Escolares afganas dijeron a Amnistía Internacional que el paso atrás de los talibanes sobre la reapertura de las escuelas para las niñas las ha “destrozado” y “traumatizado”.
El 23 de marzo, las alumnas de enseñanza secundaria iban a volver a clase después de siete meses de interrupción. Aunque muchas niñas estaban impacientes por comenzar las clases, las autoridades talibanas anunciaron a las nueve de la mañana que habían decidido mantener cerradas las escuelas para las niñas hasta que se hubieran diseñado uniformes escolares acordes con las costumbres y la cultura afganas y con la sharia (ley islámica), y todas recibieron la orden de abandonar los centros escolares inmediatamente.
“Citar la cultura afgana y la sharia es un viejo ardid de los talibanes para privar a mujeres y niñas de sus derechos. Es una justificación completamente inaceptable del giro radical que han dado esta semana, que constituye una violación flagrante del derecho a la educación y ensombrece el futuro de millones de niñas afganas. “Negar a las niñas su derecho a la educación tendrá consecuencias a largo plazo para las perspectivas de reconstrucción social y crecimiento económico de Afganistán”, ha afirmado Yamini Mishra, directora de Amnistía Internacional para Asia Meridional.
“Amnistía Internacional pide a la comunidad internacional que establezca el derecho a la educación de las mujeres y niñas como línea roja en las negociaciones con las autoridades de facto. Los talibanes deben permitir sin más demora que las niñas de todas las edades asistan a la escuela y dejar de usar cínicos pretextos para promover su plan discriminatorio.”
“Nos quedamos destrozadas.”
A las pocas horas de llegar a sus centros escolares, alumnas, maestras, directoras de escuelas y mujeres activistas de Afganistán recibieron con desolación la nueva orden de los talibanes y de nuevo tuvieron que enfrentarse a la realidad de la negación de la educación.
Desde que tomaron el poder en Afganistán hace siete meses, los talibanes se han comprometido a respetar el derecho a la educación de las niñas en varias ocasiones. El Ministerio de Educación de facto emitió una declaración el 20 de marzo en la que anunciaba que todas las escuelas volverían a abrir el 23 de marzo tras el receso invernal. Sin embargo, las escuelas de secundaria continuaron cerradas para las niñas. En la provincia de Herat, las escuelas de secundaria sólo estuvieron abiertas dos días; el tercero se dijo al alumnado femenino que no podía asistir.
Nadia, de 17 años, es alumna de 12º curso en la provincia de Badajsán. El 24 de febrero contó a Amnistía Internacional: “Estaba entusiasmada. Fui a la escuela con grandes esperanzas. Allí me reuní con mis compañeras y profesoras. Todas estaban muy contentas. Todas estaban impacientes por comenzar las clases. Pasados unos minutos, vino la directora y nos dijo que teníamos que irnos. Tenía órdenes de cerrar la escuela para niñas. Nos quedamos destrozadas. Algunas empezaron a llorar, otras se quedaron calladas. A pesar de que no quería abandonar la escuela, tuve que dirigirme a la puerta de salida. Tener que marchar otra vez de la escuela sin saber si alguna vez podré regresar me rompió el corazón.”
Desde el 23 de marzo, residentes, estudiantes y activistas de los derechos de las mujeres en Kabul, Nangarjar y Badajsán han protagonizado varias protestas para exigir a los talibanes que reabran de inmediato las escuelas secundarias para las niñas. El sábado, varias jóvenes salieron a la calle en Kabul. En vídeos verificados a los que ha tenido acceso Amnistía Internacional se ve a mujeres activistas advirtiendo de que esta decisión tendrá como consecuencia la pérdida de talento de las estudiantes y de que su aislamiento se traducirá en traumas y falta de perspectivas de futuro.
“Enseñamos nuestros bolígrafos a los talibanes y les dijimos que la educación es nuestro derecho. Y nos pusimos a corear ‘queremos aprender’”
Varios institutos de enseñanza secundaria de la ciudad de Kabul informaron de que las niñas habían vuelto al centro pero les habían ordenado inmediatamente que volvieran a su casa. Nakisa, de 16 años, es alumna de 11º curso en Kabul y fue una de las que acudieron a la escuela el 23 de marzo. Así lo contaba: “A pesar del miedo y la incertidumbre, fui a la escuela. Esperaba que me dejaran empezar las clases, pero a las nueve de la mañana entraron en el centro varios hombres con una carta del Ministerio de Educación. Antes, ningún hombre tenía permitido entrar en nuestra escuela si no lo hacía de manera coordinada con la dirección del centro. Pero ayer, los talibanes entraron sin permiso y ordenaron a nuestra directora que enviara a todas las niñas a casa y cerrara la escuela. Me eché a llorar.”
Nakisa contó a Amnistía Internacional que las estudiantes habían protestado con valentía por este cambio radical y que por ello habían sufrido malos tratos a manos de las autoridades talibanas. “Empezamos a protestar. […] Enseñamos nuestros bolígrafos a los talibanes y les dijimos que la educación es nuestro derecho. Y nos pusimos a corear ‘queremos aprender’. Los hombres empezaron a empujarnos y maltratarnos para impedir la protesta. También amenazaron a la directora de la escuela por incitarnos a protestar. Fue vergonzoso y doloroso ver a aquellos radicales faltando el respeto a la máxima autoridad de nuestra escuela.”
“La valentía de las niñas y mujeres que continúan protestando y reivindicando su derecho a la educación y un futuro mejor, es encomiable. “Luchan para tener esperanza, y la comunidad internacional no debe abandonarlas en un momento tan crítico”, ha dicho Yamini Mishra.
La activista de los derechos de las mujeres Nawida Khorasani pidió a la comunidad internacional que exija a los talibanes rendición de cuentas por su incumplimiento de las garantías que han ofrecido sobre los derechos de las mujeres. “Esta última medida de los talibanes incumple claramente los compromisos que han formulado respecto a los derechos de las mujeres, y la comunidad internacional debe exigirles que rindan cuentas.” Los talibanes parecen estar volviendo, con paso lento pero constante, a las represivas políticas de la década de 1990, cuando todas las escuelas para niñas estaban prohibidas y las mujeres no podían aparecer en público.
“El derecho a la educación es un derecho humano fundamental que los talibanes, como autoridades de facto de Afganistán, tienen la obligación de hacer cumplir —ha dicho Yamini Mishra—. Las políticas que los talibanes aplican actualmente son discriminatorias e injustas y violan el derecho internacional.”