- Una de las peores sequías de su historia se está cobrando vidas
- Amnistía pide a la comunidad internacional que intensifique los esfuerzos de ayuda humanitaria
- Los dirigentes mundiales deben reducir rápidamente las emisiones para evitar nuevas crisis humanitarias derivadas del clima, y los países ricos deben incrementar sustancialmente la financiación climática de los países en desarrollo, que incluye indemnizaciones a las comunidades afectadas
La crisis climática mundial ha agravado la devastadora sequía que invade el sur de Madagascar, donde una hambruna catastrófica ha llevado a un millón de personas al borde de la muerte por inanición; así lo afirma Amnistía Internacional en un informe que ha publicado hoy. Madagascar está atravesando una de las peores sequías de su historia, un crudo recordatorio de que el cambio climático ya está causando un gran sufrimiento y se está cobrando vidas.
En su informe, titulado It will be too late to help us once we are dead (Ya será tarde para ayudarnos cuando hayamos muerto), Amnistía documenta los efectos de la sequía en el disfrute de los derechos humanos para la población del Gran Sur de Madagascar, donde el 91% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. La organización insta a la comunidad internacional a adoptar medidas inmediatas para abordar la crisis del clima y proteger a la población de países como Madagascar, que son sumamente vulnerables a los efectos del cambio climático.
“Madagascar está en primera línea de la crisis climática. Para un millón de personas, significa una sequía de proporciones catastróficas y violaciones de su derecho a la vida, a la salud, a la alimentación y al agua. Podría significar morir de hambre. Está sucediendo ya. Las previsiones actuales sobre el cambio climático indican que las sequías serán más severas y afectarán de manera desproporcionada a la población de países en desarrollo. De cara a las negociaciones de la ONU sobre el clima en la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP16), esto es una advertencia a los dirigentes mundiales para que dejen de remolonear ante la crisis climática”, ha dicho Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
“La comunidad internacional debe ofrecer de inmediato más ayuda humanitaria y financiación a la población malgache afectada por la sequía para compensar los daños y pérdidas sufridos. Con vistas al futuro, los países que más han contribuido al cambio climático y aquellos que disponen de más recursos deben asimismo ofrecer apoyo económico y técnico adicional a la población de Madagascar para que pueda asimilar mejor los efectos del cambio climático, como unas sequías cada vez más agudas y prolongadas.”
Amnistía pide asimismo a todos los dirigentes mundiales que adopten medidas concretas y enérgicas para recortar colectivamente las emisiones de carbono al menos un 45% respecto a los niveles de 2010 antes de 2030, y llegar a cero emisiones antes de 2050, de acuerdo con los datos científicos.
Madagascar está entre los países más expuestos al cambio climático. Los datos científicos muestran que el cambio climático probablemente ha contribuido a la subida de las temperaturas y a unas lluvias cada vez más erráticas en el Gran Sur del país, región semiárida donde la cantidad de precipitaciones lleva cinco años consecutivos por debajo de la media. La ONU ha afirmado que Madagascar está a punto de experimentar la primera hambruna causada por el cambio climático en el mundo.
Magnitud de la sequía
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ambos de la ONU, dijeron en mayo que alrededor de 1,14 millones de personas se enfrentaban a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda en el sur, y que casi 14.000 estaban en situación de “catástrofe”, el grado más alto de inseguridad alimentaria en una escala de cinco según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF). Es la primera vez que se registra desde que se introdujo la metodología CIF en Madagascar en 2016.
Según la FAO, el 95% de las personas que sufren inseguridad alimentaria aguda en el sur de Madagascar dependen de la agricultura, la ganadería y la pesca. Pero unas precipitaciones por debajo de la media en la estación lluviosa de los últimos años han causado una grave reducción en la producción de alimentos básicos, como el arroz y la yuca, así como una merma en el tamaño y las condiciones físicas del ganado. Además, la sequia ha causado muertes de reses, agravando la situación de la gente como consecuencia de la desaparición de sus medios de vida.
