Las fuerzas gubernamentales de Rusia y Siria parecen haber atacado de forma deliberada y sistemática hospitales y otras instalaciones médicas a lo largo de los tres últimos meses, con el fin de preparar el camino para que las fuerzas terrestres avancen hacia el norte de Alepo. Así lo ha concluido un examen llevado a cabo por Amnistía Internacional sobre los ataques aéreos realizados.
Incluso mientras se estaba negociando el frágil acuerdo de alto fuego en Siria, las fuerzas gubernamentales sirias y sus aliados intensificaron sus ataques a instalaciones médicas.
“Las fuerzas sirias y rusas han estado atacando deliberadamente instalaciones médicas, en lo que constituye una flagrante violación del derecho internacional humanitario. Pero lo realmente atroz es que la destrucción de hospitales parece haberse convertido en parte de su estrategia militar”, ha manifestado Tirana Hassan, directora del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional.
“La última oleada de ataques contra instalaciones médicas en el norte de Alepo parece formar parte de un patrón de ataques a médicos y hospitales, una estrategia que ha destruido decenas de centros médicos y ha causado la muerte de centenares de profesionales de la medicina y la enfermería desde el inicio del conflicto.”
La organización ha reunido pruebas convincentes de al menos seis ataques deliberados contra hospitales, centros médicos y clínicas en la zona rural del norte de la gobernación de Alepo en las últimas 12 semanas. Los ataques, en los que murieron al menos tres civiles, entre ellos un profesional de la medicina, y 44 más resultaron heridos, sigue un patrón de ataques contra instalaciones médicas ya observado en diversas partes de Siria, y que constituye crímenes de guerra.
El equipo de investigación de Amnistía Internacional habló con profesionales de la medicina de las seis instalaciones médicas y con varias organizaciones humanitarias en Turquía y Siria, y las personas entrevistadas describieron su lucha para atender al elevado número de civiles necesitados de tratamiento médico tras la reciente escalada de los ataques aéreos en la zona en febrero de 2016.
Varios profesionales de la medicina de Anadan y Hreitan, dos localidades al noroeste de Alepo, contaron a Amnistía Internacional que la estrategia del gobierno sirio consiste en vaciar de residentes una ciudad o un pueblo entero atacando los hospitales y las infraestructuras, con el fin de facilitar la invasión por tierra.
Un médico de Anadan dijo: “Los hospitales, el agua y la electricidad son siempre los primeros en ser atacados. Una vez que eso sucede, la gente ya no cuenta con servicios para sobrevivir. Eso es lo que sucedió en Anadan. Para mediados de febrero, la mayoría de los residentes habían huido de la ciudad, después de que el hospital de campo y el centro médico fueran atacados el 2 de ese mismo mes. El hospital de campo apenas está operativo, y el centro médico está cerrado. El problema es que no todo el mundo puede abandonar la ciudad. Quienes se quedan atrás son personas ancianas que necesitan desesperadamente tratamiento médico”.
“Los hospitales de las zonas en torno a Alepo controladas por la oposición se convirtieron en un objetivo primordial para las fuerzas gubernamentales rusas y sirias. Eso eliminó una tabla de salvación fundamental para la población civil que vive en esas zonas asediadas, y a la que no le queda más opción que huir”, ha manifestado Tirana Hassan.
Todas las personas entrevistadas por Amnistía Internacional dijeron que no había vehículos militares, puestos de control, combatientes o frentes de batalla cerca de los hospitales que fueron atacados, y que esos hospitales estaban cumpliendo exclusivamente con su función humanitaria.
Los ataques deliberados contra civiles que no participan directamente en las hostilidades y contra bienes de carácter civil, como los hospitales y otras instalaciones médicas, violan el derecho internacional humanitario (conocido también como las leyes de la guerra), y constituyen crímenes de guerra. En virtud de las leyes de la guerra, los hospitales y las unidades médicas gozan de protección especial. Sólo pierden su protección contra los ataques si se están utilizando fuera de su función humanitaria para cometer “actos perjudiciales para el enemigo”, como almacenar armas.
Incluso en caso de que se haga ese uso indebido, antes de que cese la protección debe emitirse un aviso estableciendo un plazo razonable, y la protección sólo puede darse por terminada si dicho aviso no ha sido atendido.
“Hemos pedido reiteradamente a los gobiernos sirio y ruso que cumplan el derecho internacional humanitario, y hemos instado a Rusia a llevar a cabo investigaciones creíbles e independientes sobre los ataques lanzados por sus fuerzas contra hospitales, y sobre otras violaciones graves del derecho internacional humanitario”, ha manifestado Tirana Hassan.
