- Miles de personas carecen de ayuda tras graves inundaciones.
- Las personas mayores y los niños y niñas corren riesgo creciente de muerte y enfermedad.
“Las graves inundaciones en la provincia paquistaní de Sind han dejado a miles de personas a merced de las enfermedades y la inseguridad alimentaria ante la inacción del gobierno”, ha declarado Amnistía Internacional.
Las importantes inundaciones de agosto de 2024 desplazaron a más de 140.000 personas, muchas de las cuales viven ahora en tiendas. Meses después, las comunidades afectadas siguen padeciendo riesgos para la salud y la pérdida de medios de subsistencia agravados por la escasa ayuda internacional y del gobierno. Con la propagación de enfermedades debido a las aguas estancadas, las personas de más edad, los niños y niñas, y las mujeres embarazadas corren un mayor riesgo de enfermar y morir.
Al no garantizar el acceso a atención sanitaria, alimentos y alojamiento adecuados tras las inundaciones, el gobierno de Sind ha vulnerado derechos económicos, sociales y culturales previstos en instrumentos clave de derechos humanos ratificados por Pakistán. Los mayores emisores de gases de efecto invernadero, que tienen la mayor parte de la responsabilidad de los desastres relacionados con el cambio climático, son quienes deben también reducir al mínimo los efectos dañinos de éste en los derechos humanos abandonando progresivamente los combustibles fósiles con la máxima rapidez posible.
“El gobierno de Sind y la comunidad internacional han abandonado a decenas de miles de personas devastadas de nuevo por importantes inundaciones”, ha declarado Scott Edwards, director del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional.
“Muchas comunidades afectadas ya habían sido dañadas por inundaciones sin precedentes en 2022 y han luchado para reconstruir su vida. La inacción ante unos desastres que se repiten dan testimonio de una resiliencia menguante y del letargo global.
“El cambio climático no es una amenaza incierta; se están perdiendo vidas hoy debido a la inacción global y a una respuesta humanitaria insuficiente. La comunidad internacional y las autoridades paquistaníes deben actuar con urgencia antes de que más personas sufran innecesariamente”.
A finales de septiembre de 2024, Amnistía Internacional visitó ocho pueblos afectados por las inundaciones de los distritos de Badin y Dadu, en la provincia de Sind, y entrevistó a 36 personas entre las que había personas de edad avanzada, personas con discapacidad, niños y niñas, mujeres embarazadas y un miembro del personal médico.
“El gobierno nos dio una tienda y nada más”
En las comunidades afectadas, la mayoría de los hogares quedaron dañados o destruidos, lo que obligó a la gente a levantar tiendas en carreteras próximas elevadas de las inundaciones. Casi todas las personas entrevistadas por Amnistía Internacional dijeron que tenían al menos una persona de su familia enferma, normalmente de malaria, infecciones de la piel o diarrea y vómitos. Las personas de más edad y los niños y niñas, que en general tienen menos resistencia a las enfermedades, corren un enorme riesgo.
Shazia Chandio, de 22 años, perdió a su hijo de 18 meses cuando se inundó su pueblo en el distrito de Dadu. Con la casa rodeada de agua, Shazia, su hija y su hijo fueron hospitalizados tras sufrir vómitos y diarrea.
El niño recibió un goteo intravenoso, pero la familia se lo llevó a casa después de una noche porque no podía seguir pagando el tratamiento. La mujer dijo a Amnistía Internacional: “Tuvo diarrea durante un día y una noche, y luego, al día siguiente, murió”.
Khalid Hussain contó a Amnistía Internacional que su padre, Haji, agricultor de 61 años, había perdido el oído hacía unos cinco años. Haji aún podía trabajar en los campos y era totalmente independiente antes de que su casa se inundara. La familia fue desplazada a una carretera próxima donde vivió alrededor de 25 días en una tienda.
Khalid dijo a Amnistía Internacional: “Antes de la inundación estaba sano y en forma. Ahora ni siquiera puede comer sin ayuda. Tiene problemas renales [ahora] porque tuvo diarrea 20 días […] Estábamos bebiendo agua de la inundación. El gobierno nos dio una tienda y nada más”.
La familia llevó a Haji a un hospital de Hyderabad, a más de dos horas de distancia, donde, según dijeron, el personal médico no le admitió por falta de espacio. Le dieron medicación y les dijeron que volvieran más tarde. Sin embargo, dado que sólo el transporte cuesta 15.000 rupias paquistaníes (54 dólares estadounidenses) y los ingresos diarios de Khalid eran de apenas 700 rupias (2,50 dólares), no pudieron llevarle para que siguiera recibiendo tratamiento.
