La COVID-19 ofrece a la Unión Africana una oportunidad única para recuperar su capacidad de convocatoria y su función de coordinación

El 7 de abril, el presidente Donald Trump atacó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a sus dirigentes, afirmando que la organización estaba “muy influenciada por China” y amenazó con recortar los fondos destinados a ella. Muchas personas y entidades se unieron en torno a la OMS y condenaron los ataques de Trump, pero fue la reacción, rápida y audible, de África la que destacó enseguida.

Todo empezó con un duro tuit de Moussa Faki Mahamat, presidente de la Comisión de la Unión Africana, que dijo que le sorprendía la campaña del gobierno estadounidense contra la dirección del organismo mundial para la salud y expresó el apoyo de la Unión Africana (UA) al director general Tedros Ghebreyesus.

Este tuit desencadenó una serie de publicaciones de dirigentes africanos, entre quienes figuraban Paul Kagame, de Ruanda; Hage Geingob, de Namibia; Muhammadu Buhari, de Nigeria; y Cyril Ramaphosa, de Sudáfrica. El presidente Ramaphosa emitió posteriormente una detallada declaración oficial en su calidad de dirigente político de la UA, ratificando el “liderazgo excepcional” de Tedros y declarando el “apoyo inquebrantable” de la UA.

La reacción de la UA a los ataques del presidente Trump revela una tendencia más general que puede verse en la respuesta de la organización a la COVID-19: su creciente, incluso recién adquirida, capacidad para hablar con una sola voz, actuar de forma coordinada y avanzar con cierta unidad de propósito.

Estar a la altura

Aunque ha tenido que suspender o reducir la mayoría de sus actividades y operaciones, la UA ha estado a la altura de la situación y ha asumido el papel crucial de establecer y coordinar una respuesta regional a la COVID-19. Con actividades que van desde el establecimiento de normas hasta la obtención de la solidaridad internacional, pasando por la recaudación de fondos y la movilización de recursos, la UA está probablemente en su mejor momento desde que se fundó en 2002 para sustituir a la Organización de la Unidad Africana (OUA).

Desde mediados de febrero, cuando se informó del primer caso de COVID-19 en África, ha reunido a diferentes órganos e instituciones de la Unión para acordar políticas y medidas para el continente. Una reunión de urgencia de los ministros y ministras de Salud de la UA convocada el 24 de abril puso las cosas en marcha al acordar la elaboración de un enfoque común. Con la ayuda de los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades, la UA elaboró una estrategia continental conjunta para garantizar la coordinación de los esfuerzos de los Estados miembros, y la sinergia y la colaboración entre los órganos y departamentos correspondientes de la Unión. Ésta ha creado asimismo el Grupo Operativo Africano para el Coronavirus y el Fondo Africano de Respuesta a la COVID-19, al que, el 27 de abril, países y entidades privadas de África habían aportado 61,5 millones de dólares estadounidenses.

La UA es también el rostro y la voz públicos del continente en sus relaciones con socios internacionales como el Banco Mundial y el FMI. El 12 de abril, el presidente Ramaphosa nombró a cuatro enviados especiales de la UA para movilizar el apoyo internacional a los esfuerzos de África destinados a abordar los retos económicos derivados de la COVID-19. Las peticiones constantes de la UA de diversas formas de alivio de la deuda para los países africanos han dado hasta ahora algunos resultados positivos.

Además, la función de convocatoria y coordinación de la Unión se ha ampliado a la de hacer de enlace con comunidades económicas regionales como la Comunidad de África Oriental (EAC) y la Comunidad para el Desarrollo del África Austral (SADC).

Mantener el impulso

La UA ha demostrado su valía con su respuesta a la COVID-19 en cuanto a la coordinación y la convocatoria de las partes interesadas pertinentes. Ahora tiene que intensificar su respuesta y usar su influencia para exigir que los derechos humanos estén en el centro de todos esfuerzos de los Estados Miembros de prevención, preparación, contención y tratamiento de la COVID-19. Para empezar, la Unión debe pedir a los Estados Miembros que descongestionen las cárceles superpobladas.

Países como Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Ghana, Níger, Nigeria, Senegal, Sudáfrica, Togo y Zimbabue ya han tomado algunas medidas para liberar espacio en las prisiones. Sin embargo, no son suficientes y hace falta que más países africanos implementen medidas más efectivas en esta dirección.

Pero, una vez que disminuya la COVID-19, el reto clave para la Unión Africana será mantener el impulso actual y, lo que es más importante, reproducir este éxito en otras áreas de su competencia, especialmente en relación con los derechos humanos, la paz y la seguridad.

Un informe de 2017 de Amnistía Internacional concluyó que la falta de coordinación ha obstaculizado a menudo la capacidad de la UA de proteger y promover efectivamente los derechos humanos en sus iniciativas en materia de paz y seguridad. De hecho, dirigiéndose a otros jefes y jefas de Estado en la Asamblea de la UA de enero de 2017, el presidente Kagame hizo una grave acusación: “Tenemos una organización disfuncional en la que los Estados Miembros ven un valor limitado, los socios globales encuentran poca credibilidad y nuestra ciudadanía no confía”.

Considérense, por ejemplo, las respuestas opuestas de la UA y la SADC a principios de 2019, cuando surgió una disputa sobre los resultados de las elecciones presidenciales de la República Democrática del Congo (RDC) y la UA pidió la suspensión del anuncio de los resultados finales debido a “serias dudas”, mientras que la SADC apoyó esos resultados. Como dijo entonces un colega, las reacciones de la UA y de la SADC estaban “llenas de confusión, contradicciones y discordancia”.

Considérese también la respuesta en 2015 a las graves violaciones de derechos humanos en Burundi, antes de las elecciones presidenciales. Los embajadores del Consejo de Paz y Seguridad de la UA decidieron desplegar una fuerza de protección para detener las graves violaciones de derechos humanos que se estaban cometiendo en el país, pero la decisión fue revocada posteriormente por sus respectivos presidentes.

El 25 de mayo, Día de África, la Unión Africana puede celebrar realmente su éxito en la coordinación de respuestas. Es una excelente oportunidad para aprovechar la buena voluntad existente por parte de los Estados y recuperar la función de convocatoria y coordinación de la Unión en todas las facetas de su mandato.

Este artículo de opinión se publicó originalmente en la edición impresa del el semanario The EastAfrican.