por Carolina Castillo Quintana, Integrante del equipo de Diversidad Sexual, Amnistía Internacional Chile
Cuéntame una historia/En que pueda ser/Un rey, héroe o princesa/Quien gana, quien sueña, quien es/Porque en la realidad/ las brujas ya vienen por mi/a burlarse y a hacerme infeliz/…/Rodeado de gigantes/que dictan cómo es/la vida que no quiero/qué puedo y que debo hacer/y no me creo dueño/del mundo ni de la verdad/solo busco un poco de paz.
(Veró, Cuéntame una historia, de la BSO del documental Niños rosados y niñas azules)
El día 17 de mayo de 1990, y después de una larga lucha, finalmente la OMS sacó la homosexualidad de la lista de “enfermedades mentales”. Hoy reservamos ese día para recordar que queda mucho para eliminar la discriminación homofóbica y transfóbica.
La despatologización completa de la orientación sexual ha producido lentos pero sostenidos logros en favor de los derechos humanos de todas aquellas personas cuya orientación sexual es diferente a la norma heterosexual. Sin embargo, la OMS tiene una deuda pendiente y muy urgente con las personas trans. La despatologización de las identidades trans debe ser completa, sin “letra chica”, como pareciese venir en el nuevo Manual de Clasificación Internacional de Enfermedades que se publicará durante 2018. Lo decimos fuerte y claro: lo único que “enferma” a las personas con identidades trans es la discriminación y la violencia que deben sufrir día a día.
En el caso de Chile, el retraso de la publicación de este Manual ha provocado que ciertos sectores del Congreso dilaten y saboteen la tramitación de una ley que proteja y reconozca la identidad de género, tal como lo exige Amnistía Internacional. Muchas veces han esgrimido el supuesto “factor patológico” de las identidades trans, basándose precisamente en este manual obsoleto. Y no sólo eso: han conseguido enviar a la Cámara Alta dos indicaciones que de ser aprobadas, convertirían al Estado en responsable directo de violaciones a los derechos humanos de estas personas.
El proyecto deja fuera a las personas menores de edad y una persona adulta deberá batallar en Tribunales en caso de que “un tercero familiar se oponga”. Esto vulnera su derecho a la identidad de género, impidiéndoles muchas veces estudiar y trabajar. Esperamos que durante su discusión en el parlamento, puedan reconsiderarse estas indicaciones para que la ley realmente proteja y reconozca la identidad de género de todas y cada una de las personas en nuestro país.
A pesar de todo, se han realizado avances: La Superintendencia de Educación junto al Mineduc han publicado dos documentos pioneros en el respeto y protección de los derechos de las personas con Identidad de género y orientación sexual diversa: Una de ellas es la Circular de Derechos de niñas, niños y jóvenes trans en el ámbito de la educación, y la otra es una Circular con Orientaciones para la Inclusión de Personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex. Son buenas noticias, pero se necesita una Ley que de verdad reconozca y de protección a la identidad de género para que el derecho de estes niñes esté asegurado y consagrado en nuestra legislación.
La ONU recomienda la despatologización de las identidades Trans. La CIDH nos recuerda en su Informe sobre Violencia contra personas LGBTI las consecuencias de no garantizar sus derechos fundamentales. Sin embargo, estas recomendaciones no serán más que palabras de buena crianza sin una voluntad política real por parte de la OMS de eliminar por completo a las identidades trans del CIE-11. Ha pasado demasiado tiempo. Las personas con identidades trans ya no pueden esperar más.