Raul, Brasil
Me llamo Raul Santiago y soy activista de derechos humanos y periodista. Tengo 31 años y vivo en la favela Complexo do Alemão, en el norte de Río de Janeiro.
La pandemia de coronavirus es muy difícil aquí. Mucha gente vive en alojamientos precarios de pocas habitaciones y muchas personas. Las familias muy pobres no tienen nada que comer cuando tienen que aislarse socialmente y están teniendo que depender de los donativos de comida.
Consejos básicos de la Organización Mundial de la Salud, como lavarse las manos varias veces al día, son imposibles de cumplir para muchas personas aquí. Hace falta solidaridad para superar la desigualdad y el virus.
La reciente pandemia está poniendo de manifiesto las desigualdades en mi país y en otros. El agua es un derecho humano, pero aquí sigue faltando. El saneamiento básico es lo mínimo que debería tener la gente para vivir con dignidad, pero las cloacas abiertas continúan siendo una realidad.
«Hacemos lo que podemos con lo mínimo», Raúl.
La mayoría de la gente que vive donde yo vivo, si la sometieran hoy a una cuarentena total, no tendría agua apta para el consumo ni nada que comer; empezarían a pasar hambre en menos de una semana.
Nos faltan los recursos mínimos para poder contener la propagación de este virus, y esto es porque no se garantizan nuestros derechos humanos más básicos. Necesitamos toda la ayuda posible.
Formo parte de un grupo de activistas que ha creado una oficina de crisis aquí, en Complexo do Alemão. Tratamos de hacer labores de concienciación y prevención, además de pedir donaciones para ayudar a las personas en pobreza extrema que viven aquí.
Recibimos peticiones de ayuda todos los días: de comida, de agua y de simples productos de limpieza. Es apremiante. Hacemos lo que podemos con lo mínimo y sin recursos del gobierno.