EUROPA, A PUNTO DE SENTAR UN PELIGROSO PRECEDENTE EN LA CRISIS DE REFUGIADOS

CrisisRefugiadosAmnistiaInternacionalDe Giorgos Kosmopoulos, 4 octubre 2016

Puede que jamás conozcan su verdadero nombre, pero esta semana un solicitante de asilo sirio puede convertirse involuntariamente en una figura histórica de la crisis de refugiados. Lo conocí estando él detenido, en una visita de investigación a la isla de Lesbos la semana pasada.

“Noori” (nombre ficticio, utilizado para proteger su identidad) es un estudiante de 21 años que corre el peligro de convertirse en el primer refugiado devuelto a Turquía desde Grecia en virtud del acuerdo entre la UE y Turquía, sin que se haya tenido en cuenta el fondo de su solicitud de asilo, lo que sentaría un peligroso precedente.

El máximo tribunal administrativo de Grecia —el Consejo de Estado— está considerando si suspender o no su expulsión, tras una sentencia del Comité de Apelaciones sobre Asilo que dictaminó que Turquía es un “tercer país seguro” para las personas sirias. No obstante, los indicios sugieren que, al menos a día de hoy, Turquía dista mucho de ser un lugar seguro para las personas refugiadas y solicitantes de asilo.

El caso de Noori

Noori proviene de una familia de médicos y quería ayudar a otras personas en Siria, así que ingresó en la universidad para estudiar enfermería: “Quería ser enfermero para ayudar a las personas heridas. Después de todo lo que había visto, era lo menos que podía hacer.”

Me contó que llevaba ocho meses formándose cuando los bombardeos hicieron imposible llegar al hospital. En abril de 2015 su pueblo fue alcanzado por las bombas y vio con sus propios ojos morir a dos familias vecinas. Era íntimo amigo del hijo de una de las familias.

Así pues, Noori salió de Siria el 9 de junio de 2016 rumbo a Europa en busca de seguridad, de un futuro.

Su viaje hasta Grecia le llevó a través de Turquía, pero entrar en el país no fue fácil. Me explicó que en sus dos primeros intentos fue arrestado por la policía y golpeado por el ejército turco antes de ser devuelto a Siria. Según me contó, en el tercer intento su grupo fue atacado por un grupo armado y 11 de sus compañeros murieron.

Finalmente, lo logró en el cuarto intento, y estuvo en Turquía durante un mes y medio. Compatriotas sirios le dijeron lo difícil que era conseguir trabajo allí, y que tras el golpe de Estado fallido la situación era todavía más inestable. Le dijeron que a las personas sirias “no se las trataba como a seres humanos”. Noori estaba asustado y sentía que “no había futuro para él” allí. Su meta era viajar a Europa, donde tiene familiares, de modo que no solicitó asilo y siguió su camino hacia Grecia. Llegó a la isla de Lesbos el 28 de julio de 2016.

Allí pidió asilo pocos días después de llegar, pero su solicitud fue declarada “inadmisible” y rechazada sin ulterior examen. Se consideró que Turquía era un “país seguro” al que devolver a Noori, una decisión que se confirmó en apelación. Lo detuvieron inmediatamente.

La fantasía de que Turquía es un país “seguro”

Esta decisión da por sentado que una persona refugiada siria gozará de plena protección en Turquía, lo cual es un error de base. La idea de que Turquía respeta plenamente los derechos de las personas refugiadas y solicitantes de asilo es una ficción, al menos al día de hoy. Turquía no tiene un sistema de asilo plenamente operativo y en ningún caso puede considerarse un país seguro para las personas solicitantes de asilo, ya que todos los indicios apuntan a que no brinda la protección requerida por la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados.

Turquía no ofrece a las personas refugiadas sirias la plena condición de refugiadosLa inmensa mayoría de las personas refugiadas y solicitantes de asilo no cuentan con los medios de subsistencia necesarios ni reciben apoyo del Estado. A consecuencia de ello, muchas viven en la indigencia y en condiciones atroces.

Cuando aún se sigue negando la entrada de abogados y observadores internacionales a los campamentos cerrados donde Noori podría ser enviado, cualquier sugerencia de que Turquía es un “tercer país seguro” sigue siendo muy cuestionable.

Un peligroso precedente

Noori quiere reunirse con su primo en Europa y trabajar para ayudar a su familia en Siria o continuar con sus estudios, algo que teme que sería imposible en Turquía. Le da miedo quedarse sin techo y estar en peligro allí.

Ahora mismo, Noori debería estar comenzando su carrera profesional como enfermero, cuidando de sus siete hermanas y hermanos pequeños, viviendo su propia vida. Sin embargo, está detenido en Grecia y se enfrenta a una posible expulsión, que podría tener lugar muy pronto, ya que el tribunal está examinando su caso.

Echa de menos a sus amistades y no puede hablar con su familia desde prisión.

Este es su mensaje para Tsipras, primer ministro de Grecia:

Grecia —en nombre de la UE— dará un funesto paso en la historia si devuelve a Noori a Turquía, dando deliberadamente la espalda a una persona refugiada —sin examinar el fundamento de su solicitud de asilo— en virtud de ese cruel y oscuro acuerdo con Turquía.

A los líderes europeos, Noori les dice que él y las demás personas refugiadas sólo quieren estar en un lugar seguro: “Ustedes están seguros, por favor, abran los ojos y vean por qué vine aquí.”

Resulta irónico que las personas refugiadas vean a Europa como un lugar seguro, sobre todo, porque consideran que defiende los derechos humanos. Pero si Europa quiere mantener esa reputación en el mundo, debe actuar en consecuencia. Dar la espalda a personas refugiadas que buscan protección difícilmente merece ese reconocimiento.