Bielorrusia: El deporte, antaño escaparate de los éxitos del país, es ahora un campo de batalla para las represalias

Muchos y muchas atletas de Bielorrusia, antaño héroes y heroínas nacionales, han sacrificado su carrera y su libertad por atreverse a alzar la voz contra las violaciones de derechos humanos cometidas en su país. Así lo ha manifestado hoy Amnistía Internacional en un nuevo documento que forma parte de la campaña de la organización #StandWithBelarus. La atleta olímpica bielorrusa Krystsina Tsimanouskaya ha pedido hoy asilo en la embajada de Polonia en Tokio después de que las autoridades bielorrusas intentaran devolverla forzosamente a su país natal.

Los y las atletas a quienes Amnistía Internacional ha entrevistado han asegurado haber sido sufrido castigos porque el deporte es especialmente importante para el presidente Alexander Lukashenko, un apasionado jugador amateur de hockey sobre hielo que, hasta diciembre de 2020, encabezó personalmente el Comité Olímpico Nacional de Bielorrusia.

“La administración deportiva bielorrusa ha estado sometida a un control gubernamental directo durante la presidencia de Alexander Lukashenko. Los y las atletas cuentan con el favor del Estado y el respeto de la sociedad, y no es de extrañar que los que alzan la voz se conviertan en blanco de represalias”, ha manifestado Heather McGill, investigadora de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central.

En agosto de 2020, más de 1.000 atletas firmaron una carta abierta en la que pedían nuevas elecciones, el final de la tortura y otros malos tratos, y el cese de las detenciones de personas que se manifiestan de forma pacífica. Las represalias del gobierno no tardaron en llegar.

Según la Sports Solidarity Foundation, una ONG creada para ayudar a los y las atletas que sufren represalias a causa de sus opiniones políticas, a un total de 95 atletas han sido detenidos por participar en protestas pacíficas: a 7 los han acusado de delitos políticos por su oposición pacífica al gobierno y 124 han sufrido otras formas de represión, incluidos 35 atletas y entrenadores/as a quienes se ha retirado del equipo nacional.

Alyaksandra Herasimienia, triple medallista olímpica que ha estado entrenando en natación a niños y niñas de Bielorrusia durante los dos últimos años tras abandonar la natación de competición, se sintió impulsada a alzar la voz en las redes sociales y se enfrentó a un dilema:

“Tenía la opción de hablar o de quedarme callada. Para llevar a cabo nuestros cursos alquilábamos piscinas estatales. Todas las piscinas son estatales en Bielorrusia, por lo que comprendía que, si protestaba, mis colegas sufrirían, y los niños y niñas también. Al principio no sabía qué hacer pero, al cabo de unos días, me di cuenta de que no podía quedarme callada”, dijo a Amnistía Internacional. Efectivamente, en cuestión de días perdió todos sus contratos con piscinas en toda Bielorrusia.

Alyaksandra pasó a dirigir la Sport Solidarity Foundation, que ha captado apoyos con éxito ante el Comité Olímpico Internacional para exigir la sustitución de Alexander Lukashenko al frente del Comité Olímpico Nacional y ha conseguido que varios eventos deportivos internacionales no se celebren en Bielorrusia.

El 2 de abril de 2021, el Comité de Investigación de Bielorrusia anunció que había abierto una causa penal contra Alyaksandra Herasimienia y su colega Alyaksandr Apeykin, director de la Sport Solidarity Foundation. Los dos han sido acusados de “incitar a acciones destinadas a dañar la seguridad nacional de Bielorrusia”, un delito punible con hasta siete años de prisión.

Yelena Leuchanka, una de las atletas más conocidas de Bielorrusia, ha sido dos veces campeona olímpica de baloncesto. Se sintió impulsada a denunciar lo que estaba sucediendo en Bielorrusia firmando la carta abierta y publicando sus opiniones en las redes sociales. El 30 de septiembre de 2020 fue detenida en el aeropuerto de Minsk cuando estaba a punto de viajar a Grecia para recibir allí tratamiento por una lesión deportiva. Pasó 15 días recluida en el tristemente famoso centro de detención de Akrestsina en Minsk, y dijo a Amnistía Internacional que su celda recibió un trato especialmente duro.

“La primera noche teníamos colchones y agua, y el retrete funcionaba, pero dos días después empezó todo. Después del desayuno vino un guardia y nos ordenó que enrolláramos los colchones […] Al principio pensamos que se los habían llevado para airearlos y eliminar las pulgas y los chinches, pero no nos los devolvieron.”

Pasó 15 días en una celda para cuatro personas, la mayor parte del tiempo con cinco ocupantes. Obligadas a dormir en las estructuras metálicas de las camas, trataron de aliviar las molestias con ropa, periódicos y compresas higiénicas. La persona que dirigía el centro de detención les dijo que era deliberado, “para asegurarse de que no querían volver”.

“Los y las deportistas de Bielorrusia han pagado un alto precio por atreverse a alzar la voz, y pedimos a todo el mundo que les muestre su solidaridad uniéndose a nuestra acción. El 9 de agosto, la Belarusian Sport Foundation lanzará su maratón online en apoyo de los y las atletas de Bielorrusia, y animamos a todo el mundo a que exprese su solidaridad con los y las atletas de Bielorrusia que sufren persecución”, concluyó Heather McGill.