YEMEN: LA COALICIÓN DIRIGIDA POR ARABIA SAUDÍ USA MUNICIONES DE RACIMO PROHIBIDAS DE FABRICACIÓN BRASILEÑA CONTRA ZONAS RESIDENCIALES

Amnistía Internacional ha confirmado nuevos indicios de que la coalición dirigida por Arabia Saudí disparó recientemente cohetes de fabricación brasileña que contenían munición de racimo prohibida y que hirieron a dos civiles y causaron daños materiales al impactar en tres zonas residenciales del centro de la ciudad de Sada y en los campos de cultivo adyacentes.

El ataque, perpetrado a las 10.30 de la noche del 15 de febrero de 2017, es el tercero documentado por Amnistía Internacional en los últimos 16 meses en el que se confirma el uso de municiones de racimo de fabricación brasileña.

“La coalición dirigida por Arabia Saudí justifica absurdamente el uso de municiones de racimo asegurando que es acorde al derecho internacional, a pesar de los indicios concretos del coste humano para la población civil atrapada en el conflicto”, ha dicho Lynn Maalouf, directora de Investigación de la oficina regional de Amnistía Internacional en Beirut.

“Las bombas de racimo son armas de efecto intrínsecamente indiscriminado que infligen daños inimaginables en la vida de los civiles. El uso de tales armas está prohibido por el derecho internacional humanitario consuetudinario en todas las circunstancias.. A la luz de las pruebas acumuladas, urge más que nunca que Brasil se adhiera a la Convención sobre Municiones en Racimo, y que Arabia Saudí y los miembros de la coalición que lidera interrumpan todo uso de municiones de racimo.”

Tras los ataques con cohetes, Amnistía Internacional entrevistó a ocho residentes locales, entre ellos dos testigos, uno de los cuales había resultado herido en el ataque. Habló también con un activista local y analizó las pruebas fotográficas y videográficas proporcionadas por el Centro Ejecutivo de Lucha contra las Minas en el Yemen (YEMAC), organismo nacional de control de municiones, que inspeccionó el lugar a los 30 minutos de cometerse el ataque.

El YEMAC confirmó además el uso del mismo tipo de municiones de racimo en otro ataque perpetrado a finales de enero en Abdeen, cinco kilómetros al sur de la ciudad de Sada.

Barrios afectados

Según testigos y residentes locales, los cohetes impactaron en las zonas residenciales de Gohza, Al Dhubat y Al Rauda, liberando submuniciones que también impactaron en viviendas de Al Maalá y Ahfad Bilal, así como en los dos cementerios del centro de la ciudad, el antiguo y el nuevo, y en campos de cultivo circundantes.

Latifa Ahmed Mu’eed, de 22 años, describió el ataque perpetrado en Ahfad Bilal cuando estaba durmiendo en su casa. Estaba con su esposo, Talal al Shihri, su hijo de tres años, Hussain, y su bebé de tres meses, Hasan.

“La bomba penetró en la casa, atravesando el techo hasta el dormitorio. Hay un agujero enorme en el techo. En ese momento, oímos una gran explosión y, a los pocos segundos, la bomba explotó en la habitación y nos alcanzó. Tres estallaron justo al lado de la casa […] Los niños resultaron ilesos pero estaban conmocionados […] Mi esposo sufrió heridas de metralla en el pie. Yo resulté herida en el pie izquierdo, y esa misma noche fuimos al hospital de Al Salam.”

La familia huyó hace cuatro meses a la ciudad de Sada, a 78 kilómetros de distancia, cuando su hogar en Baqim, localidad situada 12 kilómetros al sur de la frontera con Arabia Saudí, fue atacado.

“Tuvimos que dejar nuestra casa en Baqim cuando la bombardearon. La bomba entró directamente hasta nuestro salón y destruyó la vivienda. Todo el mundo tuvo que marcharse de la zona. Los bombardeos eran constantes. Nos marchamos a los dos o tres meses del ataque a nuestra casa […] A pie, nos dirigimos a Sada. Yo estaba embarazada entonces; cuando habíamos recorrido 20 kilómetros, un coche nos recogió y nos llevó hasta la ciudad de Sada.”

Un residente de Al Maalá, una de las zonas afectadas en los recientes ataques, contó a Amnistía Internacional que había oído una gran explosión.

“Sentí un ruido muy fuerte. Y justo después se oyeron unos sonidos muy intensos, como si algo se estuviera extendiendo. Fue muy rápido, sólo duró 20 o 30 segundos.”

Yahya Rizk, jefe del equipo nº 12 del YEMAC, contó a Amnistía Internacional cómo había sido la visita de su equipo a los barrios de Al Rauda y Ahfad Bilal.

“Encontramos un portamuniciones y una submunición sin estallar en Al Rauda. Al Rauda es una zona densamente poblada donde las bombas [submuniciones] atravesaron los tejados de dos casas. Una bomba atravesó el tejado e hirió a un hombre y a su esposa en Ahfad Bilal; alcanzó su dormitorio [aproximadamente] a las 11 de la noche. Fueron trasladados al hospital esa misma noche. La mayoría de los daños fueron causados en propiedades, casas y vehículos. Observamos 12 agujeros por impacto de la munición en Al Rauda, junto a las granjas de frutales. Y entre 12 y 13 lugares de impacto en Ahfad Bilal. Encontramos una bomba [submunición] sin explotar en Al Rauda; cayó de un árbol y aterrizó en el suelo, y la fotografiamos.”

