Pakistán: Un ensayo fotográfico que plasma la vida en una de las ciudades más calurosas del mundo ilustra el devastador impacto de la crisis climática para las poblaciones más pobres del planeta

Environmental Human Rights Defenders at March for the Climate in Katowice, 8 December 2018.

En vísperas de la decisiva Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26, un nuevo ensayo fotográfico realizado por Amnistía Internacional para documentar las vidas de las personas que residen en Jacobabad (una de las ciudades más calurosas del mundo) ofrece una cruda ilustración del impacto del cambio climático en los derechos humanos, y subraya la inmediatez de la crisis climática para algunas de las personas más pobres del planeta.

La recopilación, titulada “Unliveable for Humans” (Inhabitable para los seres humanos), utiliza imágenes y testimonios para mostrar la miríada de formas en que el hecho de no abordar la crisis climática afecta a los derechos a la salud, la educación y un medioambiente saludable para quienes residen en Jacobabad, una ciudad de unos 200.000 habitantes en la provincia de Sind, donde la temperatura ha superado regularmente los 50°C en los últimos cuatro veranos. Al menos en cuatro ocasiones desde 1987, los niveles de temperatura y humedad han alcanzado un umbral descrito por los expertos como “más caluroso de lo que un cuerpo humano puede gestionar”* en esta ciudad, una de las dos únicas ciudades del mundo que han llegado a esa nada envidiable situación.

“Estas imágenes y testimonios deberían servir como aleccionador recordatorio para los participantes en la COP26 de que la riqueza de los países industrializados, basada en combustibles fósiles y prácticas no sostenibles, ha puesto en peligro la supervivencia de millones de personas en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo”, ha manifestado Rimmel Mohydin, responsable de campañas sobre Asia Meridional de Amnistía Internacional.

“Para quienes viven en Jacobabad, al igual que para muchas otras personas en todo el mundo, y especialmente en el Sur global, la crisis climática no es una amenaza distante, sino una realidad cotidiana. No queda tiempo para las dudas, las tácticas dilatorias y las soluciones a medias, cuando los derechos humanos de tantas personas se enfrentan ya a semejante amenaza sin precedentes.”

La vida en Jacobabad se rige por los intentos de escapar del calor: sus habitantes recurren a todos los medios disponibles, desde los ventiladores movidos por burros hasta el uso de enormes bloques de hielo para refrescar los suelos. Para mantenerse frescos durante la jornada laboral, los trabajadores agrícolas utilizan con frecuencia bombas de mano para darse duchas rápidas o se sumergen en las sucias aguas residuales que se acumulan en los campos bajos, exponiéndose a infecciones de piel. Shah Bux, residente local, contó a Amnistía Internacional que, para combatir el calor, “los niños y niñas se acuestan con la ropa mojada. Es la única manera de que puedan dormir”.

La población de Jacobabad permanece sumida en la pobreza y sometida a prácticas laborales que constituyen explotación, en una situación agravada por el calor abrasador del que no tienen respiro. Algunas de las personas que más riesgo corren en la ciudad son las aproximadamente 5.000 que trabajan en la fabricación de ladrillos; estas personas producen un cupo diario de 1.000 ladrillos por menos de 5 dólares estadounidenses al día, trabajando junto a hornos hirvientes al aire libre, a menudo sin ninguna protección contra el calor.

“Con ese calor cuesta respirar pero, si descanso, mi familia y yo pasaremos hambre. Así que, ¿cómo voy a hacer una pausa?”, dijo Gulab Birohi, peón agrícola y trabajador de una fábrica de ladrillos, de 70 años de edad, a Amnistía Internacional.

Las mujeres de la ciudad están especialmente expuestas al calor extremo, pues no tienen el mismo acceso a mecanismos de refrigeración que otras personas. Las convenciones sociales dictan que no pueden darse baños rápidos en público, como hacen los hombres, ni meterse en las masas de agua cercanas, como hacen los niños. A menudo se ven obligadas a dormir en el interior de casas sofocantes porque si duermen al raso pueden sufrir violencia sexual y de género.

La capacidad de Jacobabad para hacer frente al calor extremo se ha visto mermada por la deforestación descontrolada y la escasez de energía, así como por la falta de acceso a agua y vivienda adecuada. La mayoría de las escuelas carecen de electricidad y resultan en gran parte inaccesibles a causa de la ausencia de transporte público. La reticencia a caminar grandes distancias en pleno calor hasta escuelas inadecuadamente equipadas para protegerlos de las altas temperaturas ha provocado que muchos niños y niñas abandonen la educación.

“A menos que los y las dirigentes mundiales se comprometan tomar en la COP26 las medidas audaces y concertadas que tan desesperadamente se necesitan, ciudades como Jacobabad seguirán sufriendo un calor y una humedad cada vez más extremos”, ha declarado Rimmel Mohydin.

Amnistía Internacional pide también a las autoridades de Pakistán que pongan en marcha medidas adecuadas de adaptación climática para proteger de forma efectiva los derechos de la población de Jacobabad en el contexto de unas temperaturas cada vez más altas y días cada vez más frecuentes de calor insoportable.

Información complementaria

En vísperas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26, Amnistía Internacional pide a todos los países que se comprometan a alcanzar unos objetivos de reducción de emisiones ambiciosos y que tengan en cuenta los derechos humanos para mantenernos por debajo de un aumento global de temperatura de 1,5°C. Aquí encontrarán la lista completa de llamamientos de Amnistía Internacional, y aquí encontrarán más información sobre la postura de la organización respecto a los derechos humanos y el cambio climático.

Se prevé que Pakistán sea uno de los países más afectados por el aumento de las temperaturas en las próximas décadas: recientes conclusiones conjuntas del Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Mundial han destacado su creciente riesgo de fenómenos climáticos extremos e inseguridad alimentaria.

El gobierno paquistaní ha trabajado activamente sobre el cambio climático, y ha llamado una y otra vez la atención hacia la vulnerabilidad de su país y la falta de responsabilidad por la crisis. Se ha anunciado una serie de nuevas medidas contra el cambio climático, pero quienes residen en Jacobabad aún no se han beneficiado de ellas. En la ciudad no se han iniciado programas de reforestación, a sus habitantes no se les han proporcionado fuentes fiables de energía renovable, y también sigue siendo difícil acceder a asistencia e información para hacer frente a las olas de calor.

*Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Loughborough y publicada en mayo de 2020 concluyó que Jacobabad y Ras al Khaimah (en Emiratos Árabes Unidos) habían alcanzado niveles de calor y humedad en los que el cuerpo humano ya no puede refrescarse mediante el sudor: una situación que puede provocar la muerte de una persona en cuestión de horas.