Sara Vida Coumans, directora del Equipo Global de Jóvenes
La pandemia de COVID-19 ha afectado gravemente a la gente joven, interrumpiendo la educación, haciendo peligrar su trabajo y sembrando de incertidumbre su futuro. Pero la gente joven también ha sido uno de los grupos más activos en responder a la pandemia y hacer campaña en favor de los derechos humanos. Siete jóvenes activistas de Malasia, Afganistán, Senegal, Polonia, Australia y Kirguistán contaron a Amnistía las iniciativas extraordinarias que pusieron en marcha o en las que se involucraron para apoyar a su comunidad.
DEFENDER LOS DERECHOS DE LAS MUJERES
l confinamiento hizo que Sandra y sus compañeras de campaña trasladaran el activismo a Internet. Publicaron fotos y vídeos invitando a la gente a hacerse oír firmando la petición de Amnistía Internacional Polonia para impedir la promulgación de la ley. Hasta la fecha, más de 80.000 personas han firmado la petición.
“Los dirigentes están utilizando la pandemia para aumentar su poder o cambiar la ley. Nos enfadaba enormemente que el gobierno pudiera hacer algo así durante un momento tan difícil para todo el mundo, sin que la ciudadanía tuviese la posibilidad de expresar sus objeciones. Someterse a un aborto es una decisión personal en todos los casos. Sólo cada mujer sabe cuál es la mejor decisión para ella. No creo que el feto sea más importante que la vida de una mujer. La gente puede tener distintos planes para su vida; no todo el mundo quiere tener familia e hijos, y está bien. Hay personas que quieren controlar el cuerpo de las mujeres, pero las mujeres no somos bienes que puedan poseerse. Soy una mujer, y sólo quiero vivir mi vida sin miedo y sin que me controlen sólo por mi género.”
REPARTIR MARCARILLAS
En Senegal, Mamadou Diagne, de 25 años, reparte mascarillas a algunas de las personas que corren mayor riesgo de infectarse de COVID-19 para intentar ralentizar la propagación del virus. Hasta el momento, él y sus compañeros y compañeras voluntarios han repartido 1.000 mascarillas a comerciantes que deben llevar protección facial y utilizar desinfectante de manos, según las reglas establecidas por las autoridades. Las mascarillas habían sido donadas por un exactivista de Amnistía que ahora vive en Países Bajos.
“La gente se alegra recibir estas mascarillas, porque no todo el mundo tiene la posibilidad de conseguirlas. Los comerciantes están en contacto con gente durante todo el día, por lo que están más expuestos que otras personas. Si se contagian pueden propagar el virus muy rápido. También queremos entregar mascarillas a mendigos y talibés (niños obligados a mendigar por maestros de las escuelas coránicas). Son vulnerable porque, al igual que los comerciantes, están todo el día en contacto con gente. Combatir esta pandemia no es fácil. La gente tiene miedo a este coronavirus. Cuando corre el rumor de que tal o cual persona tiene COVID-19, se estigmatiza y avergüenza a esa persona.”
LUCHAR CONTRA LA XENOFOBIA
Heidy también denuncia el trato que el gobierno malasio está dando a las personas refugiadas durante la crisis. Con la excusa de combatir la COVID-19, el gobierno ha detenido a miles de personas migrantes indocumentadas, entre ellos niños y niñas, y las ha recluido en centros de detención. Las publicaciones de Facebook en las que Heidy denuncia las condiciones deplorables de estos centros le han valido amenazas de muerte, hostigamiento online y el cuestionamiento de la policía; pero ella está decidida a utilizar su voz. Amnistía ha defendido el derecho a la libertad de expresión de Heidy y otros activistas como ella.
“Las detenciones masivas han dado lugar a la masificación de los centros de detención. A su vez, la masificación ha hecho que en esos centros se haya producido un aumento de los casos. Debido al hacimiento, la COVID-19 se ha propagado como un incendio y el número de casos se ha incrementado fuertemente. Hemos sabido de historias de bebés nacidos en centros de detención que, al nacer, son declarados casos positivos de COVID-19. Así de terrible es la situación ahora mismo. No puedo ni empezar a imaginarme cómo debe de ser tener esa preocupación tan terrible por mi propia seguridad. No entiendo por qué necesitamos tratar a otros seres humanos de un modo tan horrendo. Me frustra. ¿Cómo querría yo que me tratasen si algún día me detienen? ¿Qué querría que hiciesen por mí las comunidades a las que pertenezco? ¿Qué puedo hacer con los privilegios que tengo? No se trata de poseer una casa lujosa, un buen coche y poder irse de vacaciones, sino más bien de tener voz, y que tu voz cuente.”
ACERCAR LOS LIBROS A NIÑOS Y NIÑAS
“Mi amiga Pashtana Durrani, activista de Amnistía, compartió conmigo un sitio web que contiene muchos libros infantiles en pastún y dari. Elegí sólo los que me parecían realmente útiles y tenían un mensaje importante para los niños y niñas. Siempre los leía antes de grabarlos. Hay muchos distritos en los que los niños y niñas no tienen acceso a la escuela. Estamos creando escuelas para ellos. Nuestro plan, con el tiempo, es cargar estos libros en tabletas y entregárselas a estudiantes necesitados que hayan manifestado su entusiasmo con aprender y recibir una educación. Siempre he querido mejorar la sociedad, y esta es una muy buena oportunidad para servir a mi gente.”
USAR EL ARTE PARA APOYAR A VOCES MARGINADAS
“Tradicionalmente, en la comunidad queer hemos utilizado el arte para expresarse y hemos ampliado sus límites. Esta campaña se centra en la visibilidad en la pandemia de COVID-19 y arroja luz sobre las personas queer en la sociedad australiana. Revelará la discriminación que soportan las personas queer, pero también pondrá el foco sobre el talento artístico que hay en nuestra comunidad, como el drag, la moda y el maquillaje.”
AYUDAR A PERSONAS LGBTI A HACER CUARENTENA EN ESPACIOS NO SEGUROS
“Muchas personas LGBT+ que han perdido su trabajo e ingresos durante la pandemia se han visto obligadas a regresar con su familia. Pero están teniendo dificultades para expresarse. Sus familias quieren controlar su comportamiento y su discurso. Además, la generación mayor es en su mayoría muy conservadora y religiosa, lo que significa que las personas LGBT+ se exponen a mucha tensión y hostilidad en el hogar. Muchas sufren violencia en el ámbito familiar y no tienen un lugar al que regresar.”
GARANTIZAR QUE NO SE DEJA A NADIE ATRÁS
“Durante la orden de control de la circulación, todo el mundo lo pasó mal, no sólo las personas refugiadas. También la ciudadanía malasia. Pero debemos entender que quienes ya tenían dificultades antes de dictarse la orden ahora tienen el doble. No podemos dejar a esas personas atrás. Entre ellas hay personas refugiadas, familias con ingresos bajos y familias acogidas al plan nacional de vivienda pública social. No queremos ver a familias ni a niños o niñas viviendo en la calle; ni a personas esperando a las puertas de un hospital para dar a luz sin que las admitan. No queremos que nadie muera ni que su estado de salud empeore mientras nos quedamos de brazos cruzados. No queremos ver a nadie irse a la cama con hambre. Nos negamos a eso. Para nosotros, ayudar es muy importante. Ayudamos a todo el que se acerca a pedir ayuda.”