TÚNEZ: 25 AÑOS SIN QUE SE VISLUMBRE JUSTICIA POR LA MUERTE POR TORTURA DE FAYSAL BARAKET

faysalbaraketDe Bénédicte Goderieaux, North Africa Researcher at Amnesty International

El sábado 8 de octubre se cumplen 25 años de la muerte por tortura de Faysal Baraket en una comisaría de policía de la ciudad costera de Nabeul tras haber denunciado la brutalidad policial. Tenía sólo 25 años y estudiaba para obtener un título en matemáticas y física en la universidad de la ciudad de Túnez

El caso de Faysal Baraket es emblemático de la tortura y otros malos tratos generalizados que llegaron a ser un sello distintivo del gobierno del presidente Zin el Abidín ben Alí, y del extraordinario empeño de las autoridades tunecinas en paralizar las investigaciones y ocultar los crímenes cometidos por agentes del Estado. Para la familia de Faysal, el dolor que siguen sufriendo por su pérdida se agrava debido a la persistente injusticia que rodea su caso.

Un cuarto de siglo después, ni una sola persona sospechosa de cometer, ordenar o consentir la tortura de Faysal Baraket ha comparecido ante la justicia. En el marco de una investigación judicial en curso, abierta en 2009 —la cuarta iniciada en este caso—, algunos agentes de policía fueron citados a comparecer para ser interrogados, pero nadie ha llegado a prestar declaración ante el juez encargado de investigar la muerte de Faysal Baraket. Su hermano Jamal dice que “siguen llevando una vida normal sin tener que esconderse, desafiando al poder judicial”.

Al principio la investigación pareció avanzar tras el derrocamiento de Ben Alí. Los restos de Faysal Baraket fueron exhumados en marzo de 2013, en presencia de su familia, jueces y médicos forenses tunecinos, el patólogo forense británico Dr. Derrick Pounder y una delegación de Amnistía Internacional. La exhumación reveló nuevos datos forenses de su tortura que se incorporaron a la investigación judicial, lo que hizo concebir esperanzas de que por fin se haría justicia por su homicidio. Pero tres años después sigue sin haber conclusión alguna y las esperanzas de que se logren avances también se están desvaneciendo.

Faysal Baraket, que era miembro del partido opositor islamista Ennahda, entonces prohibido, había criticado en una entrevista emitida por televisión el 8 de marzo de 1991 la gestión gubernamental de los enfrentamientos entre estudiantes y policías que se había saldado con la muerte de varios estudiantes.Se vio obligado a pasar a la clandestinidad y fue condenado in absentia a seis meses de prisión por delitos que incluían la pertenencia a una organización ilegal. Siete meses más tarde, el 1 de octubre, agentes de policía detuvieron a su hermano Jamal, al parecer para presionar a Faysal para que se entregara. Jamal fue torturado en repetidas ocasiones mientras estuvo detenido. Menos de una semana después, Faysal Baraket fue detenido en el lugar donde se escondía.

Después de su muerte, las autoridades tunecinas organizaron una maniobra de encubrimiento para ocultar su tortura, y afirmaron que había muerto en un accidente de automóvil. Pero ya desde enero de 1992 Amnistía Internacional había reunido declaraciones de testigos que afirmaron que habían oído los gritos de Faysal Baraket mientras era torturado y golpeado durante horas en la comisaría de policía de Nabeul. Más tarde lo vieron desplomado en un pasillo, inconsciente. Su cuerpo estaba contorsionado en la postura que se utiliza en el método de tortura llamado “pollo asado”, en el que se ata a la víctima a un palo horizontal con las manos y los pies cruzados encima y atados juntos. Tenía hematomas en la cara y cortes alrededor de los ojos.

Un informe de la autopsia al que tuvo acceso Amnistía Internacional, y que fue examinado por el prestigioso experto forense Dr. Derrick Pounder, reveló que Faysal había sido violado con un objeto y que sus pies y sus nalgas habían sido brutalmente golpeados. Las lesiones indicaban la existencia de una constante de agresión física sistemática. Conclusión: de ningún modo la causa de la muerte de Faysal Baraket fue un accidente de tráfico.

Es absolutamente insostenible que, ante pruebas tan patentes y después de tantos años, nadie haya rendido cuentas por su muerte. La exhumación de los restos de Faysal Baraket no se llevó a cabo finalmente hasta después del final del gobierno de Zin el Abidín ben Alí, 14 años después de haber sido recomendada por el Comité contra la Tortura de la ONU.

Pero ahora el peligro es que este legado de impunidad pueda seguir alimentando la tortura y otros malos tratos en el Túnez actual. En enero de 2016, Amnistía Internacional reveló nuevos datos sobre muertes bajo custodia y torturas que mostraron que estos delitos persisten. Desde 2011 han tenido lugar al menos seis muertes bajo custodia que no se han investigado de manera efectiva o en las que no se ha producido ningún enjuiciamiento criminal.

Ha llegado la hora de que Túnez rompa con su pasado y haga justicia a la familia de Faysal Baraket y a las muchas víctimas de tortura del gobierno de Zin el Abidín ben Alí, así como a quienes han sido torturados desde que su régimen tocó a su fin.

Las autoridades tunecinas deben cooperar plenamente con las investigaciones judiciales sobre muertes bajo custodia y tortura, lo que incluye garantizar que los agentes de seguridad convocados para ser interrogados comparecen ante los investigadores. Las investigaciones judiciales deben llevarse a cabo de manera exhaustiva, independiente, imparcial y con diligencia debida. Para que esta clase de brutalidad termine, los presuntos autores deben comparecer ante la justicia.

Sólo entonces será posible restablecer la confianza de la población tunecina en el sistema de justicia y las fuerzas de seguridad.

Este artículo fue publicado por primera vez en el Huffington Post; para consultarlo, haga clic aquí.