De China a Siria y de Kenia a Egipto, niñas y mujeres están alzando su voz y arriesgando sus vidas para defender aquello en lo que creen. Estas mujeres —activistas, abogadas, hermanas y estudiantes— han puesto sus vidas en riesgo, han luchado por seres queridos perdidos y han apoyado a personas a las que no conocen. Éste es su momento. Conoce a estas motivadoras mujeres que defienden los derechos humanos en todo el mundo.
Wu Rongrong, China
Wu Rongrong es conocida por ser una de las “Cinco Feministas” de China, grupo de mujeres detenidas en 2015 por organizar una campaña contra el acoso sexual. Sus detenciones, que coincidieron con el Día Internacional de la Mujer, provocaron la indignación internacional y el apoyo de personas como Hillary Clinton. Aunque quedaron en libertad, las “Cinco Feministas” siguen bajo vigilancia.
Antes de su detención, Wu Rongrong era una de las lideresas del Grupo de Acción en Favor de los Derechos de las Mujeres, cuyas creativas y atrevidas acciones de calle —como afeitarse la cabeza en protesta por los requisitos de admisión discriminatorios para las mujeres en centros de enseñanza superior, o vestirse con trajes de novia manchados de tinta roja para protestar por la violencia intrafamiliar— llamaron la atención de la opinión pública sobre el sexismo y la desigualdad de género.
“Las mujeres se enfrentan a muchas dificultades en su vida, pero muchas de estas dificultades siguen siendo invisibles —ha declarado—. Por ejemplo, las sobrevivientes de acoso sexual no sólo sufren un dolor indecible, sino que también carecen de una protección jurídica eficiente. Animar a las víctimas a buscar reparación en lugar de culparlas contribuiría a reducir el acoso sexual.”
Además de su labor de defensa y promoción, Wu Rongrong es trabajadora social y psicóloga colegiada. Actualmente estudia una maestría en Derechos Humanos.
Noura Ghazi Safadi, Siria
Para la abogada de derechos humanos siria Noura Ghazi Safadi, hacer campaña por los derechos de los presos y las presas de conciencia es una cuestión de amor, esperanza y familia. Nacida en Damasco en 1981, Noura ejerce como abogada desde hace muchos años y está especializada en derechos humanos, detención y desapariciones. Supo lo que eran las violaciones de los derechos humanos de los presos políticos a una edad muy temprana, cuando su padre fue detenido. Su marido, Bassel Khartabil Safadi, ciberactivista detenido por el gobierno sirio en 2012, fue ejecutado en 2015.
“Mi padre fue preso político varias veces —recuerda Noura—. Yo iba a verlo a la prisión de Adra y asistía a las vistas de sus juicios. Una vez tuve un encontronazo con el oficial al mando de la patrulla que lo llevaba al juzgado. Les jure, a él y a mi padre, que me haría abogada para defender a los presos y las presas de conciencia. Yo tenía 12 años. Y cuando detuvieron a Bassel [su marido], defender a mi propio preso de conciencia se convirtió para mí en una obsesión.”
“Desde que ejecutaron a mi esposo [siento que] cada caso de una persona presa me incumbe y que tengo la responsabilidad de luchar por ella. Creo que las mujeres estamos en una posición óptima para abordar esta cuestión por el papel destacado que desempeñamos en la construcción del futuro de Siria. Hemos demostrado que somos capaces de superar cada obstáculo al que nos enfrentamos, tenga que ver con la seguridad, la comunidad o la vida en general.”
Joy Wathagi, Kenia
Joy Wathagi es una dirigente juvenil de Amnistía Internacional en Nairobi (Kenia) que está defendiendo a una adolescente que se encuentra a miles de kilómetros. Taibeh Abbasi, estudiante de 18 años, vive en Noruega y sueña con ser médica, pero corre peligro de ser deportada a Afganistán, un país donde nunca ha estado. Cuando Joy supo que los compañeros y compañeras de clase de Taibeh estaban organizando protestas, quiso demostrar su solidaridad y decidió participar en la campaña #TellNorway (Di a Noruega) en las redes sociales para dar visibilidad al caso de Taibeh.
