Los valores africanos están amenazados y la Comisión Africana debe defenderlos

Por Khanyo Farise

Circulaba por Internet el cartel de un panel de oradores, compuesto exclusivamente por hombres blancos de Europa, Estados Unidos y otras regiones, para promocionar una conferencia panafricana sobre los valores africanos de la familia.

El reparto era, una vez más, señal inequívoca de que el evento lo avalaban actores del Norte Global provistos de una clara agenda antiderechos. Tras las fuertes críticas recibidas, los organizadores se vieron obligados a añadir a más panelistas de África, pero con todo, y pese a la indignación expresada por grupos de mujeres y organizaciones de derechos humanos sobre el contenido ofensivo del cartel, la conferencia siguió adelante.

Los principales oradores pertenecían a entidades como CitizenGo, Family Watch International, Family Policy Institute o Christian Council International, así como a iglesias e instituciones parlamentarias. Algunos de ellos figuraban además como patrocinadores y promotores del evento. Todas estas organizaciones son conocidas por sus valores familiares y sociales conservadores y por promover los llamados “valores familiares tradicionales”.

De hecho, la entidad organizadora, el Foro de Profesionales Cristianos de África, tiene estrechos vínculos con ellas, y algunos miembros de su directiva están relacionados con diversos grupos antiderechos estadounidenses.

En el fondo, la conferencia defendía posturas contrarias al aborto, los derechos de las personas LGBTI, la salud reproductiva y la educación sexual integral. Entre las principales cuestiones que preocupaban a los organizadores estaba el hecho de que “los países africanos están siendo presionados para promulgar políticas y firmar acuerdos y tratados que van en contra de sus creencias culturales y religiosas”. El objetivo era, así pues, “promover y proteger la santidad de la vida, los valores de la familia, la libertad religiosa y la educación basada en valores y la buena gobernanza”, metas similares a las de los grupos antiderechos de Estados Unidos.

Los asistentes al evento buscan, en general, incidir en estas cuestiones no sólo en sus países, sino también en foros regionales como la Unión Africana, así como en el plano internacional. La sociedad civil por su parte ha alertado sobre el peligro que suponen los ataques, cada vez más coordinados, de estos grupos contra la Unión Africana.

La conferencia se celebra en un momento de creciente autoritarismo, en el que el populismo oportunista busca sacar rédito político sin esfuerzo, a menudo pregonando la idea de que las identidades LGBTI son “antiafricanas” o contravienen los “valores africanos”.

Khanyo Farise

Es probable que su siguiente objetivo sea la Convención de 2025 para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. Seguramente alegarán que este tratado promueve la ideología de género, en una estrategia similar a la que en Europa han adoptado los grupos antiderechos contra el Convenio de Estambul, que también busca prevenir y combatir la violencia ejercida contra las mujeres.

La conferencia se celebra en un momento de creciente autoritarismo, en el que el populismo oportunista busca sacar rédito político sin esfuerzo a menudo pregonando la idea de que las identidades LGBTI son “antiafricanas” o contravienen los “valores africanos”.

Al acto asistieron miembros del parlamento de Uganda y Malawi, además de abogados kenianos, un dato que no debe sorprendernos, pues desde hace tiempo es sabido que diversos grupos estadounidenses han financiado campañas de propaganda contra la diversidad sexual y de género y han ayudado a dar forma a algunas de las leyes más duras contra las personas LGBTI en África.

El término ‘valores africanos’ surgió en el ámbito regional en 2018 cuando la Comisión Africana de los Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP), máximo órgano de derechos humanos del continente, retiró la condición de observador a la Coalición de Lesbianas Africanas a petición de la Unión Africana.

En 2022, la CADHP, en esta ocasión por iniciativa propia, rechazó otorgar el estatus de observador a tres grupos de derechos humanos, alegando que las identidades LGBTI “son contrarias a las bondades de los valores africanos”. Estas decisiones contravienen la histórica Resolución aprobada por la CADHP en 2014 en la que se establecía claramente que dichas identidades gozan de la plena protección de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.

