Las autoridades qataríes no han investigado las muertes de miles de trabajadores migrantes ocurridas durante el último decenio, a pesar de los indicios que indican la relación entre las muertes prematuras y las condiciones de trabajo inseguras, ha afirmado hoy Amnistía Internacional. El nuevo informe de la organización, In the Prime of their Lives (resumen ejecutivo en español,En lo mejor de su vida), documenta cómo, de manera habitual, Qatar expide certificados de defunción de trabajadores migrantes sin llevar a cabo investigaciones adecuadas y, en vez de ello, atribuye estas muertes a “causas naturales” o a insuficiencias cardíacas definidas de manera imprecisa. La expedición de estos certificados —que según un destacado patólogo “carecen de sentido”— descartan la posibilidad de indemnizar a las familias afectadas, muchas de las cuales ya afrontan dificultades económicas tras perder a su principal sostén económico.
Amnistía Internacional subrayó el riesgo que supone para los trabajadores el clima extremo de Qatar, especialmente cuando se combina con jornadas de trabajo de duración excesiva y físicamente extenuantes. Qatar aprobó recientemente algunos nuevos mecanismos de protección para los trabajadores, pero los graves riesgos persisten y las autoridades han hecho poco por investigar la magnitud de las muertes relacionadas con el calor. Además de consultar a destacadas personas expertas en el ámbito de la medicina y de analizar los datos del gobierno relativos a las muertes de miles de personas, Amnistía Internacional examinó 18 certificados de defunción y entrevistó a las familias de seis hombres, todos de edades comprendidas entre los 30 y los 40 años en el momento de morir.
“Cuando hombres sanos y relativamente jóvenes fallecen de manera repentina después de trabajar durante muchas horas en condiciones de calor extremo, se suscitan serias dudas sobre la seguridad de las condiciones de trabajo en Qatar. Al no investigar las causas fundamentales de las muertes de trabajadores migrantes, las autoridades qataríes están haciendo caso omiso de unas señales de alarma que, si se abordaran, podrían salvar vidas. También están negando a las familias afectadas su derecho a un recurso efectivo, y dejándolas con dolorosas preguntas sin responder”, ha declarado Steve Cockburn, director de Justicia Económica y Social de Amnistía Internacional.
“Instamos a las autoridades qataríes a investigar en profundidad todas las muertes de trabajadores migrantes. Si los trabajadores han estado expuestos a condiciones peligrosas, como el calor extremo, y no se puede establecer otra causa de la muerte, Qatar debe ofrecer a las familias una indemnización adecuada y actuar inmediatamente para reforzar los mecanismos de protección para los demás trabajadores.”
Personas expertas en epidemiología señalaron a Amnistía Internacional que, en un sistema de salud dotado de recursos, debe ser posible determinar la causa exacta de la muerte en el 99% de los casos.
Magnitud de las muertes sin explicar
Amnistía Internacional examinó 18 certificados de defunción de trabajadores migrantes expedidos por Qatar entre 2017 y 2021. En 15 de estos certificados no se proporcionaba información alguna sobre las causas fundamentales de las muertes, sino que se empleaban términos como “insuficiencia cardiorrespiratoria aguda debida a causas naturales”, “insuficiencia cardíaca sin especificar” e “insuficiencia respiratoria aguda debida a causas naturales”.
En los informes de más de la mitad de las 35 muertes registradas como “no relacionadas con el trabajo” en las instalaciones de la Copa Mundial de Fútbol desde 2015 se empleaban expresiones similares, lo que parece indicar que es poco probable que se hayan llevado a cabo investigaciones adecuadas en muchos de estos casos.
El doctor David Bailey, destacado patólogo y miembro del Grupo de Trabajo sobre certificación médica de causas de defunción de la OMS, dijo a Amnistía Internacional:
“Estas frases no deberían incluirse en un certificado de defunción sin precisar más la causa fundamental. Básicamente, al final todo el mundo muere por una insuficiencia respiratoria o cardíaca, y estas frases no tienen sentido sin una explicación de qué causó la insuficiencia”.
El análisis realizado por Amnistía Internacional de los datos sobre las muertes, provenientes de diversas fuentes, indican que un gran número de las muertes de trabajadores migrantes quedan sin explicar. Las estadísticas oficiales de Qatar muestran que entre 2010 y 2019 murieron más de 15.021 personas no qataríes, de todas las edades y profesiones, pero los datos sobre las causas de las muertes no son fiables, debido a la ausencia de investigaciones documentada por Amnistía Internacional.
El hecho de que en las estadísticas de Qatar un elevado número de las muertes se enmarque en la categoría de “enfermedad cardiovascular” puede estar ocultando una gran cantidad de muertes que, en realidad, no se han explicado. Así lo indican también los datos sobre fallecimientos de los países de Asia meridional de donde proceden la inmensa mayoría de los trabajadores migrantes.
Por ejemplo, datos del gobierno de Bangladesh muestran que las autoridades qataríes atribuyeron a “causas naturales” el 71% de las muertes de ciudadanos bangladeshíes ocurridas en Qatar entre noviembre de 2016 y octubre de 2020.