“Todos los profesionales de la salud y las instalaciones médicas deben gozar de respeto y protección, en lugar de ser blanco de ataques. Las personas heridas y enfermas se encuentran abandonadas a su suerte en la frontera turca, o muriendo en el interior de Siria, porque los hospitales se han convertido en el nuevo frente de batalla en la ofensiva contra la zona rural del norte de la gobernación de Alepo. No hay excusas para que un gobierno impida a la gente acceder a atención médica. No hay excusas para atacar deliberadamente un hospital detrás de otro.”
Información general y testimonios
Según el grupo de observación local Red Siria de Derechos Humanos, al menos 27 hospitales, ocho de ellos en la gobernación de Alepo, han sido atacados por fuerzas gubernamentales rusas y sirias desde septiembre de 2015. La Sociedad Médica Siria Estadounidense dijo a Amnistía Internacional que, desde diciembre de 2015, al menos 13 hospitales de Alepo habían sido blanco de ataques aéreos, y uno había sido alcanzado por un misil tierra-tierra el 15 de febrero. En estos 14 ataques murieron un total de 4 profesionales de la medicina y 45 civiles.
Physicians for Human Rights ha informado de que, desde que estalló el conflicto, las partes implicadas en él han lanzado al menos 346 ataques contra instalaciones médicas, y en ellos han muerto 705 profesionales de la salud. Las fuerzas gubernamentales sirias y sus aliados han sido responsables de la abrumadora mayoría de estos ataques.
El equipo de investigación de Amnistía Internacional se centró en seis ataques lanzados en el norte de Alepo entre diciembre de 2015 y febrero de 2016.
La ofensiva contra la zona rural del norte de Alepo
Durante la última semana de enero de 2016, las fuerzas gubernamentales sirias, apoyadas por ataques aéreos rusos, iniciaron una ofensiva terrestre en la zona rural del norte de la gobernación de Alepo para romper el asedio impuesto por grupos armados no estatales a las localidades de Nubul y Zahraa. Esa ofensiva cortó la ruta de suministro tanto desde esta zona como desde Turquía hasta la ciudad de Alepo. El 1 de febrero, las fuerzas gubernamentales sirias y las Fuerzas Democráticas Sirias, entre las que se incluían grupos kurdos, árabes y asirios, continuaron con su ofensiva en esa misma zona.
Algunos civiles que habían huido de la zona rural del norte de la gobernación de Alepo hacia la frontera de Bab al-Salam y habían pasado a Turquía dijeron a Amnistía Internacional que los ataques aéreos de las fuerzas gubernamentales rusas y sirias se habían intensificado en las primeras semanas de febrero, y habían obligado a huir a miles de personas. Sin hospitales que funcionen en la zona, muchas de las personas heridas en los ataques aéreos se vieron obligadas a conducir durante horas para conseguir atención médica. Las entrevistas mantenidas con médicos y profesionales de la salud en Alepo y sus alrededores indican que los centros de salud estuvieron entre los primeros edificios tomados como objetivo en una serie de ataques aéreos al inicio de la ofensiva, en lo que se considera un intento de reducir la capacidad de las instalaciones de salud y de impedir que las personas heridas reciban tratamiento médico.
Tel Rifaat
Dos médicos y un activista de Tel Rifaat que huyeron dos días antes de que la Unidad de Protección Popular (YPG), parte de las Fuerzas Democráticas Sirias, se hiciera con el control de la localidad el 15 de febrero, dijeron a Amnistía Internacional que tres instalaciones médicas –un hospital de campo, un centro de rehabilitación y un centro de diálisis renal– habían sido atacadas directamente con misiles durante la semana que comenzaba el 8 de febrero, justo cuando se iniciaba la ofensiva terrestre contra la localidad. Los ataques causaron heridas a seis miembros del equipo médico y tres pacientes civiles, y dejaron a la población sin ningún centro médico operativo.
El doctor “Faraj” (su nombre real se oculta por motivos de seguridad), que dirige el hospital de campo, el centro de rehabilitación y el centro de diálisis renal, dijo a Amnistía Internacional:
“Los kurdos empezaron a hacerse con el control de algunos pueblos de la zona rural del norte de Alepo a principios de febrero, y avanzaban hacia Tel Rifaat. A medida que se acercaban, las fuerzas rusas y sirias atacaban instalaciones médicas. A consecuencia de ello, a los civiles heridos por los bombardeos indiscriminados había que trasladarlos a la frontera de Siria con Turquía porque los hospitales ya no estaban operativos”.
