Mi viaje a Ucrania: El pueblo africano no debe celebrar el bombardeo ruso

Muleya Mwananyanda

©Andriy Dubchak/dia images via Getty Images

No podemos ignorar que algunas de las razones del apoyo a Rusia por parte de la población africana son legítimas, pero también son cada vez más redundantes. Sin un cambio, estas asociaciones pueden llegar a ser muy peligrosas.

“Esta guerra gira en torno a la superioridad étnica; es preciso que lo entendamos.” Esta fue la rotunda afirmación de un ciudadano bielorruso que conocí en el café Zigzag de Kiev durante mi reciente viaje a Ucrania como parte de una visita de investigación de Amnistía Internacional. Las cicatrices ennegrecidas de los edificios de Kiev, antaño impolutos, mostraban la guerra en un tono que me recordaba a los horrores de Ruanda. “Sí, y siempre nos han llamado los pequeños rusos”, fue la respuesta de una persona ucraniana, cuyo edificio de apartamentos colindaba con otro destruido por misiles rusos.

Como africana, el imperialismo me pone nerviosa y me aterra absolutamente el neocolonialismo, ya que nací en Zambia, que fue colonizada por Gran Bretaña y obtuvo su independencia en 1964. Puede que Ucrania esté muy lejos del interior de Kalomo, en el sur de Zambia, de donde proceden mis antepasados, pero algo de lo que aquí sucede me resulta terriblemente familiar.

Terror, terror y más terror es lo que se ha desatado en Ucrania desde que Vladimir Putin decidió enviar sus tropas y buques de guerra para anexionar Donetsk y Luhansk, en el este del país. Al igual que otros pueblos del mundo, el pueblo africano es muy consciente de la catástrofe que ha provocado esta guerra. Sin embargo, una gran parte apoya a Vladimir Putin o se muestra ambivalente ante la invasión rusa. Existen razones históricas que justifican esta ambivalencia, como las amistades forjadas entre los países africanos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Son justificaciones legítimas que no se pueden ignorar, pero también son cada vez más redundantes o incluso directamente peligrosas si dichas asociaciones no cambian.

Nos guste o no, la guerra entre Rusia y Ucrania tiene importantes repercusiones, y en ningún lugar serán más perjudiciales que en África, que alberga el mayor porcentaje de personas que viven en la pobreza en todo el mundo. A medida que el conflicto se intensificaba, supimos que más de 15.000 estudiantes africanos estaban matriculados en universidades ucranianas. A causa de la guerra, algunos de ellos ya han abandonado sus estudios de medicina y otras especialidades y han vuelto a casa. No podemos subestimar las contribuciones que estos estudiantes podrían haber hecho en un futuro en sus países de origen. Hubo indignación por el trato que recibió la población africana negra —lo que fue reconocido por las autoridades ucranianas— que intentó huir de Ucrania cuando estalló la guerra el 24 de febrero. Pero esto es la punta del iceberg.

África se arriesga a entrar en una espiral si ignora el impacto que esta invasión puede tener en las libertades y el desarrollo de nuestro continente. Al apoyar la invasión de un país soberano o aprobarla engreídamente basándose en la suposición de que Ucrania eligió alinear sus valores con Occidente, los partidarios de la agresión admiten básicamente que está bien que Putin ataque “siempre que sea contra personas con las que no estamos de acuerdo”. Según esta lógica, es correcto que alguien invada la casa de otra persona si cree que ésta se alinea con un vecino con el que el invasor no está de acuerdo. Según esta lógica, lo que importa no es la elección, sino el poder.

Este frágil razonamiento es una afrenta a los valores de la libertad a los que debe aspirar cualquier sociedad respetuosa con los derechos. El valor nostálgico del apoyo de Rusia a algunas luchas de liberación en África puede estar fuera de lugar si se tiene en cuenta que el interés de Moscú por el continente siempre ha sido tangencial, a pesar de la importante presencia de la Unión Soviética en África durante la Guerra Fría. Hay que recordar que Ucrania formaba parte de la Unión Soviética. El interés de Rusia debe verse ahora como las acciones de un país que busca limitar la influencia de otras potencias hegemónicas, como Estados Unidos y China.

