Estudiantes de Hong Kong: por qué protestamos todavía

Este verano, el alumnado universitario y de enseñanza media de Hong Kong se echó multitudinariamente a la calle. Desafiando las detenciones, el gas lacrimógeno, los pulverizadores de pimienta y las balas de goma, se ha venido manifestando día tras día para reclamar sus derechos.

El 4 de septiembre, la jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, anunció que su gobierno retiraba oficialmente el proyecto de Ley de Extradición, origen de las protestas. Pero ésta era sólo una de las “cinco demandas” que impulsan el movimiento de protesta.

Sus integrantes quieren también que el gobierno se retracte y deje de calificar las protestas de “disturbios”, que se abra una investigación independiente sobre el uso policial de la fuerza y que se ponga en libertad sin condiciones a todas las personas detenidas en el contexto de las protestas. Piden también reformas políticas para garantizar el sufragio universal genuino –la capacidad de elegir a los líderes de Hong Kong- , como se establece en la miniconstitución de la ciudad, la Ley Fundamental.

Veamos cómo cuentan tres estudiantes a Amnistía Internacional por qué no cejan todavía en su empeño:

Joey

Me llamo Joey Siu y ocupo la vicepresidencia de mi sindicato estudiantil universitario. Pensaba pasar las vacaciones de verano con mi abuela, porque cuando empiezan las clases no la veo mucho. También tenía pensado viajar, como es habitual en la universidad cuando acaba el curso.

Pero lo que he hecho ha sido participar en protestas durante todo el verano. Creo que, como estudiantes, tenemos la obligación de participar en los movimientos sociales. Quienes disponen de tiempo y de medios para manifestarse tienen el deber de proteger los valores básicos de los derechos humanos y la democracia en Hong Kong.

La respuesta de la policía ha sido terrible. La primera vez que sufrí los efectos del gas lacrimógeno fue el 12 de junio. Fue un día muy, muy malo. Me disponía a distribuir equipos de protección entre quienes participaban en las protestas cuando de pronto lanzaron gas lacrimógeno contra nuestro centro de primeros auxilios. Comencé a lagrimear incontrolablemente y apenas podía respirar. Otras personas han sido golpeadas por la policía simplemente por participar en las protestas. Por eso es necesario realizar una investigación independiente sobre la actuación policial, y esa es una de las razones de que no cejemos.

La gente está muy enfadada en Hong Kong: creemos que ya no hay marcha atrás, así que debemos seguir luchando. Aunque el gobierno ha retirado ya el proyecto de Ley de Extradición, ésta era sólo una de nuestras cinco demandas, y no hemos tenido aún respuesta a las otras.

La mayoría de mi familia no sabía que estaba tomando parte en el movimiento, hasta que me vieron en una conferencia de prensa en la televisión. Están tan preocupados por mí que no siempre les digo lo que hago. Cuando mi padre y mi madre vieron la violencia empleada por la policía me dijeron que dejara de ir a las protestas, pero yo no podía hacerlo, claro.

No tengo ni idea de cómo acabarán estas protestas, ni tampoco de lo que pasará mañana. Sólo nos cabe esperar lo mejor, ser como el agua, y respetar a nuestros conciudadanos y conciudadanas.

Mickey

Me llamo Mickey. Tengo 17 años y estoy en el último curso de secundaria.

Jamás imaginé ver a un millón de personas manifestándose a la vez; ha sido impactante. Puede que no vaya en primera línea en las protestas, pero siempre estoy ahí, mostrando mi apoyo. También participo en el boicot a la clases, que espero que sirva para ejercer más presión sobre el gobierno.

Aunque Carrie Lam ha prometido retirar el proyecto de Ley de Extradición, seguiremos protestando y declarándonos en huelgo hasta que respondan al resto de nuestras demandas. Este movimiento se ha convertido en algo mucho más grande que un proyecto de ley, y el modo en que la policía ha respondido a las protestas ha puesto de relieve la necesidad de que cambien las cosas.

La primera vez que vi a la policía golpear a manifestantes fue la noche que ocupamos la entrada del Consejo Legislativo. Todavía se me aceleran los latidos del corazón cuando veo a la policía acercarse. A veces tengo miedo de que me detengan, pero ya no voy a parar. La gente está furiosa en Hong Kong, y lo mejor que podemos hacer con esa furia es seguir protestando.

Suki

Me llamo Suki y estudio enfermería en la Universidad China de Hong Kong. Además de participar en las protestas, he estado prestando primeros auxilios a personas heridas por el gas lacrimógeno.

Jamás olvidaré a un estudiante de 15 años que apenas podía respirar tras inhalar el gas. Tras descansar un rato, se puso la mascarilla y nos dijo que tenía que volver al frente.

En 2004 participé en la “Revolución de los Paraguas”, y de vez en cuando he asistido a vigilias de conmemoración de la represión de la plaza de Tiananmen, pero nunca había estado en una manifestación. Pero cuando el gobierno anunció sus planes para el proyecto de Ley de Extradición comprendí que más adelante podría perder la libertad de reunión y de expresión que daba por sentada. Así que, el 9 de junio, me eché a la calle por primera vez, en compañía de un millón de personas.

Días después participé con mis amigos y mis amigas en una concentración pacífica. Me sorprendió mucho que hubiera tanta gente otra vez; pero todo el mundo se sentía impotente, porque el gobierno no escuchaba nuestras demandas. Pero el 16 de junio salieron a manifestarse dos millones de personas. Decidí seguir yendo a las manifestaciones y utilizar mis conocimientos de enfermería para ayudar a la gente herida. Muchas personas preguntan cómo terminarán estas protestas, y la verdad es que no lo sabemos. Todo lo que sabemos es que tenemos que continuar. La retirada del proyecto de Ley de Extradición no es suficiente; este movimiento ha puesto de manifiesto que un gran número de personas quieren cambios fundamentales en Hong Kong. Nuestros derechos humanos corren peligro, y debemos permanecer unidos para defenderlos.

Amnistía Internacional ha pedido la retirada total del proyecto de Ley de Extradición y la apertura con prontitud de una investigación efectiva, imparcial e independiente sobre el uso excesivo e innecesario de la fuerza en el control de la protestas.