- Defensores y defensoras del clima en Brasil, Ecuador, Paraguay y Perú —algunos de los países más peligrosos del mundo para defender el medioambiente y el clima— acompañarán a la delegación de Amnistía Internacional en la COP30
- Amnistía Internacional también insta a los gobiernos a no respaldar la negación de la acelerada crisis climática que simboliza el presidente estadounidense Trump y, en su lugar, demostrar liderazgo climático genuino.
El liderazgo de la COP30 deben situar a las personas —no el beneficio económico ni el poder— en el centro de las negociaciones, comprometiéndose a proteger y atender las demandas del activismo para intensificar la acción climática que el planeta necesita urgentemente: una eliminación gradual completa, rápida, equitativa y financiada de los combustibles fósiles y una transición justa hacia la energía sostenible para todas las personas, en todos los sectores, ha afirmado Amnistía Internacional en la antesala de la cumbre anual de la ONU sobre el clima en Brasil.
“La crisis climática global es la mayor amenaza para nuestro planeta y exige una respuesta adecuada. Los efectos del cambio climático son cada vez más pronunciados en todo el mundo. Nos enfrentamos a tormentas, incendios forestales, sequías e inundaciones cada vez más frecuentes y graves, así como a un aumento del nivel del mar, que destruirá varios Estados insulares pequeños”, ha afirmado Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, que asistirá a la conferencia.”
“La COP30 en Brasil ofrece una oportunidad para ejercer la resistencia colectiva ante quienes tratan de revertir años de compromisos y esfuerzos para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C. El hecho de que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera se dispararan hasta alcanzar una cifra récord el año pasado debe ser una señal de alarma para los líderes y lideresas mundiales en la COP30.”
“Amnistía Internacional insta a los gobiernos a no respaldar la negación de la acelerada crisis climática que simboliza el gobierno de Trump y, en su lugar, demostrar liderazgo climático genuino. Ante el rechazo de la ciencia por parte del presidente Trump, junto con la intensificación de la captación de apoyos a favor de los combustibles fósiles, las autoridades globales deben redoblar sus esfuerzos para tomar medidas climáticas urgentes, con o sin Estados Unidos. Deben rechazar los intentos de recortar la financiación para los proyectos de energías renovables y resistir los ataques intimidatorios de Estados Unidos y otros países que tratan de debilitar las políticas y normativas cradas para combatir el cambio climático.”
“La humanidad puede salir ganando si, en la COP30, los Estados se comprometen a una eliminación gradual completa, rápida, equitativa y financiada de los combustibles fósiles y a una transición justa hacia la energía sostenible para todas las personas, en todos los sectores, como ha confirmado recientemente la Corte Internacional de Justicia en su opinión consultiva. Estos compromisos deben ir acompañados de una considerable inyección de financiación climática —en forma de subvenciones, no de préstamos— por parte de los Estados identificados como los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es fundamental que los Estados tomen medidas para proteger al activismo climático y a los defensores y defensoras ambientales. Es la única manera de garantizar la justicia climática y proteger los derechos humanos de miles de millones de personas.”
Brasil será el Estado anfitrión de la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que se celebrará en Belém del 10 al 21 de noviembre. Más de 190 partes del Acuerdo de París debatirán cuestiones como el aumento de la financiación climática, especialmente para la adaptación, los objetivos nacionales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, cómo y cuándo “abandonar” los combustibles fósiles, tal y como se acordó en la COP28, y cómo apoyar medidas para reducir los daños climáticos y abordar las pérdidas y daños inevitables en los países de bajos ingresos que sufren las peores consecuencias del cambio climático, pese a ser los que menos contribuyen a él.
Situar a las personas en el centro de la toma de decisiones
Amnistía Internacional cree que una transición rápida, equitativa y justa debe situar a las personas más afectadas por el cambio climático en el centro de la toma de decisiones para lograr la justicia climática.
Este año, Amnistía Internacional sumará sus fuerzas a las del activismo ambiental, que a menudo arriesga la vida para defender los derechos humanos. Defensores y defensoras del clima en Brasil, Ecuador, Paraguay y Perú —algunas de las regiones más peligrosas del mundo para defender el medioambiente y el clima— acompañarán a la delegación de Amnistía Internacional en la COP30. El activismo incluye representantes de Avá Guaraní Paranaense, Guerreras por la Amazonía, Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos (MANTHOC), Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú, Rede Vozes Negras Pelo Clima y Unión de Afectados y Afectadas por las Operaciones Petroleras de Texaco.
“Vemos en todo el mundo pruebas alarmantes de la reducción del espacio de la sociedad civil para el activismo climático, lo que también se refleja en el silenciamiento de los defensores y defensoras dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Un alto número de defensores y defensoras no pueden asistir a la COP30 debido a la persecución que sufren por defender los derechos humanos. Esperamos que la COP30 transmita un mensaje contundente sobre el papel de quienes están en primera línea del activismo climático y la necesidad de proteger a estas personas”, ha afirmado Agnès Callamard.
Liderazgo en la COP30
Amnistía Internacional pide a las delegaciones de la COP30 que:
1. Acuerden un plan y un calendario claros para eliminar gradualmente los combustibles fósiles, cumplan el objetivo —totalmente insuficiente— de destinar 300.000 millones de dólares estadounidenses a la financiación climática (acordado en la COP29) y aumenten la financiación pública basada en subvenciones. El plan también debe garantizar que las inversiones internacionales se destinen a proyectos que contribuyan de verdad a combatir el cambio climático y no a tecnologías arriesgadas y no demostradas —como la captura directa de aire o la geoingeniería solar o marina— que podrían causar daños a los derechos humanos y retrasar la necesaria eliminación gradual de los combustibles fósiles.
2. Alienten a los Estados de altos ingresos y altas emisiones, especialmente a los que históricamente han sido más responsables del cambio climático, a que contribuyan en mayor medida al Fondo de Respuesta a las Pérdidas y los Daños a fin de satisfacer la magnitud de las necesidades. Además, la junta directiva del Fondo debe llevar a cabo sus actividades de manera transparente, inclusiva y responsable y, a la vez, garantizar el acceso directo a la financiación para las comunidades afectadas y la contención de las influencias indebidas del sector privado.
A través de la presidencia de la COP30, Brasil debe mostrar su liderazgo por medio de reforzar el reconocimiento, la protección y la participación significativa de los defensores y defensoras ambientales en los espacios multilaterales de toma de decisiones y de apoyar iniciativas como la Red de Líderes para Activistas y Defensores del Medioambiente (LEAD), que se lanzará oficialmente en la COP30. También debe liderar el lanzamiento del nuevo Mecanismo de Acción de Belém para una Transición Justa Global (BAM), propuesto por varios grupos de observadores. En el ámbito nacional, debe detener la expansión prevista para los proyectos de combustibles fósiles y aclarar cuándo y cómo procederá a eliminar gradualmente toda la producción y el uso de combustibles fósiles.
“En marcado contraste con lo que el presidente Trump quiere hacerles creer, un futuro sin combustibles fósiles es esencial para la supervivencia de la humanidad. No pueden desaprovecharse más oportunidades: las partes de la COP30 deben garantizar que sus obligaciones en materia de derechos humanos guíen todas las decisiones climáticas en Belém y en el futuro”, ha afirmado Agnès Callamard.


