Licenciada en Derecho, educadora en derechos humanos y la persona más joven en ser elegida miembro de la junta directiva de Amnistía Internacional Argelia (2016), Ikram afirma que su misión en la vida es actuar para luchar contra la injusticia y defender los derechos humanos. Aquí comparte con nosotros su andadura en el ámbito de los derechos humanos y explica la importancia de las historias inspiradoras para los y las activistas que quieren cambiar las cosas.
La andadura de Ikram en el ámbito de los derechos humanos comenzó el verano en el que terminó el bachillerato. Cuando todavía no estaba segura de lo que quería hacer, empezó a advertir cada vez con más frecuencia violaciones de derechos humanos en su entorno, en Orán (Argelia), su ciudad natal. “Estaba pasando el verano en casa y, de repente, comencé a constatar el enorme acoso sufrido por las mujeres, el maltrato hacia ellas y la violación de sus derechos. Ese verano, también vi la película The Lady, sobre Aung Sung Suu Kyi, la presa política por cuya liberación había trabajado Amnistía Internacional. La película me puso la piel de gallina; resultaba inspirador ver un movimiento tan grande en todo el mundo trabajando con el propósito de lograr justicia para una persona. Pensé que ojalá tuviéramos Amnistía Internacional en Argelia. Ni siquiera sabía que Amnistía Internacional Argelia ya existía”.
La inspiradora historia de la película llevó a Ikram a unirse a un club de lectura de Amnistía Internacional, con sede en Canadá. Al hablar con compañeras y compañeros lectores y activistas, pronto descubrió que, de hecho, sí que había una Sección de Amnistía Internacional en Argelia, e inmediatamente se unió al movimiento enviando un mensaje en el que manifestaba su interés. La invitaron a su primera formación en derechos humanos en Argel, y desde entonces no ha dejado de avanzar.
Ikram jamás había vivido una experiencia de aprendizaje como la de la formación de facilitadora en derechos humanos. “Lo que aprendí en esas sesiones de formación no se puede comparar con nada de lo aprendido en la universidad. Sentía que había descubierto lo que de verdad quería hacer, mi propósito en la vida: educar a las personas sobre sus derechos, luchar contra la injusticia, defender a quienes no pueden hablar sobre sus derechos, a las personas oprimidas y aisladas”.
A través de juegos de rol y debates, estas primeras sesiones de formación ayudaron a Ikram a empatizar con historias de violaciones de derechos humanos y a reflexionar sobre cómo podía contribuir a cambiar las cosas, sobre todo en su propio país, Argelia. “Se pusieron varias ideas sobre la mesa. Nos abrió los ojos y vimos las cosas de manera distinta, y comprendimos todo el trabajo que quedaba por hacer”. Motivada por su primera sesión de formación en derechos humanos, Ikram volvió a su ciudad y creó un grupo de activistas juveniles en su universidad. Al principio, Ikram era la única mujer miembro y lideraba un grupo conformado solo por hombres. Uno de los momentos de los que se sintió más orgullosa fue al lograr que se unieran más mujeres. Solo en un mes, el grupo pasó de 5 a 70 activistas. Ikram facilitó numerosas sesiones de formación nacionales, y se aseguró de que muchas personas jóvenes, y especialmente mujeres, se unieran al movimiento de Amnistía Internacional. Muchos de los participantes eran activistas de organizaciones nacionales que nunca habían oído hablar del trabajo de Amnistía. “Tratamos de organizar sesiones de formación para ayudarles a entender la crisis de refugiados, para que aprendieran más sobre derecho internacional de los derechos humanos y para ayudarles a ver el mundo desde otra perspectiva que tal vez nunca antes se habían planteado”.
Ikram continuó asistiendo a talleres y sesiones de formación. Aplicó en los talleres con jóvenes activistas que dirigía en Argelia los ejercicios que había aprendido. Uno de sus ejercicios favoritos es el de “estereotipos”, en el que a los estudiantes se les enseñan imágenes de varias personas y se les pide que compartan con el grupo sus primeras impresiones. La primera vez que Ikram realizó este ejercicio, en una sesión regional de formación de formadores organizada por la Oficina Regional de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África (MENA) en Túnez, quedó sorprendida por lo fácil que resultaba caer en la trampa de juzgar erróneamente a las personas por razón de su aspecto. Para Ikram, otro ejercicio poderoso y conmovedor era el juego de rol, donde los estudiantes creaban situaciones para imaginar el a menudo peligroso viaje hacia la seguridad de una persona refugiada siria. “Este ejercicio resultaba conmovedor y emotivo para todos nosotros. Por un momento, tratábamos de ponernos en su lugar y de sentir que viajábamos con ellos. Realizar el juego de roles te muestra claramente que cualquiera puede verse en esa situación, y te recuerda que estas personas no eligieron ese camino libremente”.
Poner en entredicho los prejuicios y fomentar la empatía es particularmente importante en Argelia, como explica Ikram: “Durante los últimos meses, he sido testigo de una formidable campaña de racismo dirigida por algunos argelinos contra los migrantes subsaharianos, que ha venido acompañada de la expulsión por parte del gobierno de miles de estas personas”. Ikram está decidida a sensibilizar sobre la importancia de ser inclusivos y dar la bienvenida a las personas refugiadas, y actualmente está escribiendo un libro sobre la crisis de refugiados sirios. “Estoy recopilando historias de personas refugiadas sirias para abrir la mente de la gente de Argelia, para mostrarles que cualquiera puede acabar siendo refugiado”.
Tras las sesiones de formación, algunos compañeros y compañeras de Ikram de Amnistía Internacional Argelia le pidieron que se presentara a las elecciones para formar parte de la junta directiva de Amnistía Internacional Argelia. “En ese momento yo solo era coordinadora de mi grupo juvenil, ni siquiera había pensado en estar en la junta ejecutiva. Así que me sentí abrumada, pero también muy asombrada de que tantos compañeros y compañeras creyeran en mí”. Como miembro de la junta directiva, dice que quiere seguir mejorando la vida de las personas, especialmente a través del fomento de la educación en derechos humanos para la juventud de Argelia. Para Ikram, las motivadoras sesiones de formación en las que había participado resultaron fundamentales para prepararla para su nuevo papel de liderazgo. “Las sesiones de formación aumentaron mi confianza y me motivaron para asumir un papel de liderazgo. Resulta estimulante trabajar con otros activistas juveniles apasionados, motivados y decididos a cambiar las cosas. Cada uno de nosotros tenía una historia que contar y esas historias son las que nos convierten en activistas que quieren cambiar el mundo”.
El futuro libro de Ikram es solo uno de los muchos proyectos que tiene entre manos con el propósito de concienciar sobre las violaciones de derechos humanos y promover la educación en derechos humanos en toda Argelia. Su decisión de estudiar Derecho estuvo motivada por el mismo deseo de provocar cambios en su comunidad. Quiere aunar sus dos intereses, el Derecho y los derechos humanos, y convertirse en legisladora en Argelia, para influir en las políticas y garantizar que los legisladores tengan en cuenta las necesidades de las personas más vulnerables. “Mi filosofía de vida es la siguiente: como seres humanos, podemos generar tristeza y dificultades para los demás, o podemos ser fuente de felicidad y empoderamiento. Yo elijo formar parte de esta última categoría, porque ese es el tipo de energía que el mundo necesita”.