Varias semanas antes de la actual ofensiva, el 19 de diciembre de 2015, a las 2:45 de la tarde, un ataque aéreo directo destruyó un centro de Tel Rifaat que proporcionaba atención médica a menores con necesidades especiales. Según su director, el centro se había establecido en 2014 y recibía a 250 menores al mes, procedentes de toda la zona rural del norte de Alepo.
El pueblo de Maskan
Un médico de la Asociación Independiente de Médicos de Turquía contó a Amnistía Internacional que el hospital de campo al que apoyan en Maskan, un pueblo de la zona rural del norte de Alepo, tuvo que ser evacuado el 1 de febrero ante la intensificación de los ataques aéreos y la inminente invasión terrestre del pueblo. Un día después de evacuar al personal médico y a los pacientes, la Asociación recibió imágenes del hospital de campo destruido por un ataque aéreo.
El gobierno sirio se hizo con el control del pueblo desierto el 15 de febrero. Amnistía Internacional examinó las imágenes de la destrucción y un vídeo de las fuerzas gubernamentales dentro del hospital de campo en el que alegaban que la instalación estaba siendo utilizada por terroristas para curar a los heridos de guerra. El derecho internacional humanitario protege los hospitales y las instalaciones médicas que desempeñan su función humanitaria, una función que incluye proporcionar tratamiento médico a los combatientes heridos.
Anadan
Unos médicos y un profesional de la salud de Anadan contaron a Amnistía Internacional cómo dos ataques aéreos lanzados el 27 de enero y el 2 de febrero por aviones de combate rusos o sirios destruyeron parcialmente un hospital de campo e inutilizaron un centro de rehabilitación. Un fisioterapeuta del centro de rehabilitación relató:
“Los ataques aéreos se intensificaron el 1 de febrero. Al día siguiente, a las ocho y media de la mañana, el centro fue alcanzado por un misil. Yo iba de camino al trabajo cuando vi y oí la explosión. Cuando llegué, vi el cadáver del chófer en la entrada, y a dos pacientes y cinco miembros del equipo médico gravemente heridos. Tuvimos que trasladarlos fuera de Anadan. Ahora el centro está inoperativo. Perdimos mucho equipo caro. Proporcionábamos tratamiento a quien lo necesitaba, y llevábamos funcionando desde 2014.”
Hreitan
El Hospital de Bagdad en Hreitan fue blanco de un ataque directo el 25 de diciembre de 2015, y sufrió graves daños. Un médico y otro profesional de la salud del hospital dijeron a Amnistía Internacional que un avión de combate ruso o sirio había disparado misiles directamente contra el hospital: había causado heridas a 10 miembros del personal médico y al menos a 20 pacientes civiles, y había dejado las instalaciones en ruinas. Ali Hamedo, miembro del personal médico, murió en el ataque. El hospital no ha podido funcionar desde entonces.
El doctor “Abdullah” (su nombre real se oculta por motivos de seguridad), de Hreitan, contó: “Ni siquiera los hospitales subterráneos están a salvo. Hace un año trasladamos el hospital bajo tierra, pensando que así estaría a salvo de los ataques aéreos. Sin embargo, los misiles pudieron penetrar hasta los niveles subterráneos. Hemos dedicado cientos de miles de dólares a equipar el hospital y proporcionar tratamiento a las personas heridas y enfermas, pero ahora Hreitan ya no tiene más hospitales”.
Una familia de Hreitan que huyó de los ataques el 6 de febrero contó a Amnistía Internacional que ellos fueron los últimos en marcharse. El padre dijo: “He vivido en Hreitan toda mi vida, y nunca la he visto desierta. Quedaban muy pocas familias, que seguían allí porque no pueden marcharse. Los ataques aéreos destruyeron la infraestructura de la ciudad, incluidos los hospitales, así que ya no tenemos servicios que nos permitan sobrevivir”.
Según el Ministerio de Defensa ruso, unos aviones de combate atacaron “objetivos terroristas” en Alepo entre el 4 y el 11 de febrero, pero negaron haber atacado a civiles. Las autoridades rusas siguen negando haber causado la muerte de civiles o daños a infraestructuras civiles en Siria, pese a los firmes indicios que señalan la existencia de numerosos centenares de muertes de ese tipo y múltiples ataques contra edificios civiles. El 11 de febrero, el Ministerio deDefensa ruso acusó a la coalición encabezada por Estados Unidos de ser responsable de los ataques contra la zona rural del norte de Alepo, una acusación que Estados Unidos ha negado. Según el Mando Central estadounidense (CENTCOM), la coalición encabezada por Estados Unidos llevó a cabo ataques contra el grupo armado autodenominado Estado Islámica en Mara, en la zona rural del norte de Alepo, entre el 1 y el 4 de febrero.