Los países ricos ya están acaparando la nueva vacuna

En respuesta al anuncio de Pfizer-BioNTech de que su vacuna contra la COVID-19 es eficaz en el 90% de los casos, Tamaryn Nelson, investigadora de Amnistía Internacional sobre el derecho a la salud, ha declarado:

“Que la vacuna de Pfizer-BioNTech esté demostrando su eficacia contra la COVID-19 es una excelente noticia. Sin embargo, resulta preocupante que Pfizer-BioNTech haya llegado ya a acuerdos para suministrar más de mil millones de dosis a países ricos, dejando para el resto de los países del mundo menos de una cuarta parte de la producción prevista. Este tipo de acuerdos bilaterales pueden poner en peligro los posibles resultados de los avances científicos. Los beneficios de las grandes farmacéuticas no deben primar frente a la salud de miles de millones de personas.

“Pfizer-BioNTech debe aclarar urgentemente cómo va a optimizar el acceso a la vacuna en países de ingresos medios y bajos para salvar vidas. También debe compartir la tecnología de su vacuna con otros fabricantes a través de la iniciativa de Acceso Mancomunado a las Tecnologías contra la COVID-19 (C-TAP), puesta en marcha por la OMS para que los miles de millones de vacunas que el mundo necesita puedan producirse de la forma más rápida y barata posible. La pandemia no habrá acabado hasta que no haya acabado para todo el mundo.”

Información complementaria

Pfizer-BioNTech ya ha llegado a acuerdos para suministrar más de mil millones de dosis de su vacuna, con un suministro inicial de 100 millones de dosis a Estados Unidos, 30 millones a Reino Unido, 120 millones a Japón, 20 millones a Canadá, 1,5 millones a Nueva Zelanda y 200 millones a la UE, y posteriormente de 500 millones de dosis a Estados Unidos y 100 millones a la UE.

Dado que la empresa prevé poder fabricar 50 millones de dosis en 2020 y 1.300 millones en 2021, el número de posibles dosis que quedan disponibles para otros países es muy reducido. Hay que tener en cuenta que la vacuna debe administrarse dos veces a cada persona para que quede protegida contra la COVID-19.

La Organización Mundial de la Salud ha puesto en marcha una iniciativa, el Acceso Mancomunado a las Tecnologías contra la COVID-19 (C-TAP), a través de la cual las empresas pueden compartir voluntariamente la tecnología, la información y los derechos de propiedad intelectual de las vacunas contra la COVID-19. Hasta ahora no hay ninguna empresa que se haya unido a esta iniciativa, que el director general de Pfizer calificó de “absurda” cuando fue lanzada en mayo.