Asimismo, una investigación de The Guardian concluyó que el 69% de las muertes de trabajadores de India, Nepal y Bangladesh entre 2010 y 2020 se atribuyeron a causas naturales.
Riesgos del calor extremo para la salud
Amnistía investigó detenidamente las muertes de seis trabajadores migrantes: cuatro trabajadores de la construcción, un guardia de seguridad y un conductor de camión. No se tiene constancia de que ninguno de ellos padeciera problemas de salud previos, y todos habían superado las pruebas médicas obligatorias antes de viajar a Qatar. Ninguna de sus familias ha sido indemnizada.
Manjur Kha Pathan, de 40 años, trabajaba como conductor de camión en turnos de entre 12 y 13 horas al día. Se había quejado de que el aire acondicionado de su cabina no funcionaba bien. El 9 de febrero de 2021, Manjur se desmayó y murió mientras trabajaba.
Sujan Miah, de 32 años, trabajaba como instalador de tuberías en un proyecto en el desierto. Sus compañeros de trabajo lo encontraron muerto en la cama la mañana del 24 de septiembre de 2020. En los cuatro días anteriores a su muerte, la temperatura había superado los 40 °C.
Tul Bahadur Gharti, de 34 años, trabajaba en la construcción. Murió el 28 de mayo de 2020 mientras dormía tras desarrollar su actividad durante aproximadamente 10 horas con temperaturas que habían alcanzado los 39 °C
Suman Miah, de 34 años, trabajaba en la construcción. Murió el 29 de abril de 2020 tras un largo turno con temperaturas que habían alcanzado los 38 °C.
Yam Bahadur Rana, de 34 años, trabajaba como guardia de seguridad en el aeropuerto, un empleo que conllevaba pasar muchas horas sentado a la intemperie bajo el sol. Murió el 22 de febrero de 2020 mientras desarrollaba su actividad.
Mohammad Kaochar Khan, de 34 años, trabajaba como yesero. Fue hallado muerto en la cama el 15 de noviembre de 2017.
Amnistía Internacional entrevistó a las familias de estos hombres en Nepal y Bangladesh. Los familiares hicieron hincapié en la conmoción que les habían provocado las muertes, e insistieron en que creían que los fallecidos gozaban de buena salud. Varias de estas personas describieron el calor extremo y las duras condiciones a las que habitualmente estaban expuestos sus familiares en el trabajo.
Bhumisara, esposa de Yam Bahadur Rana, afirmó:
“[Mi esposo] tenía que estar sentado bajo el sol durante mucho tiempo. Creo que tuvo un ataque al corazón por la sequedad y el calor, porque nunca había oído nada de que estuviera enfermo”.
La esposa de Tul Bahadur Gharti, Bipana, dijo:
“Jamás le oí mencionar una sola enfermedad […]. Cuando me llegó la noticia de su muerte repentina, no me lo podía creer […]. A mi esposo le prendieron fuego. Siento como si estuviera quemándome en aceite”.
Los riesgos para la salud de la exposición al calor y la humedad extremos en Qatar, agravados por las jornadas de trabajo largas y físicamente extenuantes, están bien documentados. En 2019, el gobierno qatarí encargó un estudio sobre esta cuestión al laboratorio FAME, con sede en Grecia, que concluyó que los trabajadores que en ese momento sólo gozaban de las protecciones mínimas exigidas por la legislación qatarí corrían un riesgo muy superior de sufrir golpes de calor que un grupo de un proyecto de la Copa Mundial donde, por lo general, los trabajadores están cubiertos por normas de protección más estrictas.
En 2019, un estudio publicado por la revista Cardiology halló una correlación entre el calor y las muertes de trabajadores nepalíes en Qatar, y concluyó que “[h]asta 200 de las 571 muertes cardiovasculares [de trabajadores migrantes nepalíes] entre 2009 y 2017 podrían haberse evitado” con medidas efectivas de protección contra el calor.
Hasta hace poco, en Qatar, la principal protección contra los golpes de calor en el trabajo era la prohibición de trabajar a la intemperie a determinadas horas, entre el 15 de junio y el 31 de agosto. Durante el resto del año no había restricciones. En mayo de 2021, Qatar amplió la prohibición relativa a la jornada laboral en verano del 1 de junio al 15 de septiembre, y estableció otros requisitos, como la prohibición del trabajo a la intemperie cuando un índice que mide el calor y la humedad alcance 32 grados. La nueva legislación también otorga a los trabajadores el derecho a dejar de desarrollar su actividad y a presentar quejas ante el Ministerio de Desarrollo Administrativo, Trabajo y Asuntos Sociales si están preocupados por los golpes de calor.
El profesor David Wegman, experto en salud y seguridad en el sector de la construcción, señaló a Amnistía Internacional que, aunque la nueva legislación supone una mejora, “dista mucho de cumplir con lo que es necesario para la protección de los trabajadores que están expuestos de muchas maneras a sufrir golpes de calor”.
