Por Rodrigo Bustos Bottai, director ejecutivo de Amnistía Internacional Chile.
Durante siglos la violencia sexual en contra de las mujeres fue considerada como normal en los conflictos políticos y armados. En la mayoría de los casos, este tipo de violencia se usó contra mujeres y disidencias sexuales, aunque también ha afectado a hombres.
A nivel internacional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se ha pronunciado en varios casos al respecto de la violencia sexual cometida en el marco de dictaduras en América Latina, especialmente durante la segunda mitad del siglo pasado. Para mostrar el nivel de normalización de esta práctica, son decidoras las palabras de Elisabeth Odio, Ex Magistrada de la Corte Penal Internacional y del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia: “En los más de cuarenta volúmenes de los juicios de Nuremberg, no aparece ni una sola vez la palabra “mujer” ni tampoco la palabra “violación” , ello a pesar de que los crímenes de violencia sexual contra mujeres de todos los países y por parte de todos los ejércitos que tomaron parte en la segunda guerra mundial estaban extensamente documentados”.
Posteriormente, se consagró en el Estatuto de Roma la inclusión del término “género” que, aunque no fue fácil, se logró gracias especialmente a la lucha de los movimientos feministas. La definición de género (artículo 7, sección 3) dice: “A los efectos del presente Estatuto se entenderá que el término ‘género’ se refiere a los dos sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad. El término ‘género’ no tendrá más acepción que la que antecede”. Esta definición fundamenta el mandato de género sobre el cual se construye un nuevo paradigma de justicia internacional. El Estatuto, además, incluye los crímenes de violencia de género entre los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra.
En nuestro país, en el marco del crecimiento del negacionismo que ha caracterizado la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, se ha llegado a decir que la violencia sexual cometida por agentes de la dictadura es “ una leyenda urbana”. Pero no, no es una leyenda urbana ni fueron casos aislados. La violencia sexual en dictadura fue sistemática y generalizada.
La Comisión Valech 1 recibió el testimonio de 3.399 mujeres. Casi todas las mujeres dijeron haber sido objeto de violencia sexual y 316 dijeron haber sido violadas. No obstante, se estima que la cantidad de mujeres que sufrieron estas situaciones es muy superior. Además, 229 mujeres que declararon ante esta Comisión fueron detenidas estando embarazadas y 11 de ellas dijeron haber sido violadas. 20 sufrieron aborto y 15 tuvieron a sus hijos en presidio.
Esta forma de tortura en dictadura se practicó de diversas formas: desnudamientos, obligarlas a presenciar violaciones de otros, tocamientos, aplicación de electricidad en la vagina, introducción de objetos o animales en el ano o la vagina. Fue brutal, muy brutal.
La violencia sexual constituye una de las formas más graves de la violencia. A 50 años del Golpe debemos reiterar su condena sin medias tintas. Hagamos memoria, para que la historia no se repita.