Las condiciones sanitarias en medio de las inundaciones fueron especialmente difíciles para las mujeres, que a menudo se veían obligadas a buscar lugares protegidos lejos de los campamentos para aliviarse.
Aalma, de 43 años, dijo que las niñas más pequeñas podían aliviarse fuera durante el día si estaban tapadas, pero que las mujeres “esperaban todo el día y luego iban por la noche” por miedo a la incorrección. La mujer dijo a Amnistía Internacional: “Mi hija [de 16 años] tenía diarrea y también vomitaba. No podíamos dejar que saliera, así que estuvo vomitando y teniendo diarrea dentro de la tienda”.
La mayoría de las personas dijo que no había recibido ayuda para hacer frente a las consecuencias para la salud. Muchas dijeron que se habrían ido a zonas más seguras para protegerse del agua, pero que no podían hacerlo sin ayuda económica.
Shazia Chandio añadió: “Nadie ha ayudado [a mi familia]. Quienes tienen dinero aquí se fueron a un lugar más seguro, pero quienes no tienen dinero se quedan”.
“¿Por qué debería construirla una y otra vez si las inundaciones volverán en un año?”
Hasta la fecha, las recientes inundaciones han destruido más de 500.000 acres [alrededor de 202.343 hectáreas] de tierras agrícolas en Sind. Casi todas las familias expresaron preocupación por su situación económica sin ingresos procedentes de cultivos de arroz, trigo, algodón o semillas de mostaza, sus principales medios de subsistencia.
Muchas personas hacían sólo una comida al día, y algunas decían que las habían rechazado en tiendas de comestibles después de que se les negara más crédito. A pesar de las promesas del gobierno de Sind de coordinar entregas de ayuda en la región, la mayoría de la gente no ha recibido más que un único suministro de raciones de una organización no gubernamental o de voluntariado local.
Ali Hassan Sumejo, de 22 años y padre de dos criaturas, perdió la mayoría de sus pertenencias cuando se desbordó un canal cerca de su pueblo, en las proximidades de Taral. Perdió 25 kilos de trigo almacenado, así como tres animales de granja. Con sus cultivos destruidos y casi ninguna probabilidad de que la tierra estuviera lo suficientemente seca para sembrar trigo para el año siguiente, no sabe cómo va a devolver las 150.000 rupias (540 dólares) que debe al dueño de las tierras en concepto de fertilizante, semillas y equipos.
Dijo: “Nos niegan toda ayuda económica. Hasta el terrateniente dice: ‘Soy como ustedes ahora, he perdido mis tierras y mis inversiones; vayan a buscar trabajo’ […] Es una época muy difícil, a veces sólo hacemos una comida al día y a veces no tenemos nada de comida”.
Las dificultades económicas actuales se ven agravadas por las inundaciones de 2022 en la provincia de Sind, que destruyeron o dañaron casi dos millones de casas. En respuesta, el gobierno, con el apoyo de donantes internacionales, creó un fondo para ayudar a reconstruir muchas de ellas. Hasta ahora, se han construido 100.000 casas y hay 500.000 en construcción. Amnistía Internacional entrevistó a algunas personas que habían recibido ayuda para reconstruir su casa, pero muchas no la habían obtenido.
Jameelan Nour Mohammed, de 41 años, madre de cinco criaturas que vive actualmente en casa de su hermano, dijo: “Mi casa cayó en 2022 y la reconstruimos por 200.000 rupias (720 dólares). No queda dinero para volver a reconstruir. ¿Por qué debería construirla una y otra vez si las inundaciones volverán en un año?”
Amnistía Internacional entrevistó a varios niños y niñas que no habían podido ir a la escuela desde que comenzaron las inundaciones en agosto. Según un informe de UNICEF, los daños provocados por la inundación interrumpieron la educación de al menos 230.000 niños y niñas.
Información complementaria
En los últimos años, Amnistía Internacional ha documentado cómo, en Pakistán, las inundaciones periódicas y el calor extremo han servido de recordatorio de la necesidad urgente de actuaciones en materia climática compatibles con los derechos humanos. En 2025, Amnistía Internacional publicará un importante informe que documentará los efectos del cambio climático en las comunidades marginadas de Pakistán.