SUDÁN DEL SUR: HAY QUE ABORDAR EL DEVASTADOR IMPACTO DE LA GUERRA EN LA SALUD MENTAL

Children carry their family's belongings as they go to Yida refugee camp in South Sudan outside Tess village in the rebel-held territory of the Nuba Mountains in South Kordofan, May 2, 2012. Fleeing aerial bombardment by the Sudanese air force, thousands of people have abandoned their homes and made make shift shelters between the rocks and boulders.

En medio de la escasez crónica de servicios de salud mental de Sudán del Sur hay miles de personas que sufren traumas y angustia psicológica, algunas de las cuales se vieron obligadas a comer carne humana y a destripar cadáveres durante la guerra civil que comenzó en 2013, ha declarado hoy Amnistía Internacional con motivo del quinto aniversario del país.

En un nuevo informe titulado Our hearts have gone dark”: The mental health impact of South Sudan’s conflict, la organización documenta el impacto psicológico de los homicidios masivos, las violaciones, las torturas, los secuestros e incluso de un caso de canibalismo forzado, en las personas sobrevivientes y testigos de estos crímenes.

“Mientras la muerte y la destrucción física causadas por el conflicto y las décadas anteriores de guerra son inmediatamente evidentes, las cicatrices psicológicas son menos visibles y se ignoran”, dijo Muthoni Wanyeki, directora regional de Amnistía Internacional para África Oriental, el Cuerno de África y los Grandes Lagos.

“Aunque poner fin a atrocidades como la tortura, la violación y el asesinato sería un primer paso obvio para prevenir consecuencias adicionales para la salud mental, también hay que tomar medidas para curar los daños que ya se han hecho, proporcionando a las víctimas tratamiento y otras medidas de reparación adecuadas.”

Basado en entrevistas con 161 víctimas y testigos de violaciones de derechos humanos, así como con profesionales de la salud mental, funcionarios del gobierno y de la ONU, y representantes de organizaciones no gubernamentales, el informe revela una grave ausencia de servicios de salud mental en el país para las personas que necesitan ayuda y atención.

Esta ausencia casi total de servicios está provocando que no se esté dando tratamiento a problemas de salud mental como la depresión y el trastorno de estrés post-traumático. En la actualidad sólo hay dos psiquiatras en ejercicio en todo el país, que tiene 11 millones de habitantes, y las personas con problemas de salud mental suelen ser internadas en prisiones en lugar de recibir la atención y el tratamiento que tanto necesitan.

Muchas de las personas entrevistadas describieron diversos síntomas compatibles con el trastorno de estrés post-traumático y la depresión, como pesadillas, irritabilidad y problemas para concentrarse.

Malith, sobreviviente de uno de los peores incidentes de la guerra, ocurrido en diciembre de 2013, cuando agentes de seguridad del gobierno mataron a tiros a unos 300 hombres en Gudele, un barrio de Juba, la capital, contó a Amnistía Internacional: “A veces sueño que he muerto con todos los que mataron. Me despierto sudando y temblando… pienso en cómo he sobrevivido. ¿Por qué murieron los demás? Me hace sentir mal.”

Otro sobreviviente de la masacre de Gudele, Phillip, cuenta cómo se escondió bajo una pila de cadáveres durante la matanza. Cuando los soldados lo encontraron, le obligaron a beber la sangre y a comer la carne de los muertos para no morir.

Contó: “Por la noche, cuando duermo, los asesinados vuelven en mis pesadillas.” Añadió: “No puedo comer, no quiero nada de lo que me ofrecen. Creo que lo que siento nunca va a cambiar.”

Desde que comenzó el conflicto, el gobierno detiene sistemáticamente a quienes considera sus adversarios. Los detenidos hablan de homicidios, palizas, agua y comida insuficientes, entre otros horrores que causan angustia psicológica prolongada.

Lual contó a Amnistía Internacional que unos agentes del Servicio de Seguridad Nacional lo obligaron a destripar los cadáveres de otros detenidos asesinados en un centro de Juba, para que no flotasen cuando fueran arrojados al río.

Dijo: “Me siento sin esperanza… me siento deprimido, nunca estoy contento… pienso en suicidarme… Todo esto hace que me sienta mal, y me odio a mí mismo.”

En Bentiu, capital del estado de Unidad, que cuenta con el mayor centro de Protección de Civiles del país, las mujeres que se arriesgan a salir para obtener comida, combustible o medicinas han sufrido violencia sexual, lo que provoca una angustia psicológica significativa.

Nyawal contó que ella y su amiga fueron violadas dos veces en un día por dos grupos de soldados del gobierno en Bentiu, cuando salieron del centro en 2015.

Explicó: “Estoy muy enfadada por lo que pasó […] Me ha cambiado la vida. No soy nada. No tengo nada bueno […] Estoy avergonzada.”

La inmensa mayoría de las personas entrevistadas dijo que no había recibido ninguna ayuda psicológica o atención mental.

“El gobierno, con el apoyo de la comunidad internacional, debe cumplir sus compromisos legales internacionales de respetar, proteger y hacer cumplir el derecho a la salud, incluida la salud mental. También debe prevenir e investigar y enjuiciar imparcialmente actos como la tortura que siguen causando daños psicológicos a muchas personas”, concluyó Muthoni Wanyeki.

“Esforzarse más para abordar las necesidades de salud mental no es sólo esencial para el bienestar de las personas, sino que también es fundamental para que los sursudaneses reconstruyan efectivamente sus comunidades y su país.”

Los nombres se han modificado para proteger la identidad de las personas entrevistadas.