Tarah Demant es directora nacional de Programas en Amnistía Internacional Estados Unidos, donde hace campaña sobre cuestiones como la justicia de género y el derecho al aborto. El último año ha sido uno de los más difíciles para ella, ya que Estados Unidos ha sido escenario de un enorme retroceso en materia de derechos humanos.
En esta entrevista, habla de cómo la prohibición del aborto afecta a la población de Estados Unidos, cómo lucha ella para lograr cambios en todos los niveles y por qué la esperanza y la resiliencia de activistas de todo el país le sirven de acicate.
¿Cuál fue el suceso más impactante en su región este año y por qué?
Ha habido una increíble ofensiva contra la justicia de género en toda las Américas, incluido Estados Unidos. Uno de los ejemplos más evidentes de esta ofensiva es el ataque contra el derecho al aborto en toda la región.
¿Cómo se ha sentido trabajando sobre esta cuestión?
Sinceramente, es agotador. Los ataques son implacables. Los actores contrarios a los derechos van de estado en estado tratando de conseguir que aumenten la prohibición y la criminalización del aborto. Estos ataques contra el aborto van acompañados de ataques más amplios contra cuestiones de género en todo el país, incluidos crueles ataques contra niños y niñas transgénero. Es devastador. Tiene un impacto real en la gente. Y se cobra su precio emocional.
En la comunidad hay mucha esperanza y resiliencia. La gente se presenta día tras día, por sus amistades, vecinos y vecinas, y por personas a las que jamás conocerá.
Tarah Demant
Pero también es un privilegio trabajar en este espacio. En la comunidad hay mucha esperanza y resiliencia. La gente se presenta día tras día, por sus amistades, vecinos y vecinas, y por personas a las que jamás conocerá. En los lugares más duros —en los estados más conservadores— la gente muestra su cara más fiera. Luchar junto con estas increíbles personas, haciendo activismo con ellas, inspira una gran esperanza. Y no importa lo que suceda políticamente: tenemos la determinación de lograrlo, y nunca dejaremos de luchar. De ese compromiso extraigo mucha energía.
¿Qué implica su trabajo?
Trabajamos en todo el país para combatir la prohibición del aborto y lograr una mayor protección para el derecho al aborto en múltiples niveles. En nuestra investigación estamos documentando el impacto de las prohibiciones y restricciones al aborto, mostrando los impactos reales y humanos de estas violaciones de derechos humanos. Ayudamos a conectar activistas globales con activistas locales, creando solidaridad y aprendiendo lo que realmente ha impulsado el trabajo aquí, en el ámbito nacional. Estamos captando apoyos ante el gobierno federal. Paso mucho tiempo ilustrando al Congreso sobre el aborto y pidiendo a la administración que emprenda todas las acciones posibles para proteger el derecho al aborto.
Pero también nos aseguramos de estar donde realmente se libra la lucha en estos momentos: en los estados. La decisión de la Corte Suprema de anular la sentencia Roe significó que el derecho al aborto ahora está totalmente en manos de los estados individuales, y hemos tenido que adaptarnos muy rápidamente a la manera en que intentamos lograr cambios como organización de derechos humanos que trabaja en el ámbito nacional.
Estamos equipando a nuestros y nuestras activistas en todos los estados con las herramientas para llevar a cabo trabajo de incidencia tanto en su estado como en sus comunidades locales: captando apoyos ante las autoridades estatales, hablando del aborto en conversaciones, planteando el derecho al aborto en reuniones de los ayuntamientos, y asegurándonos de que el aborto está siempre en la agenda de los gobiernos locales. Y hemos invertido en los estados en los que los y las votantes pueden intervenir directamente: por ejemplo, nuestro trabajo en Arizona, donde luchamos para que se apruebe una iniciativa electoral que protegería el aborto en la Constitución del estado. Nos estamos asegurando de que Amnistía se hace visible en la defensa del derecho al aborto en Estados Unidos: con nuestra investigación, nuestra captación de apoyos y nuestros y nuestras activistas en el país Y en todo el mundo. Y eso importa. Podemos ganar y ganaremos.
