HUIDO DE LA TORTURA, DEVUELTO A LA TORTURA: DE UZBEKISTÁN A RUSIA, Y VUELTA

Mirsobir_KhamidkarievAmnistiaInternacionalEn junio de 2014, el joven productor de cine uzbeko Mirsobir Khamidkariev fue secuestrado, a plena luz del día, en el centro de Moscú. Se encontraba sentado en un taxi, esperando a su esposa y su hijo de corta edad, a la puerta de una farmacia, cuando dos hombres entraron de repente en el taxi y obligaron al conductor a arrancar el coche y partir a toda velocidad. Dos días más tarde lo devolvieron en un vuelo a Uzbekistán, el país del que había huido para buscar asilo, y donde lo habían torturado. Hasta la fecha, continúa en prisión. Su abogado ruso, Illarion Vasiliev, nos cuenta su historia.

La última vez que vi a  Mirsobir, estaba en los huesos. Siempre ha sido delgado, pero era un joven fuerte: seguro, hablador, despierto y culto. Muy agradable. Pero la última vez que lo vi, aquel día en el tribunal de Uzbekistán, había envejecido.

Unos meses antes, lo habían secuestrado a plena luz del día. Los agentes de seguridad rusos lo habían capturado en Moscú, donde lo mantuvieron recluido durante dos días, en un sótano. Posteriormente, lo llevaron al aeropuerto y se lo entregaron al Servicio de Seguridad de Uzbekistán en la pista, sin pasar por el control de fronteras. Lo devolvieron en un vuelo a Uzbekistán, donde fue golpeado y suspendido cabeza abajo, y donde le rompieron las costillas.

Desesperación y una cuchilla en las venas

Conocí a Mirsobir el verano anterior. Estaba detenido: lo habían apresado agentes rusos, que amenazaban con devolverlo a Uzbekistán, de donde había huido para buscar asilo político. No se puede devolver a nadie a Uzbekistán; los organismos internacionales han dicho repetidamente que allí se tortura a los detenidos. Pero Rusia sigue efectuando devoluciones.

Les pedí a unos cuantos tipos fuertes que vinieran conmigo al centro de detención: con frecuencia secuestran a la gente cuando sale del centro de detención en Rusia, y la devuelven a Uzbekistán. En efecto, cuando llegué allí reparé en dos jóvenes que había a la entrada. Tenían el típico aspecto de los agentes de seguridad. Mirsobir se había enterado también de que estaban en el centro de detención y, desesperado, se cortó las venas con una cuchilla.

Había sangre por todas partes, por toda la celda. Tuvieron que vendarle la herida, y desde allí lo llevaron a otro departamento de policía, donde lo tuvieron durante dos días. Su esposa y yo lo seguimos, y estuvimos vigilando todo el día y toda la noche. Durante todo ese tiempo, había dos hombres sentados en el interior de un coche aparcado a las afueras del edificio. No dejamos de observarlos.

Escondido durante meses

Finalmente, Mirsobir quedó en libertad, y volvió a esconderse en Moscú con su esposa y su bebé. Pero no tenía libertad. Los agentes del servicio de seguridad ruso fueron a buscarlo varias veces. En una ocasión, fueron a su apartamento. Consiguió esconderse, y no lo encontraron. La segunda vez, fueron al restaurante donde trabajaba su esposa. Mirsobir se ocultó tras una cortina, desde donde vio cómo los agentes hablaban con su esposa durante más de una hora. Ella, para despistarlos, le dijo a uno de ellos que había roto con Mirsobir. Por supuesto, al final lo encontraron.

Me gusta defender a refugiados políticos, como Mirsobir. A menudo, los solicitantes de asilo no hablan ruso y no tienen dinero, ni techo ni documentos. Y lo que es peor, tampoco tienen futuro. Por eso, la presión de su gobierno es muy importante. Las autoridades rusas y uzbekas quieren guardar las apariencias ante sus socios extranjeros, al margen de su escandaloso comportamiento con la ciudadanía de sus países.

Activistas de Amnistía, ¡estáis haciendo un excelente trabajo! Mientras que Mirsobir sea recordado y se hable de él en el extranjero, no lo matarán. Y tal vez no lo torturarán.

Únete a nosotros para reclamar a las autoridades rusas que investiguen eficazmente el secuestro de Mirsobir y su devolución a Uzbekistán, como consecuencia de la cual fue torturado. Actúa.