Las autoridades belgas siguen sin ofrecer acogida a miles de personas que solicitan asilo y abocándolas al sinhogarismo, lo que viola las obligaciones del país en virtud del derecho internacional, europeo y belga, ha manifestado hoy Amnistía Internacional.
En un nuevo informe, ‘Unhoused and Unheard: How Belgium’s persistent failure to provide reception violates asylum seekers’ rights’, Amnistía Internacional documenta que las medidas tomadas por Bélgica desde octubre de 2021 repercuten en la vida, la dignidad y los derechos humanos de quienes solicitan asilo. El informe pone de manifiesto la discriminación contra los hombres solteros racializados y la forma en que el incumplimiento de las obligaciones internacionales y de las órdenes judiciales por parte de las autoridades sienta un preocupante precedente.
A partir de 2021, tras el primer año de la pandemia de COVID-19, Bélgica vio un aumento del número de solicitudes de asilo, pero las autoridades no adaptaron el sistema de acogida a lo requerido por la nueva situación ni tampoco incrementaron las plazas de acogida disponibles. Desde entonces, las autoridades han negado la acogida a la mayoría de hombres solteros racializados que han solicitado asilo. Actualmente, hay más de 2.500 personas en las listas de espera de acogida.
Hasta la fecha, distintos tribunales nacionales e internacionales han ordenado a las autoridades belgas que proporcionen acogida en más de 12.000 ocasiones, pero Bélgica se ha negado sistemáticamente a acatar las sentencias, pese a que son definitivas y jurídicamente vinculantes.
En 2025, el nuevo gobierno federal de Bélgica se ha jactado de sus intenciones de aplicar “la política migratoria más estricta posible”. Amnistía Internacional teme que los planes del nuevo gobierno puedan agravar aún más la situación de quienes solicitan asilo.
“El hecho de que Bélgica no proporcione acogida no se debe a la inexistencia de recursos, sino a una falta de voluntad política”, ha expresado Eva Davidova, portavoz de Amnistía Internacional Bélgica.
“El gobierno anterior tuvo tiempo más que suficiente de resolver la situación de las personas sin hogar, y no lo hizo. Al gobierno actual le preocupa más reducir las cifras de las personas que reciben asilo que abordar el daño real que se inflige a quienes solicitan asilo actualmente en el país. La magnitud y persistencia con la que el Estado belga ha desoído las órdenes judiciales socava la confianza en que el gobierno belga rinda cuentas ante los titulares de derechos, en especial, las personas marginadas y racializadas como las que se ven afectadas por esta situación”.
El informe se basa en una investigación llevada a cabo por Amnistía Internacional entre octubre de 2024 y enero de 2025, que incluye entrevistas a solicitantes de asilo sin hogar en Bélgica entre 2021 y 2024. Se efectuaron entrevistas adicionales a juristas especialistas en migración, así como a representantes de organizaciones de la sociedad civil.
Malas condiciones de vida y obstáculos para acceder a la atención médica
Las personas que solicitaron asilo y vieron denegada su acogida a menudo acabaron sin hogar, viviendo en la calle o en espacios ocupados de forma ilegal. Además, se enfrentaron a numerosos obstáculos para acceder a la atención médica, lo que deterioró aún más su situación.
Sayed, joven afgano, pasó meses en las tristemente célebres ocupaciones ilegales del Palais des droits, en Bruselas, de octubre de 2022 a enero de 2023. “Al principio era aceptable, había baños y duchas, y gente que traía comida por la tarde. Sin embargo, poco a poco se transformó en un cementerio. Las duchas y los baños se fueron estropeando… La orina llegaba hasta donde dormíamos”.
Ahmet y Baraa, dos hombres palestinos, llegaron a Bélgica en septiembre de 2024 tras huir de Gaza. Vivían en una casa ocupada que daba cobijo a seis o siete personas por habitación. Ahmet explicó que en la casa ocupada no había agua caliente, colchones ni mantas: “Hacía frío. […] Puedes estar muriéndote sin que nadie lo sepa. Nadie te va a ayudar”. Ambos hombres habían perdido seres queridos en Palestina. Ahmet declaró: “Perdí a muchos familiares y amigos. Mi madre está gravemente herida; mis hermanos y mi hermana también. Yo me ponía en su piel: simplemente tengo que sobrevivir”.
Las organizaciones de la sociedad civil y el voluntariado han mostrado una empatía y solidaridad admirables hacia las personas afectadas, interviniendo para prestar ayuda urgente, pero sus recursos son limitados y no hay que esperar que subsanen la ineficiencia del Estado.
“La gente empatiza con nosotros, pero las autoridades no”, ha recordado Sayed.
Impacto de la falta de vivienda a largo plazo
La falta de acogida daña también profundamente las perspectivas de futuro de las personas en Bélgica, puesto que limita su acceso al mercado laboral o a la educación. Las personas entrevistadas declararon que no se les permitía trabajar porque carecían de domicilio fijo.
Baraa, hombre gazatí, expresó que solo quería tener una “vida sencilla, derechos básicos, un trabajo, comida en el estómago, simplemente vivir como una persona normal. En Gaza teníamos una vida, pero nos faltaba seguridad y protección, por eso nos fuimos, por eso vinimos aquí: para encontrar un lugar seguro”.
“Este informe debería servir como llamada de atención al gobierno belga y a la Unión Europea. Bélgica está provocando activamente una crisis de sinhogarismo que repercutirá negativamente sobre la vida y la dignidad de las personas largo tiempo; la sociedad civil tiene que arreglárselas por su cuenta. En ausencia de una intervención urgente, esta crisis se agravará y se violarán aún más los derechos de las personas solicitantes de asilo, lo que erosionará el compromiso del país y de la UE con los derechos humanos”, ha indicado Eva Davidova.
Se acabaron las excusas, tanto Bélgica como la UE deben tomar medidas
Amnistía Internacional insta al gobierno belga a que proporcione de inmediato espacios de acogida suficientes y garantice que todas las personas que solicitan asilo reciban una vivienda adecuada. El gobierno debe garantizar el acceso a servicios de atención médica adecuados, incluido apoyo psicológico especializado, independientemente de la situación residencial. Las autoridades belgas deben igualmente activar el “plan de dispersión” descrito en la legislación nacional y aplicar planes de contingencia para gestionar las fluctuaciones del número de solicitudes de asilo.
Mientras tanto, Amnistía Internacional pide al gobierno belga que proporcione apoyo económico y logístico a las organizaciones de la sociedad civil que asisten a las personas solicitantes de asilo con vistas a garantizar que puedan seguir desarrollando esta tarea esencial que compensa la inacción del Estado.
La Comisión Europea debe garantizar que Bélgica restablezca la aplicación de la Directiva relativa a las condiciones de acogida, e incluso iniciar procedimientos de infracción en caso necesario. El hecho de que Bélgica no proporcione acogida no es un problema aislado, sino una situación que pone en entredicho el compromiso de la UE con la defensa de los derechos humanos fundamentales.
Información complementaria
Aunque la persistente negativa de Bélgica a respetar los derechos humanos de quienes solicitan asilo se prolonga desde 2021 y Amnistía Internacional la ha denunciado anteriormente, esta nueva publicación subraya sus efectos sobre las personas.