Por Rodrigo Bustos Bottai, director ejecutivo de Amnistía Internacional Chile.
Se ha dicho que esta conmemoración del Golpe de Estado ha estado marcada por el crecimiento de los discursos negacionistas y en parte es cierto: hemos presenciado muchas declaraciones que minimizan o justifican las violaciones a los derechos humanos. Pero, así como no fue inevitable el Golpe de Estado ni las atrocidades que se cometieron después, tampoco es inevitable que crezca el negacionismo. Lo podemos detener y ha quedado demostrado en los múltiples frentes en los que se ha avanzado y resistido.
Por un lado, la emocionante marcha que miles de mujeres realizaron rodeando La Moneda para decir con convicción: “Nunca Más” demostrando su larga lucha en la búsqueda de verdad, justicia y reparación. Y los mensajes de otras muchas, víctimas de violencia política sexual, que dieron su testimonio para decir con fuerza que no fue una ‘leyenda urbana’.
Por otro lado, muchos espacios públicos han sido la pantalla para mostrar las imágenes de quienes murieron luchando por la libertad, como también cabe destacar el renombramiento de calles que ahora llevan sus nombres. Una forma de hacer memoria, mostrar que siguen presentes y seguirán estándolo para las futuras generaciones.
Asimismo, el reciente lanzamiento del Plan Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas ha sido valorado transversalmente. La justicia ha sido tardía pero hoy, gracias al camino recorrido por familiares, organizaciones y abogados/as de derechos humanos, para Víctor Jara y otras víctimas y luchadores sociales, hoy tenemos menos impunidad.
Y, nuevamente, la solidaridad ha vuelto a brillar desde diversos rincones del mundo donde gobiernos extranjeros han mostrado que se puede, independientemente de la tendencia política, condenar tajantemente las atrocidades de la dictadura. Además, en todas las regiones del país se realizaron actos conmemorativos con gran participación ciudadana y los sitios de memoria nunca habían estado tan llenos. Todo ello gracias especialmente al trabajo incansable e inspirador de sobrevivientes y organizaciones de derechos humanos.
Por lo tanto, podemos afirmar que las mentiras no son inevitables y se pueden detener. Destaca, por ejemplo, el reconocimiento que hizo un canal de televisión nacional al mostrar su responsabilidad en montajes y el actual compromiso de muchas personas de las comunicaciones para mostrar realidades ocultas a través de reportajes valiosos.
La dictadura que comenzó hace 50 años no solo nos mostró el horror, también nos entregó ejemplos de resistencia y resiliencia que nos permitieron transitar del dolor a la esperanza. Ese camino sigue vigente y es el que seguiremos para avanzar hacia una sociedad con memoria porque, como hemos dicho, debemos siempre recordar para no repetir la historia. Que ninguna involución continúe es inevitable y lo demostraremos.