José Zalaquett fue un destacado abogado y académico que dedicó su vida a la lucha por los derechos humanos, la verdad y la justicia en todo el mundo.
Inició su trabajo de derechos humanos como estudiante de derecho haciendo campaña por Salvador Allende en Chile. Tras la elección de Allende como presidente en 1970, José Zalaquett se desempeñó como ministro de gabinete, puesto que dejó para desempeñarse como académico en la universidad. En 1973, el General Augusto Pinochet dirigió un violento golpe militar que derrocó por la fuerza al gobierno elegido de Allende e impuso una dictadura militar de 1973 a 1990. En ese período, miles de personas fueron detenidas, encarceladas, torturadas y asesinadas.
Después del golpe de Estado, José Zalaquett fundó el Comité Pro Paz para brindar apoyo a las víctimas del régimen militar. Bajo el liderazgo de Zalaquett, el Comité, más tarde conocido como la Vicaría de la Solidaridad, fue la principal organización de derechos humanos que operó en Chile durante la dictadura. La Vicaría defendió a cientos de detenidos y ayudó a los familiares de los desaparecidos a exigir legalmente el paradero de sus seres queridos. En represalia por su trabajo, José Zalaquett fue encarcelado en 1975 y 1976, y enviado al exilio en 1976.
“José Zalaquett fue un destacado abogado de derechos humanos que deja un enorme legado. Su tiempo con Amnistía Internacional, como presidente de la Junta Internacional y más tarde como Secretario General Adjunto, fue un regalo para todas y todos nosotros. Su pasión y sabiduría por luchar por los derechos de las personas han sido una inspiración para el movimiento de Amnistía”, Sarah Beamish, presidenta de la Junta Internacional de Amnistía Internacional.
Salió de Chile con dos oficiales militares que lo acompañaron hasta su avión, donde lo sentaron y le abrocharon el cinturón de seguridad. Se trasladó primero a Francia y luego a los Estados Unidos, donde se unió a Amnistía Internacional para exigir, junto con muchos otros exiliados chilenos, el fin de la dictadura de Pinochet y generar conciencia en la comunidad internacional sobre la situación en su país de origen. Pepé, como se le conocía cariñosamente, se convirtió en presidente del Comité Ejecutivo Internacional de Amnistía Internacional, y más tarde en su Secretario General Adjunto.
Diez años después, regresó a Chile. En 1990 José Zalaquett fue nombrado miembro de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, y junto con sus nueve colegas escribió un informe sobre el destino de las víctimas del régimen de Pinochet. Como tal, se convirtió en una autoridad respetada internacionalmente en materia de verdad y reconciliación, asesorando a comisiones de derechos humanos similares en tres continentes. Entre 2001 y 2005 José se desempeñó como Comisionado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, incluyendo un período como su presidente.
También fue miembro de la Comisión Internacional de Juristas y de la Comisión Asesora Presidencial para la Integridad Pública y Transparencia, y miembro de la junta directiva del capítulo chileno de Transparencia Internacional. José Zalaquett llevó a cabo misiones de derechos humanos en numerosos países de África, las Américas, Oriente Medio y el sudeste asiático, trabajando en cuestiones de justicia transicional. Escribió extensamente sobre derechos humanos en libros, revistas y periódicos especializados.
Fue un destacado profesor en diferentes universidades. José Zalaquett recibió doctorados honorarios de la Universidad de Notre Dame y de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Entre sus galardones se encuentran el premio de la Fundación MacArthur (1990 a 1995), el Premio UNESCO de Enseñanza de los Derechos Humanos (1994), el Premio B’nai B’rith de Derechos Humanos y el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (Chile, 2003).
“José Zalaquett fue un destacado abogado de derechos humanos que deja un enorme legado. Su tiempo con Amnistía Internacional, como presidente de la Junta Internacional y más tarde como Secretario General Adjunto, fue un regalo para todas y todos nosotros. Su pasión y sabiduría por luchar por los derechos de las personas han sido una inspiración para el movimiento de Amnistía”, dijo Sarah Beamish, presidenta de la Junta Internacional de Amnistía Internacional.
Todas las personas que conformamos el movimiento de Amnistía Internacional queremos expresar nuestras más profundas condolencias a la familia de Pepé Zalaquett, a sus colegas y a su comunidad. Ha dejado un inmenso legado que seguirá guiando nuestra lucha por los derechos humanos.
¡Descansa en Poder Pepé!