¿Puede contarnos alguna anécdota personal de un momento que la haya conmovido este años?
Hemos hablado con médicos que han tenido que rechazar a pacientes que necesitaban desesperadamente atención. Hemos sabido de familias que han intentado arreglárselas para viajar miles de kilómetros para conseguir la atención que necesitaba su ser querido y, en última instancia, hemos escuchado historias de personas a quienes el estado ha obligado a dar a luz porque no podían acceder a servicios de aborto.
Pero también hemos presenciado historias de esperanza y de comunidades con una resiliencia increíble, de personas de todos los estados del país y de todos los países de las Américas que se han alzado para defender sus derechos, que están combatiendo y luchando unas por otras.
En un estado como Texas, que tiene una de las leyes contra el aborto más extremas, incluido un sistema de cazarrecompensas para perseguir a quienes “ayudan” al aborto, los y las activistas no se doblegan. Trabajamos a diario para hacer llegar a la gente la información y la atención que necesite, aunque eso le suponga viajar fuera del estado. Las personas se apoyan mutuamente frente al telón de fondo de implacables ataques políticos y amenazas contra su seguridad y su libertad.
¿Cuáles son algunas de las cuestiones de derechos humanos más acuciantes en su zona o región de las que debamos estar al tanto?
Hay una ofensiva increíblemente peligrosa contra la igualdad de género en Estados Unidos, en la región de las Américas y en el mundo. El movimiento opuesto a las cuestiones de género en Estados Unidos representa una minoría de opinión muy pequeña, pero es muy poderoso, cuenta con una financiación increíble y está muy bien organizado.
Y hay una coordinación nacional y transnacional con estrategias y objetivos comunes que desafía los progresos duramente logrados respecto a la igualdad de género en múltiples niveles. Por ejemplo, hay ataques contra la idea en sí de la igualdad de género, ataques que quieren imponer un mundo en el que sólo se acepte y se proteja la denominada “familia tradicional” y unos roles de género estereotipados. Esto significa controlar las elecciones y conductas de las mujeres, limitar la autonomía reproductiva de la gente —por ejemplo, restringiendo el acceso al aborto, al control de natalidad y a la educación sexual— y erradicar por completo a las personas LGBTQIA+. Debemos tomarnos esta amenaza con la máxima seriedad y luchar contra ella a cada paso.
¿Por qué debería la gente seguir apoyando a Amnistía y su trabajo?
La lucha por el derecho al aborto no se detendrá con el aborto. Está en juego la autonomía de todas las personas. Y vamos a seguir librando esa lucha todos los días, incluso cuando no esté en las portadas de los informativos. Trabajamos codo con codo en comunidades de todo el mundo para defender estos derechos, para defender nuestros derechos. Estamos ahí. Y podremos hacer más y convertirnos en más a medida que la gente se una a nuestra lucha.
Seguiremos luchando en todos los estados de la nación y en todas las naciones de la región, porque creemos en los derechos humanos de todas las personas, y creemos en el futuro que estamos creando juntas. Y sabemos que, si nos unimos, podemos vencer.
¿Cuáles son sus esperanzas para el futuro?
Creo en el futuro que estamos construyendo… y no estoy sola. La gente está motivada en todo el país, especialmente sobre el derecho al aborto. Creo en un futuro en el que las leyes protejan nuestros derechos, en el que las mujeres y las personas que se pueden quedar embarazadas controlen su propio cuerpo y su vida, en el que las personas LGBTQIA+ puedan llevar una vida segura y auténtica… un futuro en el que nos protejamos y apoyemos mutuamente y en el que comprendamos que todas nuestras libertades están entrelazadas.
A veces puede resultar difícil sentir esperanza cuando la política es tan peligrosa y tan sesgada pero, independientemente de que un día determinado pueda sentirme optimista o pesimista, sigo estando decidida a construir ese futuro.
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