Si bien las nuevas normas brindan mayor protección, un aspecto decisivo es que no incluyen periodos de descanso obligatorios proporcionales a las condiciones climáticas y a la naturaleza del trabajo desempeñado. En vez de ello, conceden a los trabajadores el derecho a “ir a su propio ritmo” cuando haga calor.
Dadas las relaciones de poder extremadamente desiguales entre trabajadores y empleadores en Qatar, las personas expertas consultadas por Amnistía Internacional hicieron hincapié en que, para muchos trabajadores, confiar en poder “ir a su propio ritmo” es probablemente poco factible, y en que la seguridad de los trabajadores “depende fundamentalmente” de los descansos obligatorios.
“Todos nuestros sueños se desvanecieron”
A ninguna de las familias entrevistadas por Amnistía internacional se le ofreció la posibilidad de que se realizara algún tipo de examen post mortem para establecer las causas fundamentales de la muerte de sus seres queridos, por lo que no se pudo determinar si las condiciones de trabajo habían contribuido a ellas y, por lo tanto, se descartaba la posibilidad de recibir una indemnización de los empleadores o de las autoridades qataríes.
Amnistía Internacional se reunió con la familia de Suman Miah, incluidos sus dos hijos pequeños, en su domicilio, en Bangladesh. La familia supo de la muerte de Suman a través de sus compañeros de trabajo, y las autoridades qataríes no se pusieron en contacto con ella ni le ofrecieron la posibilidad de que se realizara una autopsia.
“Al principio no podía creer la noticia. Había hablado con él unas horas antes”, dijo Sumi Akter, esposa de Suman.
La Junta de Bienestar bangladeshí entregó a la familia de Suman 300.000 takas bangladeshíes (aproximadamente 3.500 dólares estadounidenses), pero el dinero se empleó para saldar deudas contraídas por Suman para pagar las tarifas de contratación durante su migración a Qatar.
Mohammad Kaochar Khan también había pagado tarifas de contratación para conseguir su empleo en Qatar. Su familia había financiado parte de la tarifa de 350.000 takas bangladeshíes (unos 4.130 dólares estadounidenses) vendiendo tierras y pidiendo préstamos. Asimismo, el gobierno de Bangladesh proporcionó a sus familiares ayuda económica, que emplearon en saldar la deuda de contratación de Mohammad.
Didarul Islam, hermano de Mohammad, señaló a Amnistía Internacional:
“Todos nuestros sueños se desvanecieron cuando mi hermano falleció. Él quería mejorar el nivel de vida de todos nosotros, pero nunca pudimos ahorrar ningún dinero porque la mayor parte de su salario se empleaba en reembolsar los gastos de migración.”
Las dificultades que afrontan actualmente estas familias ilustran el ciclo de explotación en el que continúan atrapados tantos trabajadores migrantes en Qatar. Desde el momento en que la FIFA le adjudicó en 2010 la Copa Mundial de Fútbol de 2022, Qatar ha realizado varias reformas positivas importantes de su legislación laboral. No obstante, la falta de rigor para aplicarlas y hacerlas cumplir implica que los avances sobre el terreno han sido lentos y que la explotación sigue siendo habitual. Muchos trabajadores migrantes continúan a merced de empleadores sin escrúpulos, a los que se les permite cometer abusos con impunidad.
Amnistía Internacional pide a Qatar que refuerce su legislación para proteger a los trabajadores frente al calor extremo, estableciendo descansos obligatorios acordes a los riesgos que afrontan, y que mejore las investigaciones, certificaciones e indemnizaciones relacionadas con las muertes de trabajadores migrantes.
“Qatar debe establecer un equipo especializado para investigar debidamente la muerte de cualquier trabajador, y garantizar el pago de una indemnización en aquellos casos en que las condiciones de trabajo, como la exposición al calor extremo, no puedan descartarse como factor coadyuvante”, ha manifestado Steve Cockburn.
“Qatar es uno de los países más ricos del mundo, y no sólo puede permitirse hacerlo mucho mejor, sino que tiene la obligación de hacerlo mucho mejor.”
Información complementaria
Personas expertas expusieron una serie de técnicas que se emplean para diagnosticar la causa de fallecimiento en casos en los que el calor extremo podría ser un factor, y entre las que figuran las investigaciones sobre las condiciones en el lugar de trabajo, el historial médico de los trabajadores y varios exámenes médicos para descartar causas de fallecimiento alternativas.
Las estadísticas oficiales muestran que entre 2019 y 2020 murieron 15.021 personas no qataríes. Esta cifra no equivale a la de trabajadores migrantes que han muerto a causa de las condiciones de trabajo, ya que incluye a personas de todas las edades, profesiones y fallecidas por distintas causas.
Los datos del gobierno tampoco indican cuántos trabajadores han muerto en situaciones relacionadas con la preparación de la Copa Mundial. El Comité Supremo de Gestión y Patrimonio sostiene que desde 2015 han fallecido 35 trabajadores en proyectos de la Copa Mundial supervisados por el propio comité, pero no hay ninguna estimación del número de trabajadores que han perdido la vida en otros proyectos de infraestructuras relacionados con la celebración del campeonato.