Miembros del equipo del YEMAC confirmaron también que habían hecho un barrido de las zonas residenciales de Gohza, densamente poblado, donde observaron agujeros de impacto y daños en viviendas. Yahya Rizk explicó: “Las bombas [submuniciones] impactaron en los porches y entre las casas de la gente. Todas explotaron y nadie resultó herido. Pero se rompieron los cristales de todas las ventanas y hasta 30 vehículos sufrieron daños.”

Basándose en las descripciones del equipo del YEMAC, y después de examinar fotografías y vídeos de los momentos posteriores al ataque, incluidas las fotos de los portamuniciones y una submunición sin explotar, Amnistía Internacional pudo determinar que los restos del armamento usado en el ataque eran de un cohete ASTROS II superficie-superficie.

ASTROS II es un sistema de lanzacohetes múltiple (MLRS) montado sobre camiones que fabrica la empresa brasileña Avibrás. ASTROS II puede lanzar en rápida sucesión múltiples cohetes, cada uno de los cuales contiene hasta 65 submuniciones, con un alcance de hasta 80 kilómetros, dependiendo del tipo de proyectil. La documentación de la empresa en la que se describe el producto, lo presenta como “un importante sistema de defensa con gran poder disuasorio”.

Pruebas acumuladas

Amnistía Internacional documentó el primer uso conocido de este tipo de municiones de racimo en Yemen el 27 de octubre de 2015 en Ahma, al norte de la Sada, en un ataque que hirió al menos a cuatro personas, entre ellas una niña de cuatro años.

En mayo de 2016, Amnistía Internacional encontró más indicios del mismo tipo de municiones de racimo en pueblos situados 30 kilómetros al sur de la frontera con Arabia Saudí, en Hajjah. En fechas tan recientes como diciembre de 2016, Human Rights Watch también documentó el uso de municiones de racimo de fabricación brasileña contra la ciudad de Sada.

Hasta la fecha, Amnistía Internacional y Human Rights Watch han documentado el uso de siete tipos de municiones de racimo, para lanzar desde tierra y desde el aire, fabricadas en Estados Unidos, Reino Unido y Brasil. La coalición ha admitido el uso de municiones de racimo de fabricación británica y estadounidense en ataques cometidos en Yemen.

“¿Cuántos civiles más tienen que morir, sufrir heridas o ver destruida su propiedad por el uso de estas armas prohibidas internacionalmente para que la comunidad internacional condene el uso de las municiones de racimo por parte de la coalición liderada por Arabia Saudí y presione a los miembros de la coalición para que se conviertan en Estados Partes en la Convención sobre Municiones en Racimo?”

INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA

Las municiones de racimo contienen entre decenas y cientos de submuniciones que se liberan en el aire y se esparcen indiscriminadamente en una zona extensa de cientos de metros cuadrados. Pueden lanzarse o dispararse desde un avión o, como en este caso, desde misiles tierra-tierra.

Las submuniciones de racimo tienen también una elevada tasa de error, lo que significa que un gran porcentaje de ellas no estalla en el impacto y se convierten de hecho en minas terrestres que representan una amenaza para la población civil años después de su despliegue. El uso y la producción, venta y transferencia de municiones de racimo están prohibidos en la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008, que tiene casi 100 Estados Partes.

El 19 de diciembre de 2016, la agencia oficial de noticias saudí publicó que el gobierno saudí dejaría de usar una munición de racimo de fabricación británica, BL-755, si bien argumentó que “el derecho internacional no prohíbe el uso de las municiones de racimo” y que, aunque algunos Estados sean Partes en la Convención sobre Municiones en Racimo, “ni el reino de Arabia Saudí ni sus socios de la coalición son partes en la Convención. Alegó asimismo que las municiones de racimo de fabricación británica usadas por la coalición se habían utilizado contra “objetivos militares legítimos” y que las municiones de racimo “no se lanzaban en centros poblados por civiles” y que la coalición “observaba estrictamente los principios de distinción y proporcionalidad del derecho internacional humanitario.”

Aunque Amnistía Internacional es consciente de la presencia de un objetivo militar, la base militar de Kahlan, situada tres kilómetros al noreste de la ciudad de Sada, en sí misma no justificaría el uso de municiones de racimo prohibidas internacionalmente; sobre todo no justificaría su uso en zonas pobladas por civiles. Y aunque Brasil, Yemen, Arabia Saudí y los miembros de la coalición dirigida por Arabia Saudí que participa en el conflicto de Yemen no son partes de la Convención, en virtud de las normas del derecho internacional humanitario consuetudinario no deben usar armas de efecto intrínsecamente indiscriminado, que siempre representan una amenaza para la población civil. La norma consuetudinaria que prohíbe el uso de armas de efecto intrínsecamente indiscriminado es aplicable a su uso en todas las circunstancias, incluso cuando la intención es atacar un objetivo militar.

Según Landmine and Cluster Munition Monitor, Avibrás ha vendido este tipo de municiones de racimo a Arabia Saudí en ocasiones anteriores, y Human Rights Watch documentó su uso por las fuerzas saudíes en Jafji en 1991.