Aunque no existen datos estadísticos oficiales sobre muertes derivadas de la sequía que comenzó en noviembre de 2020, Amnistía Internacional entrevistó a varias personas del sur del país que denunciaron muertes por hambre en su comunidad.
En marzo, un agricultor de unos 50 años llamado Votsora contó a Amnistía Internacional que en su pueblo habían muerto 10 personas un mes antes, y que una familia había perdido a cinco de sus miembros por el hambre en un solo día.
Una mujer también entrevistada en marzo contó que dos de sus hijos habían muerto de hambre. “Sufrieron mucho por el hambre… y murieron. No comemos casi nada”, dijo.
Otro hombre afirmó que había perdido a dos hijos de corta edad: “Uno tenía un año y dos meses, y el otro tenía ocho meses. Murieron hace un año […] Porque no teníamos nada que comer.”
Consecuencias para los derechos humanos
La sequía representa una amenaza inminente para el derecho a la vida —y otros, como el derecho a la salud, al agua, al saneamiento y a la alimentación— de la población del sur de Madagascar.
Ante el grave trastorno que supone esta crisis en sus vidas, muchas personas no ven otra salida que emigrar a otras zonas en busca de comida.
Niños y niñas son privados de futuro, porque el hambre obliga a la mayoría a abandonar sus estudios para trabajar y sostener a sus familias. Padres y madres, además, son reacios a enviar a sus hijos e hijas a la escuela con el estómago vacío.
La crisis también afecta de manera desproporcionada a las mujeres y las familias sostenidas por mujeres, que a menudo dependen de la agricultura para ganarse la vida.
“No podemos seguir aceptando que los grupos más pobres y marginados de la sociedad sean quienes pagan el precio más alto por los actos y omisiones de los mayores emisores de dióxido de carbono del mundo”, ha dicho Agnès Callamard.
“Y lo que es peor: previsiblemente las sequías serán cada vez más agudas en esta parte de Madagascar, y esto sólo puede acarrear una erosión progresiva de las protecciones de derechos humanos. La comunidad internacional debe dar un paso adelante para garantizar el derecho de todas las personas a disfrutar de un entorno limpio, saludable y sostenible, imprescindible para el disfrute de otros muchos derechos.”
Con antelación a la conferencia sobre el clima COP26, Amnistía Internacional insta a todos los países a:
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- comprometerse a cumplir unos objetivos de reducción de las emisiones ambiciosos y compatibles con los derechos humanos para impedir que alcancemos un aumento de la temperatura global de 1,5°C;
- comprometerse a eliminar progresivamente los combustibles fósiles en lugar de apoyarse en medidas compensatorias que demoran la acción sobre el clima y pueden afectar negativamente a los derechos humanos;
- implementar un mecanismo global para apoyar a quienes ven afectados sus derechos, basado en que los países ricos asuman los gastos mediante financiación nueva y adicional no sujeta a reembolso; y
- garantizar a todas las personas afectadas en todos los niveles el derecho a recibir información y a participar en la toma de decisiones relacionadas con el clima.
Además, Amnistía Internacional hace un llamamiento a los países más ricos para que incrementen sustancialmente sus aportaciones económicas dirigidas a adoptar medidas compatibles con los derechos humanos de adaptación al clima y reducción de las emisiones de carbono en los países menos ricos.
Información complementaria
El sur de Madagascar ha sufrido cuatro sequías consecutivas que han destruido las cosechas y complicado el acceso a alimentos de la población. La última comenzó en noviembre de 2020 y se prolongó hasta enero de 2021. El habitual periodo de escasez que transcurre desde la plantación hasta la cosecha se ha adelantado este año, agravando el hambre que ya sufría la población del sur. La sequía ha causado graves perjuicios en las comunidades afectadas, exponiendo a la gente al hambre, la desnutrición y la muerte.
Según la última instantánea sobre seguridad alimentaria y nutricional en Madagascar publicada por el Programa Mundial de Alimentos, que abarca de abril a septiembre de 2021, 1,14 millones de personas del Gran Sur de Madagascar se enfrentan a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda.