La votación que podría cambiar el futuro de los derechos de trabajadores y trabajadoras de Amazon en Estados Unidos

Por Barbora Černušáková, investigadora sobre derechos económicos, sociales y culturales de Amnistía Internacional  

Los empleados y empleadas de Amazon que trabajan en las instalaciones del gigante de la tecnología BHM1 en Bessemer, Alabama, participan en estos días en una votación histórica para decidir si constituir un sindicato, un proceso que podría cambiar el panorama de la organización sindical en Estados Unidos. Si la mayoría vota a favor, Amazon tendrá que reconocer por primera vez un sindicato en Estados Unidos.

La votación ha llamado la atención de los medios de comunicación y de todo el movimiento en favor de los derechos laborales por dos motivos. En primer lugar, porque los anteriores intentos de los trabajadores y trabajadoras de Amazon para organizarse y constituir sindicatos habían fracasado. Y, en segundo lugar, porque en cuanto estuvo claro que la votación seguiría adelante, Amazon organizó una campaña para desincentivar que sus empleados y empleadas voten a favor.

“Amazon está presente en mis mensajes de texto, en nuestra sala de descanso… incluso en el baño [hay carteles que] nos piden que votemos en contra [del sindicato]… el nivel de propaganda es una locura”, me cuenta una persona que trabaja en los almacenes de esas instalaciones.

La hostilidad de Amazon con los sindicatos está sobradamente documentada pero, desde que en enero la Junta Nacional de Relaciones Laborales autorizó a los trabajadores y trabajadoras de BHM1 a votar por correo, las tácticas de la empresa demuestran cada vez menos escrúpulos. Amazon ha creado una página web donde se publican advertencias como “los sindicatos no pueden crear seguridad laboral”, además de hacer hincapié en las cuotas de afiliación a los sindicatos.

Me han contado que, en enero, los trabajadores y trabajadoras de Bessemer también empezaron a recibir mensajes de texto diciendo cosas como “No dejes que el sindicato nos separe” y “¡No permitas que los de fuera dividan a nuestro equipo ganador!”.

El almacén de Bessemer abrió el pasado marzo. Según me contaron los sindicatos, al principio parecía un buen lugar donde trabajar, pero a medida que iba pasando el verano, los trabajadores y trabajadoras tenían cada vez más dificultades para cumplir con sus objetivos de productividad. Además, la mayoría sentían cada vez mayor incomodidad por el modo en que Amazon controlaba sus movimientos, vigilando sus descansos para ir al baño y llegando a amonestar o despedir a los trabajadores y trabajadoras que no consiguieron cumplir con sus objetivos en reiteradas ocasiones.

Mientras, a medida que los índices de contagio de la COVID-19 aumentaban, hubo denuncias de que Amazon despedía a los trabajadores y trabajadoras que habían planteado sus preocupaciones en torno a la salud y la seguridad. En julio del pasado año, activistas del sindicato de minoristas, mayoristas y grandes almacenes (RWDSU) consiguieron que cientos de trabajadores y trabajadoras de Bessemer apoyasen la idea de constituir un sindicato en los almacenes, con el objetivo de proteger mejor sus derechos. La petición del sindicato superó el respaldo necesario, del 30%, para sacar adelante la votación.

Michael Foster, miembro del RWDSU y trabajador del sector avícola en Alabama, me contó que

“quienes como yo somos promotores de esta iniciativa y orgullosos miembros del RWDSU, conocemos de primera mano lo que están sufriendo los esforzados trabajadores y trabajadoras de las instalaciones de BHM1. No es fácil correr el riesgo de alzar la voz […] No podría estar más orgulloso de apoyarles en su lucha para crear el primer centro sindicado de Amazon en los Estados Unidos”.

Las entidades empleadoras estadounidenses ganaron terreno gracias a la Ley de Relaciones Laborales de 1947, que les da derecho a manifestar “cualquier punto de vista, argumento u opinión” —por ejemplo, en contra de los sindicatos— sin que ello se considere una práctica laboral injusta. El único límite a las campañas de entidades empleadoras en contra de sindicatos sería que sus manifestaciones incluyesen la amenaza de represalias o de uso de la fuerza, o la promesa de beneficios.

Amazon ha asegurado en repetidas ocasiones que respeta el derecho y las normas internacionales de derechos humanos, tanto en su correspondencia con Amnistía Internacional como en su propia página web. Esto debería incluir el respeto a la libertad de asociación y al derecho a la negociación colectiva que, en virtud de los convenios de la Organización Internacional del Trabajo, garantizan el derecho a crear y participar en sindicatos, así como a proteger los asuntos internos del sindicato de cualquier intromisión por parte de la dirección de la empresa.

En declaraciones a Amnistía Internacional el 9 de febrero, Amazon reiteraba su respeto por el derecho de sus empleados y empleadas tanto a unirse o constituir un sindicato u otra organización de su elección, como a no hacerlo. Señalaba además la importancia de garantizar que el personal “entendiese lo que implica unirse a un sindicato y el proceso electoral”, y que la empresa llevaba a cabo “sesiones informativas periódicas” para que, entre otras cosas, sus empleados y empleadas tuviesen la oportunidad de plantear sus preguntas. Asimismo, Amazon enfatizaba su preferencia por el diálogo directo y afirmaba promover que sus trabajadores y trabajadoras “planteen sus comentarios, preguntas y preocupaciones directamente a su equipo directivo”.

Esta postura obvia el principal objetivo del derecho a la negociación colectiva: los empleados y empleadas presentan sus problemas directamente al equipo directivo, pero lo hacen de manera conjunta. La historia demuestra que es la manera más eficaz de equilibrar el poder entre las entidades empleadoras y sus empleados y empleadas y, en último término, de mejorar la vida de los trabajadores y trabajadoras.

El trato recibido por los trabajadores y trabajadoras de Bessemer es el último de una larga lista de ejemplos que ponen de manifiesto el escaso respeto de Amazon por las normas de derechos humanos. Los informes anuales de Amazon identifican los comités de empresa y los sindicatos como un factor de “riesgo” para sus actividades internacionales mientras que, en un vídeo de formación obtenido por Business Insider, se indicaba al personal directivo del supermercado Whole Foods, propiedad de Amazon, cómo buscar “señales de alarma” de actividad sindical. En el Reino Unido, el personal sindical ha sido amenazado en repetidas ocasiones con mandamientos judiciales por “entrada ilegal” cuando han intentado acceder a instalaciones de Amazon.

Amazon no ha criticado nunca estas acciones, y su respuesta al clamor general es repetir que respeta los derechos de los trabajadores y trabajadoras, a pesar de que cada vez existen más pruebas de lo contrario. Ahora, los empleados y empleadas de Amazon se están preparando para poner a prueba las palabras de la empresa.

“Nuestra unión nos hace muy fuertes; podemos luchar por cambios reales en nuestro lugar de trabajo, entre ellos cambios que Amazon no puede ofrecer”, afirma el empleado/a del almacén con quien hablé.

“Queremos garantías procesales, queremos seguridad en el trabajo pero, sobre todo, queremos respeto”. 

Independientemente del resultado de la votación, el escrutinio al enfoque de Amazon con respecto a los derechos laborales de sus trabajadores y trabajadoras no va a desaparecer a corto plazo.