La sociedad civil pide al Consejo de Derechos Humanos que reconozca el derecho a un entorno saludable para todas las personas

Amnistía Internacional se une a más de 850 organizaciones de la sociedad civil, grupos de defensa de pueblos indígenas, movimientos sociales y comunidades locales para pedir al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que reconozca el derecho humano universal a un entorno seguro, limpio, saludable y sostenible.

Esta carta abierta se publica con antelación a la reunión que celebra el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra del 14 de septiembre al 6 de octubre. En ella se argumenta que la población debe ser protegida de los efectos letales de la degradación ambiental y el cambio climático.

“En vista de la crisis ambiental mundial que actualmente vulnera y pone en peligro los derechos humanos de miles de millones de personas en nuestro planeta, el reconocimiento global de este derecho es una cuestión de máxima urgencia”, afirman las organizaciones en su carta.

El derecho a un entorno seguro, limpio, saludable y sostenible ya está consagrado en cartas constitucionales y leyes de una mayoría considerable de países del mundo, así como en sistemas regionales. Existe, además, un sistema jurídico en expansión para aplicar y hacer valer este derecho.

Ahora, defensores y defensoras de los derechos humanos, los pueblos indígenas, la acción climática y la justicia social urgen al Consejo de Derechos Humanos a formalizar este reconocimiento y hacerlo universal. Al hacerlo, el Consejo impulsaría a los países a reforzar leyes y políticas para cuidar mejor de la naturaleza y la biodiversidad; así lo afirman en su carta. Daría lugar a un aire más limpio, un mayor acceso al agua potable y una reducción de las emisiones de gases invernadero. Además, proporcionaría justicia ambiental a las comunidades expuestas a entornos degradados y peligrosos, como aire tóxico o enfermedades.

La deforestación y la degradación ambiental incrementan la exposición de los seres humanos a virus zoonóticos, como el que causa la COVID-19, y a enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria y el dengue. La comunidad científica advierte de que aumentará el riesgo de propagación de enfermedades si continúan degradándose los ecosistemas naturales. Nuevas investigaciones también parecen indicar que los efectos de la contaminación atmosférica en los pulmones, el corazón y la salud en general elevan las posibilidades de sufrir las peores consecuencias de la COVID-19.

“Para proteger a la población mundial de futuros impactos y potenciar la resiliencia ante catástrofes como esta pandemia, las organizaciones instan a los Estados en su carta a reconocer, respetar, proteger y satisfacer el derecho humano de todas las personas a disfrutar de un ambiente seguro, limpio, sano y sostenible”.

La carta conjunta fue enviada al Consejo con antelación al periodo actual de sesiones, pero seguirá abierta a la firma de organizaciones y grupos incluso después.

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