Las imágenes de manifestantes atravesando nubes de gas lacrimógeno o en enfrentamientos con la policía antidisturbios se han convertido en algo tristemente familiar en Hong Kong. Pero las batallas en las calles no son lo único que está sembrando el miedo entre quienes participan en las protestas.
Desde que comenzó el actual movimiento de protestas en Hong Kong, circulan acusaciones de acoso y agresiones sexuales a manifestantes. Hay denuncias de agresiones en comisarías de policía, imágenes de policías que dejan al descubierto la ropa interior de mujeres durante la detención y acusaciones de registros corporales sin ropa humillantes e innecesarios.
Las pocas mujeres que han hablado públicamente de esto han sufrido una reacción adversa masiva. Se han filtrado en Internet los datos personales de algunas; otras han sido atacadas con vídeos falsos de contenido sexual o han recibido llamadas telefónicas de acoso. Aunque gran parte de estos abusos son obra de troles anónimos, las autoridades de Hong Kong, al difamar a quienes protestan y no abrir una investigación independiente sobre la conducta indebida de la policía, han creado un clima que contribuye a que prosperen.
¿Cuánto se ha propagado este problema?
El estigma social y el miedo a denunciar dificultan la obtención de una idea precisa de la prevalencia de la violencia sexual, algo que es cierto en cualquier lugar. En Hong Kong, es más complicado debido a que muchas personas no quieren que sus familias o empleadores sepan que están participando en protestas.
En octubre, el organismo de Hong Kong encargado de vigilar la igualdad de oportunidades informó de que, desde mediados de junio. había recibido más de 300 “peticiones de información” sobre acusaciones de acoso sexual por parte de la policía, pero ninguna denuncia de presuntas víctimas.
Sin embargo, las declaraciones e investigaciones de las organizaciones locales indican que el problema es sistemático. Según una encuesta online realizada por Rainlily, una organización que presta ayuda a sobrevivientes, 67 participantes en el estudio (58 mujeres y 9 hombres) dijeron haber sufrido violencia sexual en relación con las protestas: desde ser víctima de lenguaje sexualmente explícito hasta sufrir una “relación sexual ilegítima debido a amenaza o intimidación”, y fueron señalados como perpetradores tanto policías como contramanifestantes.
Algunas personas que participaron en protestas han denunciado de forma anónima, por ejemplo, en una concentración #ProtestaTambién (#ProtestToo) realizada el pasado verano.
Pero el problema ha logrado ocupar titulares de todo el mundo en parte gracias a las denuncias de dos valientes jóvenes: “Ms X” y Sonia Ng. Ambas han sufrido reacciones negativas y críticas públicas que ilustran las dificultades de hablar públicamente sobre violencia sexual.
Ms X y Sonia Ng
El 9 de noviembre, la policía de Hong Kong confirmó que una mujer había formalizado una denuncia el 22 de octubre en la que decía que la habían violado varios agentes en la comisaría de Tsuen Wan. La joven de 18 años, conocida sólo como Ms X, dijo que se había sometido a un aborto tras el incidente y que había autorizado a la policía a que tomara una muestra de ADN del feto para ayudar a identificar a uno de sus agresores.
Lo inquietante es que, tras la denuncia de Ms X, la policía esgrimió una orden de registro para sacar el historial médico de Ms X, y sin el consentimiento de ésta, de la consulta de su médico particular, que incluía datos de mucho antes de la acusación.
Cuando Ms X supo lo que había pasado, recurrió contra la orden de registro ante el tribunal, cuyo titular canceló la orden tras volver a examinar el caso.
En un claro intento de desacreditarla, se filtraron en Internet detalles de su caso. Además, según las informaciones publicadas en los medios de comunicación, Tse Chun-chung, superintendente jefe de la División de Relaciones Públicas de la Policía de Hong Kong, declaró a un grupo selecto de medios que Ms X estaba “un poco chiflada”, aunque Tse ha negado haber hecho dichas afirmaciones.
Según el equipo jurídico que asesora a Ms X, ésta “ha llegado a la conclusión de que no se puede confiar en que la policía de Hong Kong investigue imparcialmente sus denuncias ni, en realidad, ninguna denuncia penal relativa a agentes de policía”.
