Alfonsina Peña: “El activismo es la forma de hacer la diferencia, ir un paso más allá”

“El activismo es la forma de hacer la diferencia, ir un paso más allá”,

Alfonsina Peña, activista y Coordinadora de la Comisión Jurídica.

Alfonsina Peña es activista de Amnistía Internacional (AI) Chile desde 2016. Abogada de profesión ha sido un increíble aporte para el movimiento por su  compromiso y constancia. Nacida y criada en Chillán llegó a Santiago por temas de trabajo. Fue gracias  a un amigo de la universidad que llegó al “Taller de Bienvenida”, puerta de entrada para quienes se quieren integrar a la organización . 

¿Dónde empieza todo?

En la infancia, ¡cómo no! Semillero de activistas apasionados/as. Desde niña tuvo una inquietud que canalizó a través de las actividades de su colegio: “era católico y era otro el enfoque, pero realizábamos labores sociales como reparto de alimentos. Además, hacíamos teatro, llevábamos arte a las comunidades, eso fue bonito”. Sin embargo, su participación más activa llegó en la adultez con su entrada al Equipo de Migración y Refugio de Amnistía Internacional.

De Chillán a Santiago: activismo en derechos humanos

Estudió derecho y fue en la Cátedra de derechos humanos que descubrió su camino: “me gustó mucho y desde ahí sentí que quería hacer algo más que estar simplemente estudiando la materia, así que al llegar a Santiago supe de la organización y me metí, sentí que desde ahí podía hacer un aporte más grande”, nos cuenta. 

“Cuando llegué a Santiago me llamó la atención lo profundamente discriminadora que era la sociedad con las personas migrantes. Estando en regiones eso no se veía tanto porque no había personas migrantes, o muy pocas. No era tan evidente. Sin embargo, en Santiago, fue chocante…Subir a un taxi y escuchar los comentarios del conductor. Pensé: “esto es horrible, quiero hacer algo. Cuando fui al ‘Taller de Bienvenida’ de AI hablaron del Equipo de Migración y Refugio y me integré”, nos cuenta sobre su aterrizaje en la capital.  

“Fue muy enriquecedor comenzar en este equipo”, continúa, “primero, encontrarme con personas que tenían las mismas inquietudes; y, segundo, ver cómo se podían hacer cambios reales en el mundo”. “Al entrar a Amnistía Internacional pude ver lo que es a nivel global, en el mundo. Es decir, conocer de su historia, darme cuenta que hay cuestiones que son tangibles y que por eso motiva aún más poder aportar desde ahí”, relata emocionada. 

“Llegué en un bonito periodo donde la coordinadora era Daniela Barría. Era muy motivada, hacíamos muchas actividades, entre ellas ir al aeropuerto cuando llegaron los refugiados de Siria. Además, hacíamos conversatorios, actividades para periodistas, íbamos a dar charlas con una asociación que se llama MigraAmigos y acompañábamos a las personas con temas de regularización de su situación migratoria. Fue una época súper productiva. En ese tiempo estuve a cargo de analizar el proyecto de Ley de Migraciones de esa época, coordinando a un grupo de abogados. Y después Ana lo presentó en el Congreso. Fue un gran logro que tuvimos como Equipo. Sin duda, el Proyecto de Ley de Migraciones fue una de las mejores experiencias”, cuenta satisfecha. Y tremendo logro es. Gracias a activistas como Alfonsina los cambios se hacen realidad. 

Pero ella no sólo participó en el Equipo de Migración y Refugio, su energía se extendió también a la coordinación del Equipo de Pueblos Indígenas. “Hicimos varias infografías sobre la situación porque justo había un activista que era diseñador, fue muy bonito porque nosotros/as hacíamos el contenido y él lo pasaba a dibujo. Una de esas gráficas fue para que el Machi Celestino fuera a su rewe”. Infografía que a día de hoy es aún comentada en la oficina como una de las más bellas y con mayor impacto comunicacional, fruto del trabajo de activistas, en equipo, y de cuya combinación de habilidades se genera un gran logro. “Fue muy compartida, y a propósito de esa infografía nos llegaron invitaciones para participar en temas relacionados, fue bacán”. Actualmente Alfonsina es la Coordinadora de la Comisión Jurídica nacida al alero del estallido social del 18 de octubre del 2019 donde se gestiona un activismo “de escritorio” que permite las bases para un activismo más potente y de impacto.