“Cuando me enteré de que Noruega iba a deportar a adolescentes, me invadió un sentimiento de tristeza y quise hacer algo al respecto”, dice Joy.
“Me acordé de todos los refugiados y refugiadas que vinieron a mi país, Kenia. He conocido a personas de Somalia, Sudán y Ruanda y he visto que tienen el mismo derecho a vivir aquí que cualquier keniano. He ido a la escuela con muchos refugiados y refugiadas, he crecido con ellos y nos hemos hecho amigos para toda la vida. Me parecería terrible que los devolvieran.”
“Los refugiados y las refugiadas de Afganistán están regresando a la misma situación que dejaron atrás. Es cruel e injusto. Se han convertido en parte del tejido de la sociedad noruega y ese es el trato que deben recibir. Lo que más me ha motivado a contribuir a la campaña #TellNorway ha sido la voluntad de salvar vidas y dar a las personas la oportunidad de vivir con seguridad, dignidad y un propósito. ‘Vuelve a tu país’ es la frase más desconsiderada y egoísta; la escucho todo el tiempo y me rompe el corazón. Los países deben prestar apoyo en lugar de construir barreras.”
Shackelia Jackson, Jamaica
El duelo convirtió en activista a Shackelia Jackson. El 20 de enero de 2014, el hermano de Shackelia, Nakiea Jackson, estaba atareado con los preparativos del almuerzo en el restaurante donde trabajaba cuando la policía lo abatió a tiros. Los agentes dijeron que Nakiea se ajustaba a la descripción de un hombre al que buscaban por un atraco. Desde entonces, Shackelia lucha para llevar a los responsables ante la justicia, desafiando la intimidación y el hostigamiento de la policía.
“El dolor que mi familia y yo hemos sufrido me ha obligado a luchar para que se haga justicia con mi hermano y con todas las víctimas de la brutalidad policial —afirma—. Me he convertido en una hermana rota por dentro que alza la voz para que las demás personas no olviden.”
Shackelia se ha unido a decenas de familias jamaicanas que viven tragedias similares, muchas de las cuales han unido sus fuerzas para detener la violencia policial.
“Emprendí un camino que me cambió la vida para conseguir reformas legislativas que garantizarán la justicia para todas las personas y pondrán fin a la violencia y el terrorismo de Estado en Jamaica, lo que salvará vidas en el futuro. Y, a pesar de los innumerables intentos de las autoridades jamaicanas para impedirme lograrlo, no me dejo intimidar; me niego a rendirme.”
“No me dejo intimidar porque se me ha dado la posibilidad de subir a hombros de gigantes. Amnistía Internacional y sus aliados me han brindado una plataforma mundial para reescribir una historia de injusticia. Esta generosidad me hizo recordar que estaba rota, no destruida.”
Azza Soliman, Egipto
Azza Soliman alza la voz con valentía en favor de las supervivientes de la tortura, la detención arbitraria, los abusos domésticos y la violación en Egipto. Es una de las fundadoras del Centro de Asistencia Letrada Gratuita para Mujeres Egipcias y posteriormente de Abogados y Abogadas por la Justicia y la Paz, que presta servicios de asistencia letrada gratuita y apoyo e imparte clases de alfabetización a mujeres en situación de pobreza.
El trabajo valiente y generoso de Azza hizo que las autoridades egipcias la consideraran una espía y una amenaza para la seguridad nacional. En diciembre de 2016 fue detenida e interrogada. Quedó en libertad poco después, pero se enfrenta a cargos tales como recibir financiación del extranjero para desprestigiar la imagen de Egipto. Se le ha prohibido viajar, se le han congelado los bienes y podría ser condenada a pena de prisión. Pero esta increíble mujer no se ha rendido.
“La lucha para fortalecer y apoyar a las mujeres y los derechos humanos es larga y fatigosa —afirma Azza—, pero yo todavía tengo esperanza. Los abrumadores mensajes de apoyo y amor que he recibido [a través de la campaña de Amnistía Internacional Escribe por los Derechos] me recuerdan que no estoy sola y que mi trabajo es apreciado y reconocido. Veo a las nuevas generaciones recogiendo la antorcha y mostrando el camino hacia un futuro mejor. Un día venceremos estas dificultades y retos; esto es lo que me hace seguir adelante.”