Sonia Ng, alumna de la Universidad China de Hong Kong, es la única manifestante que ha acusado a la policía de violencia sexual con su nombre real. Afirma que unos agentes de policía la golpearon en los pechos cuando estaba detenida. Su decisión tuvo un precio.
“La gente dice cosas como: ‘claro, es promiscua’”, dice.
“Otras personas han puesto en duda que esté diciendo la verdad, y han dicho cosas sobre mis antecedentes familiares y mi salud mental. La gente no quiere reconocer las cuestiones que he planteado, prefiere deshacerse de la persona que las plantea”.
Campañas de desprestigio
Durante las protestas contra el proyecto de ley sobre extradición, las autoridades de Hong Kong vienen descalificando a quienes las protagonizan afirmando que “provocan disturbios” y llamándolos “enemigos del pueblo”. Esta clase de campaña de desprestigio, utilizada por medios de comunicación y foros online progubernamentales, adopta un elemento sexual concreto cuando se trata de mujeres..
En septiembre, la consejera ejecutiva Fanny Law dijo, en una entrevista radiofónica, que había mujeres que estaban ofreciendo “sexo gratis” a manifestantes. En esas mismas fechas, se difundió en Internet una serie de fotos de mujeres desnudas con máscaras que supuestamente ofrecían sexo a manifestantes. Aunque más tarde se descubrió que la foto era una captura de pantalla de un vídeo pornográfico, el rumor siguió proliferando en las redes sociales.
En un ejemplo, se modificó con Photoshop la foto de una mujer que llevaba un cartel que decía “Policía de HK, violación y asesinato” para que dijera “Mujer de solaz de HK, disponible para sexo con cucarachas” (cucarachas es una palabra que algunas personas utilizan para referirse despectivamente a quienes protestan).
La periodista Amy Ip contó a Amnistía la campaña de abusos online que comenzó cuando habló públicamente contra la policía. Amy interrumpió una conferencia de prensa de la policía para criticar el trato violento que ésta infligía a periodistas en las protestas y leyó una declaración que decía que se estaba impidiendo que los medios de comunicación hicieran su trabajo.
Poco después, el nombre, la foto y otros datos personales de Amy, incluido su número de teléfono, fueron publicados en las redes sociales y en medios progubernamentales. Es significativo que la foto difundida fuera la del pase de prensa de Amy, que ésta había obtenido ese mismo día y del que la policía había hecho una foto.
Luego los troles de Internet empezaron a difundir un vídeo sexual en el que aparecía una mujer que decían que era Amy, junto con afirmaciones de que estaba “ofreciendo sexo gratis” a los manifestantes.
“Durante unos días recibí llamadas telefónicas anónimas por la noche. Toda mi familia estaba preocupada”, dice Amy. “Estaba en el punto de mira por accidente. Mi madre consideró la posibilidad de marcharse del país”.
Falta de una investigación efectiva
Amnistía Internacional ha pedido reiteradamente una investigación independiente e imparcial sobre la conducta de la policía de Hong Kong. El gobierno señala un mecanismo existente, el Consejo Independiente de Denuncias contra la Policía, como el cauce adecuado. Pero un panel de personas expertas extranjeras designadas por el gobierno afirmó que este organismo carece de “las facultades, la capacidad y la competencia para investigar de forma independiente necesarias para enfrentarse a la magnitud de las recientes protestas y cumplir las normas internacionales que se exigen a un organismo de vigilancia de la actuación policial que opera en una ciudad que valora las libertades y los derechos”.
Según el equipo jurídico que asesora a Ms X, ésta presentó su denuncia a través de los cauces adecuados, aguantó un interrogatorio invasivo y se sometió a un reconocimiento médico cuando se lo pidió la policía, sólo para ser objeto de una evidente campaña de desprestigio.
Ms X cree ahora que la policía no tiene capacidad para investigarse a sí misma, y no es la única persona que lo piensa. Sólo dos personas encuestadas dijeron a Rainlily que habían denunciado lo ocurrido a la policía. La razón más habitual para no denunciar era la falta de confianza en la capacidad de la policía para gestionar la denuncia. La organización insta ahora a la relatora especial sobre la violencia contra la mujer que estudie el problema.
La acusaciones de violencia sexual son una razón de peso más para establecer una investigación independiente e imparcial sobre la conducta de la policía de Hong Kong. Hay que acabar con los abusos contra manifestantes.