En respuesta a las denuncias formuladas por Simon Cheng, ex empleado del consulado británico en Hong Kong que afirmó haber sido torturado durante un viaje a la China continental y haber sido obligado a confesar que estaba implicado en protestas en favor de la democracia, Patrick Poon, investigador de Amnistía Internacional sobre China, ha declarado:
“Esto parece ser un cruel intento de los funcionarios del Estado chinos por intimidar a cualquier persona a la que se considere relacionada con las protestas en Hong Kong, y es una escalofriante ilustración de los peligros inherentes del proyecto de ley de Extradición propuesto que desató inicialmente los disturbios”.
“Los espantosos abusos que Simon Cheng describió en su testimonio (como que lo habían encadenado y obligado a permanecer en posturas en tensión) coinciden con la tortura y otros malos tratos endémicos que hemos documentado reiteradamente en la China continental.”
“Simon Cheng es otra víctima más de las detenciones arbitrarias en China, un país en el que los activistas pueden permanecer recluidos en régimen de incomunicación durante largos periodos de tiempo. China debe investigar las denuncias formuladas por Simon Cheng y garantizar que todos los policías de quienes se determine que son responsables de tortura u otros malos tratos rinden cuentas de sus actos.”
Información complementaria
Simon Cheng declaró que había sido torturado durante días antes de ser obligado a realizar la confesión falsa de que él y el gobierno británico habían estado implicados en las protestas en favor de la democracia que estallaron en Hong Kong.
Muchas de sus denuncias son similares a las expuestas en el informe de Amnistía Internacional “No End in Sight”, en el que víctimas, abogados e intelectuales hablan sobre el abuso de poder por parte de la policía que da lugar a la extracción de confesiones mediante tortura.
Amnistía ha documentado numerosos casos de tortura y otros malos tratos de activistas y defensores y defensoras de los derechos humanos en China, incluida la práctica generalizada de la policía de la China continental de extraer confesiones mediante tortura.
En septiembre, un informe de Amnistía Internacional documentó la manera en que manifestantes detenidos en Hong Kong habían sido brutalmente golpeados bajo custodia y habían sufrido otros malos tratos que constituían tortura.