Wanjeri Nderu, Kenia
En 2012, Wanjeri Nderu dio un valiente paso. Dejó su trabajo financiero para convertirse en activista de justicia social.
Desde que cambió de carrera, entre las actividades que Wanjeri ha emprendido figuran la lucha contra las ejecuciones extrajudiciales por parte de la policía de Kenia, la campaña para liberar, con éxito, a cuatro kenianos detenidos en el sur de Sudán, y la defensa de elecciones libres, pacíficas y justas en Kenia.
Sin embargo, ha pagado un precio por hablar claro. Wanjeri fue detenida por participar en protestas pacíficas en 2013 y ha tenido que hacer frente a ataques tanto en Internet como en la vida real. En 2015 fue agredida físicamente por un hombre que se acercó a su automóvil y le dijo: “O te callas, o acabamos contigo” (Wacha kelele, ama tutakumaliza). Luego le propinó un golpe en un ojo y se marchó. Fue también objeto de un implacable abuso misógino por parte de un grupo de hombres en Twitter durante un día entero.
“El líder del grupo no dejaba de etiquetar a otras personas con sus insultos, invitándolas a participar. En total conté a unos ocho hombres que se sumaron al grupo”, dijo Wanjeri. “Los insultos eran extremadamente personales, queriendo que me avergonzara de mi cuerpo y de mi familia.”
En un intento de protegerse a sí misma y a su familia, Wanjeri ha buscado refugio en otro lugar de Kenia, pero no está dispuesta a dejar que las acciones de unos pocos la silencien. Wanjeri sigue en la vanguardia de una nueva generación de activistas, decidida a hablar por lo que creen.
Zhang Leilei*, China
La activista Zhang Leilei tiene una misión: acabar con el acoso sexual en China. En 2017 diseñó unos anuncios de metro para concienciar sobre el problema, pero las autoridades del metro los rechazaron, así que Zhang Leilei se convirtió en una mujer-anuncio, y su ejemplo fue seguido por mujeres de todo el país.
Ahora, Zhang Leilei ha llevado su activismo a las universidades. El despido a principios de año de un profesor universitario acusado de acoso por una exalumna desencadenó un amplio debate público en el que Zhang Leilei vio la oportunidad de hacer presión en favor del cambio. Junto con otras mujeres, pidió a alumnas y exalumnas que enviaran cartas abiertas a sus universidades exigiendo mecanismos adecuados para denunciar el acoso sexual. No tuvo que insistir mucho para convencerlas.
Menos de dos semanas después del llamamiento, alumnas y exalumnas de hasta 70 universidades habían publicado sus cartas abiertas. La iniciativa ya ha dado sus frutos: según informes oficiales, el Ministerio de Educación de China estudia la implantación de nuevos sistemas para evitar el acoso sexual.
*Zhang Leilei es un seudónimo
Hortense Lougué, Burkina Faso
Hortense Lougué debe de ser una de las mujeres más ocupadas de Burkina Faso. Criada en un país plagado de injusticias y desigualdades, en el que las niñas pueden ser obligadas a casarse o a sufrir mutilación genital femenina, Hortense ha dedicado su vida a acabar con la violencia de género y ha creado diversos proyectos para potenciar la educación y los derechos humanos. Hortense Lougué ahora trabaja con muchachas y jóvenes que han sido obligadas a contraer matrimonio o han sufrido mutilación genital femenina, proporcionándoles formación sobre la manera de abordar estos problemas.
“He sido activista, secretaria general, coordinadora de programas y actualmente soy directora ejecutiva de la Asociación de Apoyo y Concienciación Pugsada (ADEP), una ONG centrada en mejorar la condición jurídica y socioeconómica de las muchachas. Dirijo diez proyectos, y nuestro compromiso es trabajar con decisión y perseverancia para mejorar las vidas de las mujeres y las niñas en Burkina Faso”, afirma.
Muchas de estas mujeres forman parte de la campaña Valiente de Amnistía Internacional, que refuerza el reconocimiento y la protección de los defensores y defensoras de los derechos humanos en todo el mundo. Más información en www.amnesty.org/brave.