El grupo armado huzí y sus fuerzas aliadas están poniendo en peligro la vida de miles de civiles en la ciudad meridional de Taiz al impedir la entrada de suministros médicos esenciales así como de alimentos desde hace tres meses, en flagrante violación del derecho internacional humanitario; así lo ha afirmado Amnistía Internacional.
Los testimonios recabados por la organización de personal médico y 22 residentes en la tercera ciudad más importante de Yemen componen un alarmante cuadro de sufrimiento y penalidades para la población civil. La mayoría de los hospitales de la ciudad han cerrado y los pocos que siguen abiertos están al borde del colapso debido a la falta de provisiones. El hijo de una residente murió a las pocas horas de nacer debido a la grave escasez de oxígeno en los hospitales de la ciudad.
“Aparentemente, las fuerzas huzíes están obstruyendo deliberadamente la entrada de bienes civiles, incluidos alimentos y suministros médicos vitales, y con ello agravan una crisis humanitaria que tiene consecuencias desastrosas para los residentes de Taiz”, ha afirmado James Lynch, director adjunto del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África.
“Bloquear la entrada de ayuda humanitaria es una violación grave del derecho internacional humanitario. Los residentes están atrapados en la práctica en el enclave de Taiz, y privar a estas personas de sus necesidades básicas constituye un castigo colectivo de la población civil.”
Todas las rutas de entrada y salida de Taiz están controladas por el grupo armado huzí y sus aliados. Las restricciones para entrar y salir de la ciudad se han endurecido considerablemente desde que estalló el conflicto. Solamente el paso fronterizo de Al Duhi, al oeste de la ciudad, ha permanecido abierto de manera intermitente, por lo que los residentes han quedado prácticamente atrapados en su interior.
Según relataron residentes a Amnistía Internacional, miembros del grupo armado huzí y sus aliados han impedido el paso en puestos de control a civiles que llevaban fruta, verduras, carne y ropa, así como bombonas de gas para cocinar y bombonas de oxígeno para uso hospitalario, y en algunos casos han confiscado esos bienes. El derecho internacional humanitario prohíbe terminantemente el bloqueo de suministros médicos.
Todas las partes del conflicto deben permitir el paso sin trabas de ayuda humanitaria neutral destinada a la población civil.
Amnistía Internacional habló con cinco médicos de Taiz que afirmaron que necesitaban desesperadamente más anestésicos, oxígeno e instrumental quirúrgico para tratar a las personas heridas en los combates en curso entre grupos afines y hostiles a los huzíes dentro de la ciudad.
En el enclave sólo siguen funcionando cuatro hospitales locales, e incluso éstos deben cerrar ocasionalmente si no reciben provisiones médicas, que en la mayoría de los casos se introducen clandestinamente por una ruta de contrabando que atraviesa una montaña de unos 3.000 metros de altitud situada al sur de la ciudad.
Llevó a su recién nacido a cinco hospitales diferentes en diciembre, en una búsqueda frenética de oxígeno, pero no pudo encontrar los suministros necesarios para salvar la vida de su hijo.
“Mi hijo murió con sólo catorce horas de vida […] Cuando nació, los médicos nos dijeron que necesitaba cuidados intensivos y oxígeno porque no tenía suficiente líquido. Lo llevamos a todos los hospitales que pudimos hasta que finalmente murió. Quise llevármelo fuera de la ciudad, pero no había modo de salir”, dijo.
Personal médico contó a Amnistía Internacional que al menos 18 personas, 5 de ellas menores de edad, habían muerto en los últimos meses por falta de oxígeno.
El director del hospital de Al Rawdha dijo que necesitaban desesperadamente bombonas de oxígeno para las unidades de cuidados intensivos y las incubadoras prenatales. Afirmó que el hospital de Rawdha ya no podía aceptar pacientes que necesitaran cuidados intensivos o cirugía debido a la falta de oxígeno.
“Recibimos de 15 a 20 casos de estos cada día. Hoy recibimos cinco; tres han muerto. Todos eran civiles con heridas de gravedad causadas por bombardeos indiscriminados”, explicó a Amnistía Internacional en diciembre. Advirtió de que otro hospital de la zona, el de Al Thawra, también se había quedado sin provisiones de oxígeno.
Según el Comité Médico de Taiz, grupo local creado para ayudar a resolver la situación médica y reasignar suministros, los hospitales de la ciudad necesitaban una provisión diaria de 200-250 bombonas de oxígeno antes del conflicto. Hoy, los cuatro hospitales que quedan en funcionamiento se ven obligados a compartir entre todos 20-30 bombonas, traídas de contrabando a lomos de burros por las montañas. El precio medio de la bombona de oxígeno de contrabando se ha disparado, de 20 a unos 70 dólares.
“Todas las partes del conflicto deben garantizar que la ayuda humanitaria médica llega a la población civil de la ciudad de Taiz. Obstruir deliberadamente tales suministros ha tenido consecuencias terribles para los civiles que necesitan asistencia médica urgente”, ha afirmado James Lynch.
La activista Samar Ameen, de Khadeer, en el oeste de la ciudad, contó a Amnistía Internacional que miembros del grupo armado huzí habían confiscado una partida de 34 bombonas de oxígeno destinada al hospital de Al Thawra en enero.
“Retuvieron al conductor durante tres días. Me contó que lo habían humillado y presionado para que confesara que planeaba entregar el oxígeno a grupos de la oposición”, dijo.
Pese a los reiterados intentos de Samar Ameen por recuperar las bombonas de oxígeno presentando documentación que demostraba que iban dirigidas al hospital de Al Thawra, el grupo armado huzí se negó a devolvérselas.
Alrededor del 80% de los comercios de la ciudad están cerrados, y el precio de los artículos de contrabando ha subido vertiginosamente: ahora los productos básicos cuestan cuatro o cinco veces su precio local habitual. Muchos residentes consiguen a duras penas pagar los alimentos necesarios para alimentar a sus familias.
Hasta el pan ha duplicado su precio. Abdullah Ali, residente del barrio pobre de Al Sameel y padre de seis hijos de corta edad, contó lo siguiente a Amnistía Internacional: “No tengo trabajo y no hay oportunidades de empleo, así que conseguir cada comida es un triunfo […] Se necesita por lo menos un saco de roti [pan] para dar una comida a toda la familia”.
A finales de enero, el Programa Mundial de Alimentos, Médicos Sin Fronteras y una coalición liderada por Arabia Saudí obtuvieron permiso para hacer llegar pequeñas partidas de ayuda humanitaria al enclave de Taiz, pero los suministros eran deplorablemente insuficientes, según contaron residentes locales a Amnistía Internacional.
“Todas las partes del conflicto tienen la obligación de garantizar que la ayuda humanitaria llega a la población civil de las zonas bajo su control. Al bloquear la ayuda humanitaria, el grupo armado huzí está agravando terriblemente el sufrimiento de la población civil en Taiz, en flagrante incumplimiento del derecho internacional”, ha afirmado James Lynch.