La humanidad a juicio: El caso de Seán Binder, voluntario de operaciones de búsqueda y salvamento

Wies De Graeve es director ejecutivo de AI Bélgica (habla flamenca)

Mañana, Seán Binder será juzgado ante el Tribunal de Apelación de Mitilene en Lesbos (Grecia) por su trabajo como voluntario de salvamento, ayudando a personas en apuros y en peligro de ahogarse en el mar. Junto con otras 23 personas acusadas, se enfrenta a cargos penales que incluyen pertenencia a una organización criminal, blanqueo de dinero y tráfico de personas y, si es declarado culpable, puede ser condenado a hasta 20 años de prisión.

Conocí a Seán en 2019. El elocuente activista irlandés, que entonces tenía veintipocos años, asistió como invitado al lanzamiento en Bélgica de la campaña anual de fin de año de Amnistía Internacional, donde relató su historia de flagrante injusticia, inspiradora y terrible a partes iguales, pues, junto con otras personas, estaba siendo procesado por salvar vidas.

Dos años antes, Seán había viajado a Lesbos como voluntario y se había unido a una ONG local de búsqueda y salvamento que patrullaba la costa en busca de pequeñas embarcaciones en apuros y prestaba primeros auxilios a las personas que hacían la travesía de Turquía a Grecia.

Desde 2015, la guerra en Siria ha obligado a innumerables personas a huir de sus hogares y buscar seguridad en Europa por rutas peligrosas, como el arriesgado viaje a través del Mar Egeo. Sólo en 2017, según los informes, más de 3.000 personas murieron o desaparecieron tratando de cruzar el Mediterráneo, y la inacción de las autoridades movilizó a muchas personas voluntarias de toda Europa.

Seán fue una de ellas. Hizo lo que se esperaría que cualquiera hiciera en su lugar: salvar vidas y ayudar a la gente. Sin embargo, en 2018 las autoridades griegas lo detuvieron y lo mantuvieron en espera de juicio durante más de 100 días para después acusarlo de una serie de delitos, al igual que a otras personas voluntarias que realizaban tareas humanitarias.

El objetivo de estos cargos es presentar como delincuentes a quienes ayudan a las personas en movimiento. Es una tendencia de criminalización de la solidaridad que se extiende por toda Europa.

En Malta, tres jóvenes de África Occidental están acusados de ayudar a llegar a lugar seguro a más de 100 personas rescatadas en el mar, y se enfrentan a cargos por los que podrían ser condenados a cadena perpetua. En Italia están siendo encautadas embarcaciones utilizadas por organizaciones de búsqueda y salvamento. Y en Francia, ha habido guías de montaña que han sido procesados por ayudar a personas en la frontera con Italia.

Los gobiernos europeos no sólo están fallando a las personas que buscan protección, sino que también están castigando a quienes tratan de llenar este peligroso vacío.

Volví a ver a Seán en 2021 y en 2023, en ambas ocasiones a las puertas del Tribunal de Apelación de Mitilene, en Lesbos. En 2023, se retiraron los cargos por delitos menores (falsificación, espionaje y uso ilegal de frecuencias de radio) presentados contra él y las demás personas acusadas de nacionalidad extranjera. Posteriormente, en 2024, el resto de las personas acusadas fueron absueltas de esos mismos cargos.

Ese día, al salir del edificio del Tribunal de Apelación, y cuando todavía se enfrentaba a cargos por delitos graves, al igual que los demás 23 trabajadores de ayuda humanitaria, Seán dijo: “Queremos que se haga justicia. Hoy ha habido menos injusticia, pero no se ha hecho justicia.”

Amnistía Internacional ha pedido sistemáticamente que se retiren estos cargos. La ONU y muchas organizaciones de derechos humanos han expresado también su grave preocupación sobre el caso, mientras que miles de personas en toda Europa y en el mundo se han puesto de parte de Seán en defensa de la solidaridad con las personas migrantes y refugiadas, firmando peticiones y escribiendo cartas.

Este juicio debería ser una señal de alarma, no sólo por como afecta a la sociedad civil de Europa, sino a la libertad de cualquier persona de actuar según su conciencia. No se juzga sólo a Seán, sino a la solidaridad. Debe dejar de criminalizarse a quienes demuestran compasión por las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares por guerras, violencia u otras adversidades.

Mientras, y cuando han pasado 10 años desde que comenzaran a llegar personas sirias a las costas europeas buscando seguridad y protección, es preciso que los líderes y lideresas de Europa reflexionen. Tienen que aprender de personas como Seán, en vez de procesarlas. Y, en vez de centrarse en la disuasión, tienen que asegurarse de que la palabra “asilo”, del griego “asylon,” sigue haciendo referencia a un lugar de refugio o santuario para quienes buscan seguridad en nuestra región. Las personas que salvan vidas deben recibir apoyo, no ser criminalizadas.

Esta semana, seis años después de nuestro primer encuentro, Seán y yo volveremos a coincidir a las puertas del edificio del tribunal de Mitilene, donde se reanudará su juicio. Estaré allí para solidarizarme con él, en representación de las miles de personas que han exigido que se retiren esos cargos.

Espero de todo corazón presenciar cómo por fin consigue la justicia a la que tiene derecho.

La humanidad debe triunfar.

Publicado originalmente en POLITICO: People who save lives should not be criminalized – POLITICO

Contenido relacionado: