“Una vez más, contemplamos con horror otro tiroteo masivo. Los pensamientos y las oraciones no bastan. Los clichés sobre vidas cambiadas para siempre no bastan. Sentimos repugnancia e indignación. Aunque aún quedan detalles por confirmar, esta última tragedia vuelve a subrayar la manera en que las autoridades gubernamentales estadounidenses han permitido que la violencia con arma de fuego se convierta en una crisis de derechos humanos. Es inaceptable, y debe terminar. Reiteramos nuestra demanda, que viene ya de largo, de que, sin más excusas ni demoras, se lleve a cabo en los ámbitos estatal, local y federal una reforma completa, basada en el sentido común y los derechos humanos, sobre la seguridad relacionada con las armas. Estamos con las familias de las víctimas y con quienes han sobrevivido, y nos unimos a nuestros socios en la comunidad de prevención de la violencia con arma de fuego para exigir que se emprendan acciones.”