Los combatientes de la milicia de la tribu Sabawi han detenido ilegítimamente, humillado en público y torturado o infligido malos tratos a hombres y menores varones de las localidades del sureste de Mosul recuperadas en los últimos días de manos del grupo armado que se autodenomina Estado Islámico, ha afirmado Amnistía Internacional.
El equipo de investigación de la organización que está en Irak entrevistó a autoridades locales y testigos presenciales, entre ellos lugareños que contaron que los miembros de la milicia Sabawi de Movilización Tribal (Hashd al Ashairi) cometieron ataques punitivos de venganza. Los lugareños sospechosos de estar vinculados al Estado Islámico recibieron golpes con barras metálicas y descargas eléctricas. Algunos fueron atados a los capós de vehículos y exhibidos así en las calles, o encerrados en jaulas.
“Hay datos creíbles de que miembros de la milicia tribal Sabawi han cometido crímenes de derecho internacional al torturar e infligir malos tratos a residentes de Qati al Sabawiin en venganza por los crímenes cometidos por el Estado Islámico”, declaró Lynn Maalouf, directora adjunta de Investigación de la oficina regional de Amnistía Internacional en Beirut.
“No cabe duda de que los combatientes del Estado Islámico sospechosos de crímenes deben responder de ellos en juicios justos, pero detener a lugareños y obligarlos a sufrir humillaciones públicas u otras violaciones, incluida la tortura, no es la vía para que las víctimas de los crímenes del Estado Islámico conozcan la verdad y obtengan justicia y reparación.”
Se cometieron violaciones en Al Makuk, Tal al Shaeir y Douizat al Sufla, un grupo de pueblos situados en la orilla suroriental del Tigris, conocida como Qati al Sabawiin (Sector de la tribu Sabawi). Los testigos presenciales contaron que miembros de la milicia Sabawi de Movilización Tribal detuvieron a hombres y menores varones de los pueblos sin mandamiento judicial.
Uno de los pueblos afectados, Al Makuk, fue recuperado del Estado Islámico por fuerzas iraquíes el 20 de octubre de 2016. Los testigos presenciales dijeron a Amnistía Internacional que los combatientes de la tribu Sabawi entraron en el pueblo antes de que llegase el ejército iraquí, pero después de la retirada de los combatientes del Estado Islámico, por lo que no hubo enfrentamientos. Según los residentes, los combatientes de la milicia tribal, que pertenecen a la misma tribu que los lugareños, empezaron a detener a hombres y a menores varones de más edad en cuanto llegaron.
Un testigo contó que seis miembros de la milicia (Hashd al Ashairi) llevaron a rastras a “Ahmed” (nombre ficticio para proteger su identidad) hasta el patio de su casa, acusaron a su hermano de ser un daeshi (nombre en árabe coloquial que se da a las personas afiliadas al Estado Islámico) y luego le dieron una paliza brutal delante de su esposa y de sus hijos.
“Lo derribaron al suelo a puntapiés y le aplicaron tres descargas con pistolas Taser. Le dieron puñetazos y le pegaron con la culata de sus Kalashnikovs, con barras metálicas e incluso con una manguera de goma, de esas gruesas que se usan para la agricultura”, dijo. El testigo contó que después de la paliza, “Ahmed” no podía tenerse en pie.
“No tenían jefes. Cada combatiente de la Hashd tenía su propia venganza personal […] Condujeron sus vehículos por el pueblo con hombres atados a los capós y gritando cosas como: ‘vengan y vean al daeshi que me delató a mí y a mi padre’”, dijeron dos testigos.
Algunos residentes contaron a Amnistía Internacional que creían que la milicia tribal quería venganza por los familiares que había matado el Estado Islámico, así como por enemistades de tiempo atrás no relacionadas con el conflicto.
Una mujer dijo que vio a miembros de la milicia desfilar con un presunto miembro del Estado Islámico, de quien se creía que había participado en un intento de atentado con bomba contra la casa de una autoridad del gobierno, atado al capó de su vehículo.
“Llamaron a todos para que salieran y vieran al daeshi […] Tenía la cara ensangrentada […] Me daba mucho miedo mirarle la cara”, contó.