De Santiago al mundo: activismo global que te hace volar

Amnistía Internacional es un movimiento global formado por más de 7 millones de activistas. No es sólo un número, son personas, es la fuerza de voluntad y compromiso de cada una de ellas que al sumarlas genera una gran fuerza de cambio. La defensa de los derechos humanos es global y el activismo también. Alfonsina fue seleccionada como delegada para la Asamblea Anual Global en el 2018 en Varsovia y también en 2019 en Sudáfrica. “Fue muy bacán, primero, porque ahí te das cuenta de que Amnistía es un movimiento global, una tiene la idea pero cuando ya conoce a la gente de  los otros países dice ‘guau’, es muy grande. No es sólo la sección, comenta recordando su experiencia. 

En su experiencia en Varsovia destaca el debate sobre el aborto: “Me gustó mucho, fue una experiencia súper importante porque ahí una se da cuenta de las posturas de otras secciones que pueden ser más conservadoras frente a ciertos temas, y otras, generalmente de América, que tenían una visión más pro derechos de la mujer”.  En 2019, en Sudáfrica,  la discusión se centró en migración a causa del cambio climático. “Ahí estuvo de invitado un juez del Tribunal Constitucional de Sudáfrica que había sido prisionero en el Apartheid y él había escrito un libro sobre la ‘igualdad’. Cuando escuché su discurso fue muy emocionante, sentir a una persona que tenía tanto que decir y de quien uno podía aprender tanto; sentí que era una oportunidad única el poder escucharlo y estar ahí”.

Una vez empiezas, no existen límites

“Con AI conocí el mundo del activismo”. La semilla que nació en la niñez, germinó y creció. La trayectoria de Alfonsina continúa como voluntaria en la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), como abogada: “tramitaba causas e iba a alegatos en la corte entre otras actividades”, relata. Después en el 2018, junto a otras abogadas, fundó la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem). “Estuve harto tiempo, fui la directora de la comisión regional y después entré a trabajar y renuncié al cargo y ahora soy socia de la comisión de derechos humanos”. Increíble y hermoso el camino que se construye en torno a la defensa de los derechos humanos. Y es sólo el inicio.

Pero, ¿qué es el activismo?

“El activismo es la forma de hacer la diferencia. Ese lema que tiene Amnistía de ‘¡Entérate, indígnate y actúa!’ resume todo. Osea, nos molesta lo que pasa, pero ser activista es dar un paso más allá. Hay que aprovechar las oportunidades que existen y poder ir un paso más allá, no basta solamente con estar indignado/a por la injusticia, sino hacer lo que se pueda hacer dentro de las posibilidades. Desde mi profesión, siento que puedo aportar y también he visto como desde otras profesiones también se puede, aunque ni siquiera el tema de la profesión es tan importante, sino las ganas de ir y querer hacer algo, eso es lo esencial para tener un cambio en el mundo”.

“Me hace feliz ser activista. Sentir que estoy haciendo algo positivo”

¿Por qué se caracteriza una persona activista? Alfonsina apenas se toma unos segundos y responde segura:  “sensibilizarse”. “Tener sensibilidad frente a los problemas, no ser indiferente ante las injusticias, eso es esencial. Y también compromiso. No basta con decir “yo soy activista de AI”, hay que hacer cosas, tratar de aportar desde lo que cada uno pueda. Eso es lo que me gusta, cada activista tiene su frente. Lo importante es hacer un aporte sincero”. 

“No me imagino saliéndome de Amnistía Internacional. Lo he pensado, ‘chuta, estoy llena de cosas, debería dejar algo’, pero no puedo. En lo personal siento que me ha aportado mucho más de lo que yo he aportado, en el sentido de que…¡me hace feliz!. Me hace feliz ser activista. Sentir que estoy haciendo algo positivo. Que estoy usando mi profesión para darle sentido. Me encanta”. 

Activismo y pandemia, ¿son compatibles?

“Creo que hay que estar en la calle siempre. Los derechos se ganan en la calle en el fondo. La interacción humana es necesaria. Con o sin cuarentena el activismo continúa. Pienso en las ollas comunes, en la organización social que hay en los territorios. Para ellos/as son espacios también de formación política, de encuentro. La pandemia ha dado esa posibilidad, formas de organización que estaban un poco olvidadas dentro de la organización chilena. Funcionó durante la dictadura pero con el tiempo se perdió y predominó una noción más individualista. Desde el estallido social lo comunitario volvió a florecer. Pienso en el 31 de diciembre en Plaza Dignidad, estaba lleno de gente compartiendo cenas de año nuevo. Eso era inimaginable antes. A mí me emociona mucho ver cómo la gente se organiza para eso. Cómo lo social, lo comunitario, ha vuelto a tomar un rol trascendental en la vida de las personas. Es algo positivo que destacaría. Formas de hacer activismo rescatando lo comunitario, democratización del conocimiento a través de charlas, encuentros, capacitaciones. Que llegue a todos/as quienes quieran”.