Pero ¿qué significa ser africano/a? ¿Cuáles son los valores africanos?

La Carta Africana faculta a la CADHP para realizar estudios e investigaciones que aborden estas cuestiones. La Comisión se basa en esos trabajos para elaborar los principios y normas que sirven de orientación a los gobiernos africanos. En esta línea, la CADHP examinó y aprobó en 2023 un “documento sobre los valores africanos”. Su acceso no es público, por lo que se desconoce su contenido, aunque es probable que su propósito sea explicar lo que la Comisión entiende por “valores africanos”, con el fin de guiar a los gobiernos del continente en la elaboración de sus leyes sobre derechos humanos.

Para responder a las preguntas anteriores, la CADHP debe tener en cuenta tres aspectos importantes.

El primero es el reconocimiento de la extraordinaria diversidad de familias africanas. Los redactores de la Carta Africana reconocieron que la sociedad del continente es demasiado compleja como para dividirla en compartimentos estancos. Esta es la razón por la que en el documento mismo se evita deliberadamente definir la noción de “pueblos”, en un claro reconocimiento de la diversidad de familias, sociedades y comunidades africanas. La DACHP tampoco debe limitar las identidades africanas a los hombres y mujeres cisgénero y heterosexuales ni restringir el concepto de familia africana a un modelo nuclear.

En segundo lugar, el principio de no discriminación está presente en toda la Carta y es la piedra angular del concepto africano de derechos humanos. Según el texto, “[t]odo individuo tendrá el deber de respetar y considerar a sus semejantes sin discriminación, y de mantener relaciones encaminadas a promover, salvaguardar y fortalecer el respeto y la tolerancia mutuos”.

Los Estados redactores de la Carta consagraron el principio de no discriminación, coincidiendo con la lucha por la liberación del colonialismo y el racismo abanderada por los líderes africanos. De hecho, el documento fue realmente pionero al prohibir la discriminación étnica, un aspecto que no figuraba en ningún otro acuerdo internacional en aquel momento. Así pues, la no discriminación de las personas LGBTI está en perfecta consonancia con el espíritu y la letra de los valores establecidos en la Carta Africana.

Para terminar, cabe recordar que la identidad de las personas LGBTI ha encontrado firme acomodo en los valores africanos desde siempre. La sexualidad entre personas del mismo sexo y la diversidad de género ya existían de hecho en el África precolonial. No fue hasta la colonización cuando los subyugadores europeos del continente africano impusieron leyes contra las personas LGBTI dentro de su “misión civilizadora”. Tras alcanzar la independencia, muchos países africanos como Angola, Botsuana, Mauricio, Namibia o Sudáfrica, por citar sólo algunos, abolieron las leyes colonialistas y hoy reconocen los derechos de estas personas. Dicho llanamente, las personas LGBTI son tan africanas como cualquier otra y merecen la misma protección por parte de la Carta Africana.

Frente a los grupos contrarios a los derechos que utilizan tácticas neocoloniales para apropiarse de los valores africanos, es si cabe más urgente que la CADHP reivindique y redefina estos valores de conformidad con la Carta. Recurriendo a la sabiduría de nuestros ancestros, la CADHP debe afirmar que la discriminación no tiene cabida en las sociedades del continente africano. Su enfoque debe basarse tanto en nuestra historia precolonial como en la realidad actual de millones de personas LGBTI africanas que tienen los mismos derechos humanos que cualquier otra, independientemente de lo que digan los oportunistas occidentales contrarios a esos derechos. Los valores africanos deben utilizarse para promover la inclusión, la no discriminación y la igualdad, y no la exclusión y la discriminación.

Khanyo Farise es investigadora principal sobre el espacio de la sociedad civil en Amnistía Internacional para África Oriental y Austral.

Esta tribuna se publicó por primera vez en el diario sudafricano Mail and Guardian.

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