Las minas terrestres colocadas por el ejército de Myanmar a lo largo de la frontera con Bangladesh son una amenaza letal para los rohingyas que huyen

Las minas antipersonal —prohibidas internacionalmente— colocadas por las fuerzas de seguridad de Myanmar a lo largo de su frontera con Bangladesh han causado heridas de gravedad al menos a tres civiles, entre ellos dos menores, y, según informes, mataron a un hombre la semana pasada; así lo ha confirmado hoy Amnistía Internacional.

Basándose en entrevistas con testigos presenciales y en los análisis de sus propios expertos en armas, Amnistía Internacional ha documentado lo que parece ser un uso selectivo de las minas terrestres a lo largo de una estrecha franja que forma parte de la frontera noroccidental del estado de Rajine, del que 270.000 personas —según cálculos de la ONU— han salido huyendo de una gran operación militar en la última quincena.

“Esto supone bajar otro peldaño en una situación que ya era terrible en el estado de Rajine. El uso cruel de armas mortíferas y de efectos intrínsecamente indiscriminados por el ejército de Myanmar en rutas muy transitadas a lo largo de la frontera está poniendo en grave peligro la vida de personas corrientes, ha dicho Tirana Hassan, directora de respuesta a las crisis de Amnistía Internacional, actualmente en las inmediaciones de la frontera de Bangladesh con Myanmar.

“El ejército de Myanmar es uno de las poquísimas fuerzas gubernamentales del mundo, junto con las de Corea del Norte y Siria, que siguen utilizando abiertamente minas terrestres antipersonal. Las autoridades deben poner fin de inmediato a esta práctica abominable contra personas que ya están huyendo de la persecución.”

Algunas de las minas se han localizado cerca de Taung Pyo Let Wal (también llamado Tumbro), en el estado de Rajine, al borde de la frontera con Bangladesh. Muchos han huido de la zona hasta un campo improvisado para personas refugiadas en Bangladesh, pero cruzan la frontera con frecuencia para recoger provisiones o ayudar a otros a cruzarla.

En un caso ocurrido el 3 de septiembre, una mujer de unos 50 años que había cruzado de Bangladesh a Taung Pyo Let Wal pisó una mina terrestre en el viaje de regreso. Su pierna, de la rodilla para abajo, saltó en pedazos y está recibiendo tratamiento en un hospital bangladeshí.

Uno de sus familiares, Kalma, de 20 años, dijo a Amnistía Internacional: “Mi suegra había venido al pueblo [desde el campo de refugiados] a por agua para darse una ducha. Al cabo de unos minutos sentí una gran explosión y oí que alguien había pisado una mina. No me enteré de que había sido mi suegra hasta más tarde.”

Varios testigos presenciales dijeron que habían visto a efectivos de seguridad de Myanmar, incluido personal militar y de la policía de fronteras, colocando minas cerca de la frontera de Myanmar con Bangladesh.

Amnistía Internacional comprobó la autenticidad de las imágenes grabadas con teléfono móvil que mostraban las piernas destrozadas de la mujer inmediatamente después de la explosión. Expertos médicos concluyeron, por la naturaleza de las lesiones, que habían sido causadas por un potente dispositivo explosivo que había sido colocado en la tierra y dirigido hacia arriba, todo lo cual concordaba con una mina terrestre.

Otros residentes del pueblo mostraron fotos de al menos otra mina terrestre cerca de ese mismo lugar, cuya autenticidad también ha verificado Amnistía Internacional.

Esta semana se han registrado otras cuatro explosiones de presuntas minas en una confluencia de carreteras muy transitada cerca de otro pueblo fronterizo situado más al interior de Myanmar. Dos niños de 10 y 13 años resultaron heridos de gravedad y, según testigos y residentes locales, un hombre resultó muerto.

Un hombre de etnia rohingya que permanece escondido en las proximidades del mencionado cruce dijo que él y varios más habían encontrado al menos otras seis minas colocadas en la misma zona. Él y otros hombres habían puesto su propia vida en peligro desenterrando dos de las minas para proteger a los demás residentes.

Al menos una de las minas usadas es, al parecer, la mina terrestre antipersonal PMN-1, que está concebida para mutilar y lo hace de manera indiscriminada, según indica el análisis de las imágenes por los expertos en armas de Amnistía Internacional.

En un informe publicado en junio de este año, Amnistía Internacional documenta la colocación de minas terrestres antipersonal o dispositivos explosivos improvisados que matan y mutilan a personas, incluidos niños, tanto por el ejército de Myanmar como por los grupos étnicos armados que actúan en los estados de Kachin y Shan.

Apoyo militar internacional

El gobierno de Australia está impartiendo formación al ejército de Myanmar, y Rusia e Israel están entre los países que le suministran armas. Aunque la Unión Europea mantiene un embargo de armas sobre Myanmar, algunos Estados miembros han tomado medidas recientemente para proporcionar otras formas de apoyo, incluida formación.

Estados Unidos está estudiando también ampliar su cooperación militar con el ejército de Myanmar a través de talleres y cursos de formación.

“Los gobiernos del mundo que siguen impartiendo formación o vendiendo armas al ejército de Myanmar están sosteniendo una fuerza que ha emprendido una campaña despiadada de violencia contra la comunidad rohingya, equiparable a crímenes contra la humanidad. Esto tiene que acabar, y todo Estado que esté pensando en una relación semejante debe cambiar de rumbo inmediatamente”, ha dicho Tirana Hassan.

Esta misma semana, Aung San Suu Kyi, portavoz del Consejo de Estado de Myanmar, rechazó los informes de medios de comunicación sobre la colocación de minas terrestres por el ejército: “¿Quién puede afirmar con seguridad que esas minas no fueron colocadas por los terroristas?”.

Unos días más tarde, el secretario de Asuntos Exteriores de Bangladesh, Shahidul Haque, confirmó a la agencia de noticias Reuters que Dacca había presentado una queja formal ante Myanmar por la colocación de minas terrestres a lo largo de la frontera común de ambos países.

“Las autoridades de Myanmar deben dejar de hacer desmentidos en general. Todos los indicios apuntan a que sus propias fuerzas de seguridad están colocando minas terrestres que no sólo son ilegítimas, sino que ya han mutilado a personas corrientes”, ha afirmado Tirana Hassan.

“Lo que está aconteciendo ante nuestros ojos puede calificarse de limpieza étnica, en la que los rohingyas son perseguidos por su origen étnico y su religión. Jurídicamente son crímenes de lesa humanidad que incluyen el asesinato y la expulsión o el traslado forzoso de la población.”

“El gobierno de Myanmar debe poner fin de inmediato a la campaña emprendida contra los rohingyas y los espeluznantes abusos cometidos contra ellos. Asimismo debe permitir que los grupos humanitarios, incluidos equipos especialistas en desminado, tengan acceso sin restricciones al estado de Rajine.”