas.

No hay justificación posible para cargar violentamente contra una protesta pacífica. Las grabaciones de vídeo obtenidas por Amnistía Internacional muestran a las fuerzas de seguridad palestinas recurriendo a medios brutales y alarmantes para sofocar la protesta, lo cual constituye una flagrante violación de su obligación de defender, respetar y proteger el derecho a la libertad de expresión y de reunión pacífica”, ha manifestado Magdalena Mughrabi, directora regional adjunta para Oriente Medio y el Norte de África.

A causa de la indignación pública, el primer ministro Rami Hamdallah ha anunciado hoy la formación de un comité para investigar las acciones de la policía en el tribunal.

“Las autoridades palestinas deben garantizar que la investigación anunciada sobre este incidente es independiente, exhaustiva e imparcial, y que todas las personas de las que se concluya que son responsables rinden cuentas de sus actos”, ha manifestado Magdalena Mughrabi.

Las normas internacionales de derechos humanos disponen que la policía y las fuerzas de seguridad deben evitar usar la fuerza para dispersar una reunión pacífica.

El personal de Amnistía Internacional presente en el lugar de los hechos no observó violencia por parte de los manifestantes antes de que la policía los atacara con porras, gas lacrimógeno y pulverizadores de pimienta. Las personas heridas sufrieron contusiones a causa de los fuertes golpes con porras de madera o tras recibir el impacto de botes de gas lacrimógeno. Cuatro periodistas de Wattan TV, Roya TV y Palestine Today fueron golpeados también en lo que parecía ser un intento deliberado de impedirles informar sobre la protesta. No se informó de ninguna lesión entre los miembros de las fuerzas de seguridad.

Khader Adnan, manifestante hospitalizado por sus lesiones, dijo a Amnistía Internacional: “Yo estaba allí de pie, pacíficamente, cuando decenas de soldados blandiendo porras me atacaron y me arrojaron al suelo a golpes. Una vez en el suelo […] uno de ellos me dio un pisotón en la cabeza mientras otros seguían golpeándome y desgarrándome la ropa. Tengo heridas en la espalda, los hombros y la pierna”.

A Khader Adnan lo llevaron junto con otros seis al Departamento de Investigaciones Criminales, donde, según afirma, lo insultaron antes de dejar en libertad a cinco de ellos. Los otros dos permanecieron detenidos.

Farid al Atrash, abogado, defensor de los derechos humanos y director de la oficina en Belén de la Comisión Independiente por los Derechos Humanos, que estaba presente en la protesta, dijo que lo habían arrojado al suelo golpeándolo con porras de madera. Según contó a Amnistía Internacional, también presenció cómo unos policías golpeaban al padre de Basil Al Araj, palestino muerto a manos de soldados israelíes la semana pasada. “Intenté protegerlo y entonces los agentes me atacaron; me arrojaron al suelo a golpes y me golpearon en las piernas”, dijo.

Bassem Tamimi, conocido activista palestino de Nabi Saleh y ex preso de conciencia, también resultó herido en la manifestación. “No puedo creer que nos hicieran eso. Yo estaba hablando con el jefe de la unidad de policía […] diciéndole que nos dispersaríamos en 15 minutos. Casi habíamos terminado cuando vi un montón de policías que se lanzaban contra nosotros y empezaban a atacarnos con crueldad. Utilizaban porras de madera y empezaron a golpear a la gente a derecha e izquierda; yo estaba retrocediendo cuando me dispararon un bote [de gas lacrimógeno] directamente a la parte baja de la espalda, y me alcanzaron en el coxis. No me esperaba ese comportamiento.”

A la esposa de Bassem Tamimi, Nariman, también activista de Nabi Saleh, la golpearon después de que interviniera para decir a las fuerzas de seguridad que dejaran de golpear y arrastrar a un joven. “¿Qué hicimos? ¡No hicimos nada malo! Ahora tengo lesionados el hombro y el brazo. No podía creer que nos hicieran algo así”, dijo.

Un testigo presencial, Hafez Omar, contó que los manifestantes estaban de pie pacíficamente cuando la policía les dijo que abandonaran la zona. Cuando se negaron, los policías empezaron a darles empujones y a golpearlos con las porras. Vio cómo otros dos hombres eran golpeados antes de que la policía lo arrastrara y lo golpeara con porras en los brazos, la espalda y las piernas.

Entre 100 y 150 personas se habían reunido ante el tribunal en Al Bireh para protestar contra el procesamiento de seis palestinos acusados de posesión de armas de fuego. Cuatro de los acusados –Haitham Siyaj, Muhammad Harb, Muhammad al Salameen y Saif Idrisi– permanecen recluidos sin cargos ni juicio en detención administrativa en manos de las autoridades israelíes. El quinto, Basil al Araj, murió a manos del ejército israelí la semana pasada. El sexto, Ali Dar al Shaikh, no fue detenido por Israel y estaba presente ayer en el tribunal.

En una entrevista concedida a los medios de comunicación el lunes, Adnan al Dmeir, portavoz de las fuerzas de seguridad de las autoridades palestinas, acusó a los manifestantes de ser “mercenarios” y “agentes extranjeros” que, según afirmó, intentaban “sembrar el caos”.

En los raros casos en los que las autoridades palestinas han tomado medidas para garantizar la rendición de cuentas en el pasado, han recurrido a medidas disciplinarias en lugar de a procesamientos penales para hacer rendir cuentas a los miembros de la policía o las fuerzas de seguridad, incluso en los casos en los que el uso de la fuerza fue abusivo o arbitrario.

“Las autoridades palestinas deben garantizar que sus fuerzas de seguridad no hacen un uso de la fuerza excesivo, abusivo, arbitrario o ilegal de alguna otra manera. Toda persona sospechosa de ser responsable de uso arbitrario o abusivo de la fuerza debe ser procesada en un juicio justo”, ha manifestado Magdalena Mughrabi.

“Dado el deficiente historial de las autoridades palestinas respecto a llevar a las fuerzas de seguridad ante la justicia después de represiones violentas de protestas, es aún más crucial que las autoridades transmitan un mensaje que indique claramente que el uso de fuerza excesiva no se tolerará y que los abusos no quedarán impunes.”

Información complementaria

En los últimos años, la policía y las fuerzas de seguridad palestinas han usado reiteradamente fuerza innecesaria o excesiva contra manifestantes pacíficos, tanto hombres como mujeres.

En un incidente reciente documentado por Amnistía Internacional, el abogado de derechos humanos Mohannad Karajah describió cómo 10 miembros de las fuerzas de seguridad palestinas vestidos de civil le propinaron puñetazos y patadas y le golpearon con palos por todo el cuerpo en una manifestación celebrada el 4 de octubre de 2016. Al menos otras cinco personas fueron agredidas también. No se ha procesado a nadie por esos hechos.

En febrero de 2016, las fuerzas de seguridad palestinas respondieron con la fuerza a las huelgas y protestas masivas por el bajo salario de los docentes, detuvieron a 22 maestros y cortaron carreteras en torno a Ramala para impedir que otros docentes se unieran a las manifestaciones.

Las fuerzas de seguridad palestinas también utilizaron fuerza excesiva para dispersar protestas en años anteriores.