Otro testigo a quien se entrevistó aparte corroboró el incidente y explicó que los hombres de la milicia, acompañados de guardias de seguridad del funcionario que había sido objetivo del ataque, golpearon al hombre en la cara con cables.
Todos los testigos entrevistados contaron una escena perturbadora en la que encerraron a siete hombres jóvenes de entre 16 y 25 años en grandes jaulas para aves de corral y los exhibieron en medio de una rotonda pública. Un combatiente de Movilización Tribal ordenó a cada uno de ellos que saliera por turno de la jaula y le preguntaba: “¿Quién eres? Di que eres un animal, di que eres un burro”, y luego los golpeaba y los obligaba a entrar en un automóvil.
Los testigos dijeron también que el 21 de octubre, miembros de Movilización Tribal reunieron a decenas de hombres y menores varones de más edad en una plaza pública de Al Makuk y estuvieron dos horas gritando los nombres de los “buscados”. Ataron las manos y se llevaron al menos a 14 menores y hombres cuyos nombres estaban en la lista.
Según los testigos, los combatientes de la milicia practicaron detenciones a todas horas, incluso después de la llegada el 22 de octubre de un gran convoy de fuerzas armadas iraquíes del Mando de Operaciones de Ninewa.
“En lugar de arrastrarlos por las calles, hostigarlos en público y burlarse de ellos por pertenecer al Estado Islámico, los presuntos autores de abusos contra los derechos humanos deben ser remitidos a las autoridades judiciales y, si hay pruebas admisibles suficientes contra ellos, juzgados en aplicación del derecho internacional”, dijo Lynn Maalouf.
“Todos los detenidos deben recibir un trato humano y ser protegidos de la tortura y otros malos tratos. Solo se debe permitir que detengan e interroguen a los detenidos a las personas legalmente autorizadas para ello.”
Algunos de los hombres detenidos fueron encerrados en una escuela de Sidawa, uno de los pueblos de Qati al Sabawiin, junto con hombres y jóvenes de otros pueblos vecinos. Según testigos, un grupo de detenidos fue entregado a las fuerzas armadas iraquíes el 30 de octubre con señales de tortura. Se cree que otros siguen en poder de los combatientes de Movilización Tribal en centros de detención no oficiales, como casas abandonadas del Qita al Sabawiin.
Amnistía Internacional también ha recibido testimonios de abusos cometidos por las milicias tribales Firsan Jbour contra residentes del subdistrito de Al Shora, al sur de Mosul. Los testigos contaron a Amnistía Internacional que el 26 de octubre, cuando las fuerzas iraquíes los transportaban a zonas más seguras, combatientes de esta milicia que estaban en puestos de control se burlaron de ellos por pertenecer al Daesh, les escupieron y les lanzaron piedras, y amenazaron con matar o detener a quienes estuvieran vinculados al Estado Islámico.
“Trataron de bajarnos de los camiones. Algunos gritaban que nos debían llevar a todos para ser ejecutados”, dijo un joven de 17 años.
“Las autoridades iraquíes se han abstenido en reiteradas ocasiones de poner fin a los ataques de venganza o de investigar los crímenes cometidos por las milicias de las Unidades de Movilización Popular, que también participan en la ofensiva de Mosul. Esto ha alimentado un peligroso clima de impunidad en el que los perpetradores de estos ataques creen que tienen libertad total para cometer crímenes sin ser castigados”, concluyó Lynn Maalouf.
“Las autoridades deben refrenar a los combatientes de la milicia tribal responsables y hacer que comparezcan ante la justicia para prevenir que se repitan estos crímenes en la ofensiva en curso de Mosul. Los presuntos autores de crímenes deben ser separados de sus funciones sin dilación.”
Información complementaria
Las milicias de Movilización Tribal, integradas por combatientes de tribus suníes, desempeñan un papel cada vez mayor en la lucha contra el Estado Islámico y en la protección de sus zonas tras ser recuperadas. Aunque son mucho menos poderosas que las Unidades de Movilización Popular, milicias predominantemente chiíes, algunas tribus de Movilización Tribal también han recibido apoyo de las autoridades del gobierno.
Amnistía Internacional ha documentado con anterioridad crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos como secuestros, ejecuciones extrajudiciales y otros homicidios ilegítimos, tortura y destrucción de viviendas, cometidas por las Unidades de Movilización Popular.