EL MUNDO INCLINA LA BALANZA CONTRA LA PENA DE MUERTE PESE AL MARCADO AUMENTO DE EJECUCIONES

SalilShettyAmnistiaInternacionalSalil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional

Aftab Bahadur tenía 15 años cuando un tribunal paquistaní lo declaró culpable de matar a tres personas y lo condenó a muerte.

Su condena se impuso tras una parodia de juicio. Aftab mantuvo siempre que era inocente y que lo torturaron para que hiciera una “confesión”. Su coacusado Ghulam Mustafa, que lo implicó falsamente durante el juicio, se retractó después de su declaración, reconociendo que la policía le había dado una paliza.

El 10 de junio del año pasado, después de casi 24 angustiosos meses en el corredor de la muerte, Aftab exhaló el último suspiro cuando fue ahorcado en una prisión de Lahore. Lo habían llevado al patíbulo varias veces y siempre se había salvado en el último minuto… pero no esta vez.

“Empezamos la cuenta atrás [de nuestra ejecución], lo que es doloroso y angustioso en sí mismo. De hecho, morimos muchas veces antes de nuestra muerte. Por mi experiencia personal, no hay nada más aterrador que esperar la muerte”, dijo Aftab a los medios de comunicación pocos meses de que lo mataran.

Aftab fue una de las 326 personas ejecutadas en Pakistán el año pasado. El país levantó una moratoria de las ejecuciones civiles en diciembre de 2014, después de una terrible masacre de los talibanes en una escuela de Peshawar. Esta medida estaba dirigida aparentemente a “atajar el terrorismo”, pese a que no hay pruebas de que la pena de muerte sea más disuasoria frente al delito que otros tipos de castigo.

La mera cifra de personas ejecutadas en Pakistán es sobrecogedora: 326 es el número más elevado que ha registrado Amnistía Internacional en el país en un solo año desde que comenzó a monitorear las ejecuciones en Pakistán en 1980. Lamentablemente, hoy, cuando publicamos nuestro informe anual sobre la pena de muerte en el mundo, este no es el único país donde se han producido cambios alarmantes.

Tanto en Irán como en Arabia Saudí ha habido un enorme aumento de personas ejecutadas por el Estado. En Irán fueron ejecutadas al menos 977 personas: 200 más que el año anterior. La inmensa mayoría de ellas habían sido declaradas culpables de delitos de drogas. Mientras tanto, Arabia Saudí ejecutó como mínimo a 158 personas. Esto representa un increíble aumento del 76 por ciento respecto del año anterior, y es la cifra más alta que hemos registrado en el país desde principios de la década de 1990.

Estos tres países —Irán, Pakistán y Arabia Saudí— fueron los principales culpables del alarmante y sobrecogedor aumento de las ejecuciones en el mundo el año pasado. En total, fueron ejecutadas al menos 1.634 personas en el mundo, el mayor número de ejecuciones llevadas a cabo que hemos registrado en más de un cuarto de siglo.

Esta cifra global, sin embargo, ni siquiera incluye a China, donde Amnistía Internacional cree que se ejecuta cada año a miles de personas. Pero las autoridades chinas tratan las estadísticas sobre la pena de muerte como secreto de Estado, lo que hace imposible determinar la cifra real.

Como organización que lleva décadas haciendo campaña para acabar con la pena de muerte, los reveses del año pasado fueron tan inquietantes como desoladores. Además del número de vidas arrebatadas, en muchos países el uso de la pena de muerte adolece de problemas graves: juicios injustos, el uso de la tortura para obtener “confesiones”, penas de muerte para menores de 18 años y la falta de transparencia, por citar algunos.

Pero, afortunadamente, no todo fueron malas noticias en 2015. En realidad, en muchos sentidos fue un año de extremos, con novedades destacadas en los dos lados del espectro. Los 25 países del mundo que llevaron a cabo ejecuciones pertenecen a una minoría aislada. De hecho, Irán, Pakistán y Arabia Saudí llevaron a cabo casi el 90 por ciento de todas las ejecuciones del mundo (excluyendo a China).

El año pasado también hubo un número sin precedente de países que eliminaron la pena de muerte de sus leyes. Cuatro Estados en total —Fiyi, Madagascar, la República del Congo y Surinam— abolieron la pena de muerte para todos los delitos en 2015, y el nuevo Código Penal de Mongolia incorporará a este país a las filas abolicionistas en 2016.

Por primera vez, la mayoría de los países del mundo cuentan ya con marcos legales que no hacen mención alguna a la pena de muerte. En total, 140 países del mundo han abolido por completo la pena capital en la ley o en la práctica.

Desde una perspectiva histórica, la tendencia global a largo plazo de alejarse de la pena de muerte es aún más evidente. Aunque el año pasado se llevaron a cabo ejecuciones en 25 países, hace dos decenios, en 1996, esa cifra se elevaba a 39. En 1945, cuando se estableció la ONU, sólo ocho países habían abolido la pena de muerte para todos los delitos Hoy este número es de 102, y hay más países a punto de hacerlo.

Los Estados que siguen ejecutando tienen que darse cuenta de que están en el lado equivocado de la historia e imponer inmediatamente una moratoria de la pena de muerte con vistas a su derogación en última instancia.

Los centenares de personas ejecutadas en Irán, Pakistán, Arabia Saudí y otros países en 2015 no van a regresar nunca, pero las autoridades de esos países pueden al menos garantizar que no se pierden más vidas en nombre de la “justicia”.

Artículo publicado originalmente en http://edition.cnn.com/2016/04/06/opinions/death-penalty-numbers-shetty/index.html.