LAS TEMERARIAS DEVOLUCIONES DE REFUGIADOS DE LA UE A TURQUÍA SON ILEGALES

refugiadosdevueltosaturquiaUEAmnistiaInternacionalLa Unión Europea (UE) debe paralizar inmediatamente los planes de devolver a solicitantes de asilo a Turquía sobre la base ficticia de que es un “país seguro” para los refugiados, afirma Amnistía Internacional en un documento que publica hoy.

El documento, titulado, No safe refuge: Asylum-seekers and refugees denied effective protection in Turkey, detalla los defectos del sistema de asilo de Turquía y las dificultades que afrontan las personas refugiadas en ese país y que hacen que su devolución en aplicación del acuerdo UE-Turquía del 18 de marzo sea no sólo ilegal, sino inadmisible.

El documento muestra las dificultades que tiene el sistema de asilo de Turquía para hacer frente a más de tres millones de solicitantes de asilo y refugiados. Como consecuencia, los solicitantes de asilo pueden esperar años a que se estudien sus casos, tiempo durante el cual reciben poca o ninguna ayuda para encontrar alojamiento y sustento para sí y para sus familias, por lo que hay incluso niños de tan solo nueve años trabajando para mantener a sus familias.

El acuerdo UE-Turquía es temerario e ilegal. Las conclusiones de Amnistía Internacional desenmascaran la idea ficticia de que Turquía puede respetar los derechos y cubrir las necesidades de más de tres millones de solicitantes de asilo y refugiados”, dijo John Dalhuisen, director para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional.

“En sus constantes esfuerzos para impedir las llegadas irregulares a Europa, la UE está tergiversando a propósito lo que ocurre realmente en Turquía. Es de esperar que un nuevo sistema de asilo, en el país que acoge al mayor número de refugiados del mundo, tenga dificultades. Aunque es positivo apoyar y alentar a Turquía a que desarrolle un sistema de asilo totalmente operativo, la UE no puede actuar como si ya existiera.”

Turquía no protege a los refugiados

Pese a su actitud de bienvenida en general hacia los refugiados, el gran número de personas —cerca de 2,75 millones de refugiados sirios y 400.000 solicitantes de asilo y refugiados de otros países (principalmente Afganistán, Irak e Irán)— ha impuesto inevitablemente una considerable carga en el sistema de asilo de Turquía y su capacidad para cubrir las necesidades básicas de las personas.

El informe muestra que el sistema de asilo turco no pasa tres pruebas cruciales que exige superar el derecho internacional para que la devolución de solicitantes de asilo a Turquía sea legal: estatuto, soluciones duraderas y subsistencia.

  1. Estatuto

Turquía carece de capacidad para procesar solicitudes de asilo, lo que significa que cientos de miles de solicitantes de asilo y refugiados permanecen años en un limbo legal. Las autoridades turcas se han negado a facilitar a Amnistía Internacional estadísticas sobre asilo. Sin embargo, en abril informaron de que habían procesado alrededor de 4.000 solicitudes, es decir, el 4 por ciento de las 266.000 solicitudes registradas en la Agencia de la ONU para los Refugiados en 2015.

  1. Soluciones duraderas

Las personas refugiadas deben integrarse en el país de asilo, ser reasentadas en otro país o, si no hay riesgo, ser repatriadas a su país de origen. Sin embargo, Turquía niega el estatuto de refugiado completo, y con él la integración, a todas las personas refugiadas no europeas, mientras la comunidad internacional no proporciona ni de lejos opciones o plazas de reasentamiento suficientes. Esto deja a los refugiados en un dilema, pues no pueden construir una nueva vida en Turquía, pero tienen pocas esperanzas de que se les ofrezca la opción de reasentarse en otro país en los próximos años, si es que se les llega a ofrecer.

Faiza (nombre supuesto) y su hermana, ambas afganas, huyeron de sendos matrimonios forzados en Irán y fueron reconocidas como refugiadas en Turquía. Durante tres años esperaron en vano una entrevista en la embajada de un país de reasentamiento. Al final no vieron más opción que arriesgar la vida en el barco de un contrabandista para ir a Grecia.

Faiza dijo a Amnistía Internacional que si hubiera habido alguna perspectiva razonable de salir de Turquía sin riesgos y de forma regular, y algún apoyo mientras esperaban a que concluyera el proceso, ella y su hermana habrían esperado. Explicó: “Si hubiera habido alguna esperanza de reasentamiento, habríamos esperado. Nos aterrorizaba realmente el viaje a Europa porque sabíamos que era peligroso. Pero estábamos desesperadas. Nos dijimos: ‘Tal vez muramos, tal vez no lleguemos, pero no importa, porque no podemos quedarnos más tiempo en Turquía.’”