El interés de Rusia siempre ha sido mantener su prestigiosa posición como potencia mundial. En los últimos años el país ha destacado por apuntalar regímenes opresivos en África, como en Libia, Sudán y Zimbabue, con el fin de neutralizar las libertades. ¿En qué se diferencian el enfoque de Rusia y el afán de hegemonía mundial de Occidente?

Durante las luchas por la liberación de África en los años 60 y 70, mientras que Cuba adoptó una postura moral y luchó contra las fuerzas imperialistas occidentales enviando tropas de tierra y otro tipo de apoyo técnico y material, la Unión Soviética (incluida Ucrania) adoptó un enfoque prudente para minimizar el riesgo proporcionando ayuda política, económica y técnica a los países “amigos”. Actuó por el deseo de contrarrestar la influencia de otros, no por un amor eterno al pueblo africano. Y sigue siendo así.

El pueblo africano debe entender que la agresión rusa es tan inmoral y dañina como el colonialismo o el imperialismo occidentales, que los ataques a la población civil en Borodyanka y Bucha son tan catastróficos como lo fue el genocidio de los hereros a manos de los alemanes a principios del siglo XX, y que el asedio a Mariúpol es tan salvaje como los continuos ataques contra la población palestina en Cisjordania y la Franja de Gaza.

He visto escombros aún apilados en Bucha y Borodyanka. Escombros que podrían tardar semanas, meses o incluso años en ser retirados. Habrá personas que seguirán perdiendo la vida o que quedarán dañadas para siempre. Esta es la historia de muchas personas africanas. África no debe olvidar su historia. El continente se liberó del yugo del colonialismo a cambio de sangre y vidas. Debería condenar la beligerancia de Putin. No debe permanecer indiferente ante el sufrimiento de millones de personas ucranianas. Ese mismo dolor sigue presente en Somalia, Sudán y Sudán del Sur, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Malí… Y la lista continúa.

Es frustrante ver al pueblo africano entusiasmado al ver a sus políticos enzarzados en el “y tú más”. Hay quienes han apoyado la decisión de no respaldar la resolución de la ONU que condena la invasión rusa de Ucrania. Al hacerlo, se unen a Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Rusia y Siria, todos ellos países cuyas autoridades tienen un dudoso historial de derechos humanos.

Teniendo en cuenta lo que ha sufrido África, incluidas las atroces violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas imperialistas, asentir a modo de aprobación mientras se bombardean los hogares de personas indefensas no es algo que deba celebrarse bajo ninguna circunstancia. La neutralidad tampoco es una opción, ya que está en contradicción con el Acta fundacional de la Unión Africana, que adopta una postura moral sobre la integridad territorial, el respeto por los derechos humanos y el Estado de derecho. El Acta también recuerda las “luchas heroicas hechas por nuestros pueblos y nuestros países por la independencia política, la dignidad humana y la emancipación económica”. Con tan nobles recuerdos, resulta por tanto contradictorio entrar en el “y tú más” que ha caracterizado la guerra contra Ucrania.

En su último documento informativo, “He is Not Coming Back, Amnistía Internacional ha documentado las atroces ejecuciones de civiles y los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas rusas en las zonas del noroeste de la provincia de Kiev. Las historias que se relatan en el informe son tan desgarradoras como increíbles. No hay nada en esos ataques que respalde la declaración que Putin hizo antes de enviar sus tropas a invadir Ucrania, en la que dijo: “Nuestra política se basa en la libertad, la libertad de elección de cada uno para determinar independientemente su propio futuro y el de sus hijos e hijas.”

Aunque no nos guste el racismo que se exhibe en Europa, incluida Ucrania, tomar partido y condenar a Rusia no tiene por qué ser sinónimo de apoyar sin reservas a Ucrania o a Occidente. Adoptar una postura basada en principios y condenar las violaciones de los derechos humanos en cualquier circunstancia es correcto, independientemente del color de la piel de las personas o de su procedencia. DM/MC

Muleya Mwananyanda, directora adjunta de Investigación para África Austral de Amnistía Internacional. Muleya formó parte de la delegación de Amnistía que visitó Ucrania. Allí fue testigo de primera mano del sufrimiento humano provocado por la invasión y la guerra de agresión rusas.