De Angelina Jolie y Flavia Mwangovya
África es el continente cuya población joven crece a mayor velocidad. El 60% de la población africana es menor de 24 años. Un continente de jóvenes es un continente cargado de posibilidades. Es una fuente de nuevos talentos e ideas.
Aisha Saleh, de 16 años, perdió a su madre cuando tenía cuatro y vive con su abuela en un barrio pobre de Lagos (Nigeria) . En 2020, con 15 años, Aisha empezó a hacer campaña para combatir la pobreza y los prejuicios culturales asociados a la menstruación. Como tantas niñas en Nigeria, Aisha no podía pagar artículos de higiene menstrual y por eso tenía que dejar de asistir periódicamente a la escuela. Aisha instó al gobierno nigeriano a proporcionar compresas gratuitas a las niñas de Nigeria como ella para garantizar su derecho a la educación, y con ello impulsó una campaña de donaciones públicas que permitió abastecer a las niñas de estos artículos esenciales en varias partes del país, incluidos campos para personas desplazadas.
Aisha representa a una nueva generación de jóvenes africanas y africanos que se niegan a aceptar la injusticia, y ella es una prueba viviente de que la juventud tiene el poder de cambiar a mejor la sociedad. Pero, según están las cosas, un gran número de jóvenes en África —como en tantas otras partes del mundo— no van a poder desplegar todo su potencial, y a jóvenes como Aisha se les roban las oportunidades que merecen. De acuerdo con la Unión Africana, a menos que se resuelvan las enormes disparidades en la realización del derecho a la educación, la desigualdad seguirá creciendo en todo el continente.
En Burkina Faso, por ejemplo, sólo en torno al 17% de las niñas cursan estudios secundarios, en parte debido a los índices sumamente altos de matrimonio infantil; en algunas zonas del país, más de la mitad de las niñas ya están casadas antes de cumplir 18 años. En Tanzania, el gobierno ha declarado prohibido que las niñas embarazadas reanuden sus estudios, sumiéndolas en un círculo vicioso de pobreza; esto ya se ha impugnado ante la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos. En Sudáfrica, la experiencia educativa de cada niño y niña sigue dependiendo del lugar donde viven y el color de su piel. Millones de niños y niñas de las provincias más pobres asisten a clases en edificios ruinosos que carecen de materiales básicos e incluso de aseos adecuados.
Todos los niños y niñas del mundo tienen derecho a una vida digna, a la salud, a la identidad, a la igualdad y a no sufrir discriminación, a un lugar seguro para vivir, a recibir protección contra daños, a la participación (incluido el derecho a expresar opiniones y ser oídos), a la integridad física, a recibir protección contra la violencia armada, a la justicia y la libertad, a la intimidad, a los derechos indígenas y de las minorías, a la educación, al juego, a la libertad de pensamiento y a la protesta pacífica.
No es nuestra opinión; son derechos universales consagrados en la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, de 1989, firmada por todos los Estados africanos. Al año siguiente de su proclamación, países de todo el continente africano fueron aún más lejos y adoptaron la Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar del Niño, reforzando así su compromiso sobre los derechos de la infancia.
Nuestro nuevo libro, Know Your Rights and Claim Them (Conoce tus derechos y reclámalos), contiene los derechos universales proclamados en la Convención así como historias de jóvenes de todo el mundo que están haciendo campaña por sus derechos y los de otras personas.
Zulaikha Patel, joven activista sudafricana de 19 años, lideró una campaña contra la discriminación racial en su centro de enseñanza secundaria. En 2016, con 13 años, participó junto a otras estudiantes negras en una marcha para exigir que el Instituto Femenino Pretoria cambiara sus racistas y sexistas normas sobre el pelo, después de que el centro les ordenara alisárselo con fijador o tratamiento químico e hiciera cumplir sus normas empleando un lenguaje despectivo y racista. Las niñas difundieron su causa en redes sociales con la etiqueta #StopRacismAtPretoriaGirlsHigh, que se usó más de 150.000 veces. La campaña unió a estudiantes de raza negra de todo el país, les proporcionó un espacio para expresar sus quejas relacionadas con la discriminación e inspiró protestas similares en otros centros escolares. Y funcionó: el departamento regional de educación suspendió su normativa sobre el pelo. Zulaikha va a publicar ahora su primer libro, My Coily Crowny Hair (Mi corona de pelo rizado), un canto al cabello afro y a la africanidad que está siendo un gran éxito nacional de ventas en varias cadenas de librerías.
Como Aisha, Zulaikha es una prueba de que la juventud es una fuerza que conviene tener en cuenta. Dotar a niños y niñas de los conocimientos y recursos que necesitan puede proporcionar un faro de luz en las situaciones más terribles.
En 2005, Moses Akatugba estaba esperando los resultados de sus exámenes de secundaria cuando fue detenido por el ejército nigeriano, que, tras dispararle en la mano y golpearlo, lo acusó de haber robado tres teléfonos móviles en un atraco a mano armada cometido cerca de allí. Moses lo negó pero fue gravemente torturado y obligado a firmar una confesión. Tras permanecer ocho años en prisión, fue condenado a muerte por ahorcamiento. Mientras estuvo encerrado, Moses fue entrenador del equipo de fútbol de la cárcel e intentó mantener viva la esperanza de todos. Amnistía Internacional se manifestó en su favor junto a activistas —incluidos muchos jóvenes— ante las embajadas de Nigeria en varios países, y Moses quedó en libertad en 2015. El tiempo que pasó en prisión, Moses descubrió la importancia de los derechos humanos y comprobó el poder del activismo. Ahora, con 32 años, es estudiante y activista y hace campaña contra la pena de muerte.
Zulaikha, Aisha y Moses sólo son tres jóvenes que han demostrado que defender tus derechos y creer en ti puede cambiar tu sociedad. Dado que la población joven africana se prepara para crecer aún más, es hora de invertir más en la juventud asegurándose de que conocen sus derechos y los reclaman.
Mientras, activistas juveniles siguen modelando con determinación el futuro que desean. La juventud africana está demostrando su potencial y la fuerza de su generación, ya sea para combatir la discriminación racial y el cambio climático o para superar la adversidad. Debemos brindarles nuestro apoyo asegurándonos de que todos los niños y las niñas pueden reclamar sus derechos.
Angelina Jolie es enviada especial del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Flavia Mwangovya es directora adjunta de la Oficina Regional de Amnistía Internacional para África Oriental. Amnistía Internacional hace campaña para garantizar que los derechos de la infancia son una prioridad para los gobiernos de todo el continente y del mundo.