  1. Subsistencia

La inmensa mayoría de los refugiados sirios y de otros países se ven obligados a buscar alojamiento sin la ayuda del gobierno. Aunque las autoridades turcas han alojado a más de 264.000 refugiados sirios en campos en las provincias fronterizas del sur, no pueden razonablemente dar alojamiento al restante 90 por ciento (2,48 millones de personas) de refugiados procedentes de Siria. Mientras tanto, sólo ha proporcionado viviendas sociales a 100 de los 400.000 solicitantes de asilo y refugiados de otros países (el 0,0025 por ciento). Esto significa que aproximadamente tres millones de solicitantes de asilo y refugiados se ven obligados a cubrir sus necesidades de alojamiento por su cuenta.

El equipo de investigación de Amnistía Internacional entrevistó en Turquía a 57 personas refugiadas entre marzo y mayo de 2016. Todas describieron sus dificultades para sobrevivir sin apenas ayuda económica de las autoridades, pues la inmensa mayoría depende de la caridad de familiares, otros solicitantes de asilo o comunidades religiosas.

Contaron a Amnistía Internacional cómo viven en alojamientos precarios o improvisados, durmiendo a veces en mezquitas, parques y estaciones de metro porque no pueden pagar un alquiler. Dos familias afganas dormían bajo un puente en Estambul después de que tres de sus hijos se ahogasen en una travesía marítima fallida.

“Turquía es un anfitrión generoso con los refugiados, pero sus promesas a los líderes de la UE simplemente no se reflejan en la realidad. Los solicitantes de asilo y refugiados están atrapados durante años en Turquía y, mientras esperan, no se les da ni ayuda para subsistir ni el derecho a procurar su subsistencia”, dijo John Dalhuisen.

“Esta es la realidad que deben ver los líderes de Europa. Puede que sea políticamente conveniente externalizar su obligación legal de ayudar a las personas que huyen del conflicto, pero si creen que pueden hacerlo legalmente o sin infligir un dolor adicional a personas que ya huyen de un sufrimiento terrible, están en un trágico y muy evidente error.”

 Menores refugiados que trabajan para subsistir

El informe también advierte de que el trabajo infantil es habitual entre los refugiados en Turquía, pues las familias tienen dificultades para cubrir necesidades básicas.

Una siria madre de tres niños dijo a Amnistía Internacional que toda su familia de siete personas sobrevive con las 5-10 liras turcas al día (alrededor de 1,75-3,50 dólares estadounidenses) que gana su hijo de nueve años trabajando en una tienda de comestibles. Las heridas de metralla que sufrió su esposo en Siria le impiden trabajar.

La UE debe compartir, no externalizar, la responsabilidad

En lugar de trasladar sus responsabilidades a Turquía, la UE debería poner en marcha un ambicioso programa de reasentamiento para los refugiados que están actualmente en este país.

Mientras Turquía acoge a más de tres millones de solicitantes de asilo y refugiados, más que ningún otro país del mundo, los Estados miembros de la UE reasentaron colectivamente a sólo 8.155 refugiados de todo el mundo en 2015.

“La Unión Europea ha respondido a una de las catástrofes humanitarias más terribles de nuestra época levantando vallas, desplegando más guardias de fronteras y cerrando acuerdos dudosos con países vecinos para impedir que entre la gente. El resultado es dolor y sufrimiento, y más muertes en el mar”, concluyó John Dalhuisen.

Información complementaria: El acuerdo UE-Turquía ya está socavado por devoluciones desde Turquía a Afganistán, Irak y Siria

El 18 de marzo de 2016, la UE y Turquía firmaron un acuerdo sobre control de la migración de gran alcance (formalmente una declaración). A cambio de hasta 6.000 millones de euros, así como de concesiones políticas de la UE, Turquía accedió a aceptar de nuevo a todos los “migrantes en situación irregular” que llegasen a las islas griegas después del 20 de marzo.

La justificación del acuerdo UE-Turquía es la presunción de que Turquía es un país seguro al que pueden ser devueltos solicitantes de asilo y refugiados. Además de no respetar los derechos de las personas refugiadas dentro de Turquía (el tema de este informe), otra forma de calibrar si un país podría no ser “seguro” es si envía a personas a otros países donde estas corren el riesgo de sufrir violaciones graves de derechos humanos. Investigaciones anteriores de Amnistía Internacional ya han demostrado que a finales de 2015 y principios de 2016, se devolvió a solicitantes de asilo y refugiados que estaban en Turquía a lugares donde corren precisamente este riesgo: Afganistán, Irak y Siria.