Reproducimos el mensaje enviado por Saman Naseem (cuyo caso se incluyó en 2015 en la campaña global de envío de cartas “Escribe por los Derechos”, de Amnistía Internacional), ante el comienzo inminente del nuevo juicio en su contra, el 12 de julio.
El año pasado, cientos de miles de personas de todo el mundo inundaron los despachos de las autoridades iraníes con llamamientos en favor de la celebración de un nuevo juicio, con las debidas garantías, para Saman Naseem. Había sido condenado a muerte por un delito cometido cuando sólo tenía 17 años, y su ejecución estaba prevista para febrero de 2015. Sin embargo, tras la campaña mundial de Amnistía Internacional en su defensa, se libró de ser ejecutado, y se le concedió un nuevo juicio, que empezaría el 12 de julio del año en curso. Durante los días previos a esa fecha, y ante la amenaza de otra posible condena a muerte, Saman dirigió el siguiente mensajes a todas las personas que han emprendido acciones para salvarle la vida.
¡Hola! Saludos a todos y todas:
Nací en un pueblo rodeado de montañas nevadas, bosques y profundos valles sinuosos. Se podría decir que mi pueblo, llamado Vasneh y situado a poca distancia de la ciudad de Marivan [provincia de Kurdistán, en el noroeste de Irán], es uno de los lugares más hermosos del mundo.
De niño, cuando crecí allí, en el Kurdistán, aprendí a hablar una lengua que comprende algunos de los sonidos más antiguos que puedan encontrarse en ningún idioma. Sin embargo, hoy día, es imposible hablar con libertad y vivir en esa tierra.
Aquí, los niños aprenden lo que es la pobreza, la injusticia y la muerte antes de aprender a jugar y de saber lo que significa disfrutar jugando. No se familiarizan con los juguetes, sino con las minas antipersonales y con los proyectiles de artillería y de tanque sin estallar.
De joven, si decides no aceptar la situación y denunciarla, lo que te espera es la cárcel. O abandonas tu tierra y su milenario patrimonio, para navegar a la deriva y sin hogar por el ancho mundo, o te quedas y luchas por los derechos de tu pueblo. No hay otra opción. Como otros muchos niños de mi tierra, dadas la pobreza y la ausencia de oportunidades de escolarización que hay en mi pueblo, no pude seguir estudiando tras haber terminado el quinto año de enseñanza primaria.
En mi pueblo, presencié la opresión, la miseria y la discriminación, y empujado por mi juvenil ansia de una vida en libertad, dejé a mi familia y abandoné mi hogar y mi pueblo parra luchar contra todas estas injusticias.
El 16 de julio de 2011, acabé rodeado por la Guardia Revolucionaria, que nos había sometido a un intenso ataque de artillería y fuego de mortero en los Montes Qandil [provincia de Azerbaiyán Occidental, noroeste de Irán]. Así, fui capturado junto a los cuerpos sin vida de mis compañeros.
Una vez detenido, me interrogaron y torturaron. Posteriormente, el tribunal me condenó a muerte. Cada instante de los últimos años y cada uno de los acontecimientos sucedidos encierran tanto dentro de sí que ni siquiera podría enunciarlos en esta carta.
El 18 de febrero de 2015, me sacaron de la cárcel junto con otros compañeros, también condenados a muerte.
Ejecutaron a tres de ellos. A otro y a mí, nos pusieron en régimen de aislamiento. Durante los cuatro meses siguientes, no tuvimos acceso a teléfonos, y no se nos permitió recibir visitas ni noticias del mundo exterior. Durante cuatro meses se cernió sobre nosotros la sombra de la muerte, y vivimos imaginando nuestra ejecución.
Mi familia llegó a creer que me habían ejecutado, y celebraron incluso un funeral en mi memoria. Por eso, cuando cuatro meses después, hablé con ellos por teléfono, quedaron conmocionados, y no se lo podían creer.
“No estoy solo”
No he recibido sus cartas, y es imposible que las reciba [pues las autoridades penitenciarias no lo permiten], pero me han informado de sus mensajes. Se trata de mensajes de solidaridad y bondad que me recuerdan que no estoy solo y que, además de mis amistades y mis compañeros de cárcel, en todo el mundo hay gente concienciada que me apoya.
Eso me infunde esperanza y fortaleza para vivir mi vida, y para seguir luchando en todas las circunstancias. No importa dónde esté yo, ni dónde estén ustedes: lo que importa es que estemos unidos y que no nos sintamos solos.
La solidaridad en acción es justamente eso: el invalorable esfuerzo de personas tan nobles como ustedes.
Espero que todos sus días y todas sus noches sean de gozo y felicidad.
Les beso las manos, y me arrodillo ante tanta y tan honorable bondad.
Les deseo lo mejor,
Saman Naseem
Julio de 2016, Penitenciaría Central de Oroumieh
Versión editada de la carta de Saman Naseem.
Irán es Estado Parte en la Convención sobre los Derechos del Niño, que prohíbe la pena de muerte para personas condenadas por delitos cometidos cuando eran menores de edad. Sin embargo, continúa condenando a muerte a esas personas. Envíen tuits al ayatolá Jamenei, líder supremo de Irán, y contribuyan a impedir que Saman Naseem sea condenado de nuevo a muerte.