¿Educación Sexual Integral? ¡Presente!

Si le preguntamos a un estudiante hoy en día si la Educación Sexual Integral (ESI) está presente en la sala de clases, creo que la respuesta más probable sería que no, que está “suspendida” o incluso que nunca ha existido. Lo que ocurre es que en nuestro país la Educación Sexual Integral, a pesar de constituirse como un derecho humano, aún no se instala en las aulas de clases. Pero antes de entrar en el dilema de por qué un tipo de conocimiento que es tan esencial y beneficioso no se ha instaurado en los espacios de aprendizaje, es importante aclarar qué es la ESI y por qué es tan imprescindible.  

La Educación Sexual Integral es, según la UNESCO, un proceso que se basa en un currículo para enseñar y aprender acerca de los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad. La ESI prepara a los niños, niñas y jóvenes con conocimientos, habilidades, actitudes y valores que les empoderarán para realizar su salud, bienestar y dignidad; desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas; considerar cómo sus elecciones afectan su propio bienestar y el de los demás, y entender cuáles son sus derechos a lo largo de la vida y asegurarse de protegerlos”. 

Por lo tanto, todas las herramientas que la ESI otorga, contribuyen a que seamos capaces de relacionarnos de manera sana con nuestra corporalidad y con las demás personas. Además, favorece la disminución de la violencia de género construyendo espacios inclusivos y con menos discriminación, lo que podría ayudar a prevenir el suicidio y los crímenes de odio, por ejemplo, hacia las comunidades LGBTIQA+. Por otra parte, ayuda a prevenir embarazos no deseados, abusos sexuales e infecciones de transmisión sexual. Además, la ESI brinda espacios seguros a las personas para hablar de su sexualidad, permitiéndoles aprender sobre el placer, la afectividad y el consentimiento.

Ahora, si todos estos beneficios aún no parecen suficientes porque preocupa que al momento que se comience a hablar de estos temas con niños, niñas y niñes, les pueda afectar negativamente a su desarrollo; es importante entonces dejar claro que la ESI se debe adaptar a las etapas de crecimiento de cada persona, siendo científicamente precisa, gradual, adecuada a cada edad y etapa del desarrollo.

Entonces si las palabras que resuenan cuando hablamos de la ESI son respeto, bienestar, dignidad, inclusión, placer, consentimiento y cuidado ¿cómo es posible que esta siga siendo un tema tan controversial en nuestro país y en toda la región de Latinoamérica y el Caribe? La respuesta a esta pregunta tiene que ver primero con la desinformación, pero si llegaste a este punto de esta columna imagino que esto ya no es un problema, porque ya quedó claro qué es la ESI y el impacto positivo que tiene en la vida de las personas. Sin embargo, las barreras con las que se ha encontrado la Educación Sexual Integral también tienen que ver con la información falsa y engañosa que difunden grupos de personas contrarias a los derechos humanos. 

De hecho, la obstinación de estos grupos por desinformar es tal que, entre otras cosas, utilizaron un bus, lo pintaron de naranjo y se fueron a distintos países del continente para asegurarse de que su discurso sesgado llegara a todas partes. Sí, estoy hablando del mal llamado “bus de la libertad”, que está a cargo de las personas antiderechos. Estos grupos nacieron de una coalición entre grupos conservadores durante la conferencia de El Cairo en 1994, donde se abordaron una serie de temas vinculados a la demografía y el desarrollo de las poblaciones, además del control o no de la natalidad. Aquí se desarrolló un programa de acción en que por primera vez se adoptó y explicitó la expresión “derechos reproductivos”, frente a lo cual al año siguiente, en la plataforma de acción de Beijing, donde se abordaron 12 áreas de interés para lograr la igualdad entre mujeres y hombres, esta coalición comenzó a popularizar el término “ideología de género”. La teórica feminista Judith Butler manifestó en un artículo publicado en un medio de comunicación que esta estrategia discursiva se habría generado en el Vaticano, según el trabajo académico de Richard Miskolci y Maximiliano Campana que rastrearon varios documentos de esa institución. 

Judith Butler es clara al manifestar que “la teoría de la performatividad de género no es una ideología, pues se entiende que una ideología es un punto de vista ilusorio y dogmático, que se ha “apoderado” del pensamiento de las personas de una manera acrítica”.  Dicho sea de paso, si hubiera ESI en las escuelas, probablemente Judith Butler, entre tantos otros autores, sería una fuente de estudio.

Pero la perspectiva de género no es ficticia ni mucho menos impositiva, se basa en un sin fin de estudios teóricos, filosóficos y críticos que las feministas, principalmente, han ido desarrollando y actualizado desde hace décadas. Y lo que busca, a grandes rasgos, es analizar las estructuras dominantes teniendo en cuenta sus consecuencias diferenciadas y negativas para las personas socializadas como mujeres o disidencias sexuales. La perspectiva de género nos lleva a reconocer que, históricamente, las mujeres han tenido oportunidades desiguales en el acceso a la educación, la justicia y la salud. Aún hoy con mejores condiciones, según la región en la que habiten, sus posibilidades de desarrollo siguen siendo disparejas e inequitativas. 

Entonces ¿qué hacemos frente a las comunicaciones violentas que llevan a cabo estos grupos antiderechos y que muchas veces recaen en discursos de odio? Este tipo de expresiones muchas veces se amparan antojadizamente en la “libertad de expresión” para poder proclamar sus mensajes discriminatorios. Ante esto, lo que nos queda es  educar y desarrollar una campaña internacional por la ESI, que busque co-construir un futuro libre, inclusivo, feminista, que desafíe el adultocentrismo, la cisheteronorma, el binarismo y la alonorma. Un futuro respetuoso con la diversidad, basado en el cariño y la contención, teniendo la ESI y la educación no sexista como base para conseguir todo esto. 

Todo este esfuerzo y motivación con el fin de que algún día la educación sexual integral pueda estar ¡presente! 

Autora:

María Angélica Fernández, activista de Amnistía Internacional Chile e integrante de la campaña #ESIgualdad Chile

Directora audiovisual, guionista y comunicadora feminista. Diplomada en género y violencia.