“Amnistía Internacional me ha dado carácter, confianza y seguridad en mí misma”,
Bernardita Boock, activista y coordinadora del Equipo Calle.
Algo que caracteriza al activismo a nivel global es el compromiso y entusiasmo, Bernardita Boock, más conocida por todes como Berni, desborda eso y mucho más. Su actitud, risueña, alegre y llena de energía se siente desde el primer saludo. Según ella “antes” no era así, “llegué hecha un pollito y ahora hablo con todo el mundo”, comenta feliz y sonriente de su propio cambio. Y es que los cambios llegan de un día para otro, sin esperarlos, sin buscarlos. Sólo hay que seguir el instinto y tener muchas ganas de ‘accionar’.
Berni nació y creció en Valdivia. Su interés por los derechos humanos y el activismo se forjó mientras estudiaba, le llamó especialmente la atención el tema migratorio, en parte por su ascendencia familiar mitad escocesa, mitad italiana. Pero también por el contexto del país que estaba viviendo gran afluencia de migrantes y, aunque en Valdivia apenas se hablaba al respecto, despertó su curiosidad. En electivos del colegio realizó su primera investigación sobre el tema: “hice mi trabajo final sobre la xenofobia que estaban sufriendo los migrantes peruanos y bolivianos en el norte de Chile”.
Activismo y migración: “A ello me encantaría dedicarme el resto de mi vida”
Migró a Valparaíso para estudiar derecho en la universidad. Fue entonces que a través del visionado de la película ‘Marea humana’ comenzó a profundizar sobre la situación de las personas migrantes y refugiadas en el mundo. Descubrió al segundo año que derecho no era lo que quería y empezó Estudios Internacionales en la Universidad de Chile, esta vez en Santiago. “En Santiago está todo, fue la oportunidad de buscar algo en qué apoyar y poder hacer un cambio desde una organización importante”. Así fue como acudió a Amnistía Internacional, de la cual forma parte hoy.
“Empecé a enviar mails, muchos y ahí me respondieron un día diciendo que podía ir el jueves al taller de bienvenida. Recuerdo que iba a viajar ese día y dije “tengo que ir a ese taller, es mi oportunidad”; y lo cancelé. Iba a Valdivia a ver a la familia, ¡¡y aquí estoy!!”, narra entre risas. “Yo pensaba: “imposible que me vayan a pescar, soy muy chica y buscan a personas con más formación” o “voy a ser una enana entre pura gente importante”. Y me di cuenta de que no, simplemente me empecé a involucrar.”
Partió en el Equipo de Migración y Refugio inmediatamente. “Es un equipo excelente, he aprendido demasiado. Llegué con una base de una persona que estaba interesada en el tema y tuve la oportunidad de aprender conociendo otras organizaciones, participando de reuniones con integrantes del Movimiento de Acción Migrante (MAM), etc”. “Estoy muy feliz, involucrada y comprometida, pero sobre todo agradecida”. Su mayor compromiso es ante el racismo: “mi familia se bajó de un barco acá en Chile y yo tengo una vida excelente; me encantaría que las generaciones futuras tengan las mismas oportunidades que yo; que no haya barreras, ni situaciones de racismo por su origen”. Y cuando la claridad se hace presente, sumado a la pasión, no hay quien lo pare: “Ese es mi objetivo, sé que es súper utópico y difícil de lograr, pero hacia allá va el trabajo, por eso me involucro día a día”.
Mi primera acción con Amnistía Internacional: “nunca lo voy a olvidar”
De su experiencia como activista en el equipo destaca el Día Nacional contra el Racismo en el Museo de la Memoria, “nunca lo voy a olvidar”. Con brillo en los ojos, cuenta con orgullo: “Era la primera vez que participaba en el diseño de una acción de activismo; ayudé en la coordinación, iba a reuniones con otras organizaciones, etc. Estaba super nerviosa, intentando aportar mi granito de arena para que todo saliera perfecto. Y ese día quedé impactada por los actos, ver a las personas emocionadísimas, era en conmemoración a Joanne Florvil, mujer haitiana que fue detenida por supuestamente abandonar a su hija y que luego murió por golpes que se propinó así misma por la dolorosa situación vivida. No tengo palabras para describirlo: los actos, los poemas, conversatorios, el ánimo. Todo muy lindo. Fue un día que valió la pena de principio a fin. Quedó en mi memoria para siempre, todas las personas con las que trabajé y que conocí”.
Además, a raíz del estallido social el pasado 18 de octubre, Berni tomó la coordinación del Equipo Calle, creado a la luz de esta nueva y trascendental situación país. “Ha sido todo un desafío, más con la pandemia”, comenta con renovada confianza. “Nunca pensé que haría algo así, asumir la coordinación en ese contexto era súper jugado; sentía que no iba a poder hacerlo”. Con el equipo se realizaron conciertos en diferentes comunas de Santiago, pegada de carteles, marchas, etc. Berni cuenta que al salir a marchar, “la gente sacaba fotos, aplaudían, agradecían; fue muy conmovedor y eso me motivó más a seguir con la coordinación, fue súper nutritivo y conmovedor”.
Y con la pandemia, ¿continúa el activismo?: “Le vamos a dar con lo que sea”
Pero al estallido se sumó la llegada de la covid y eso, tratándose de un equipo de activismo de calle, requirió ingenio y reinvención, algo que le sobra a su coordinadora: “Pensamos estrategias desde la casa, comenzamos con protestas desde casa, ciberacciones, videos, collage conmemorativos de días especiales, estrategias conjuntas y participación de les activistas. Eso motivó mucho, incluso llegaron personas nuevas al equipo”.
¿Y se creen que esto acaba aquí? Obvio que no. Demasiada energía y pasión. Berni, además, integra la red Youth! Power! Action!, con chiquilles de la RAMS y el Equipo de Jóvenes. Es una red de jóvenes de carácter internacional que se fundó hace 2 años por el Colectivo Global de Jóvenes. Chile estuvo representado por Karin Watson y ahora Allison Castillo. “Se hace una reunión cada cierto tiempo, participan alrededor de 300 jóvenes y son 10 por cada país aproximadamente, el 23 de septiembre daré una exposición sobre la situación de la juventud en Chile durante la pandemia y estoy súper feliz de esta oportunidad”.
“Nunca imaginé que sería coordinadora, mucho menos que moderaría un conversatorio representando a Amnistía Internacional (y ya van 2). Tenía cero proyección en esto, pero gracias a que se me ha dado el espacio para seguir creciendo me gustaría trabajar en la Junta Directiva, sería una linda meta aportar desde ahí. Apoyar de una manera más macro. Y, además, hacer mi pasantía en otra sección, y así conocer qué hace Amnistía Internacional en otras partes del mundo. Me encantaría seguir trabajando para organizaciones no gubernamentales que tengan objetivos de derechos humanos o ayuda humanitaria. Trabajar directamente con las personas afectadas”.
Berni llegó al activismo de Amnistía Internacional hace poco más de un año, pero se ha hecho notar, su aporte al movimiento ha sido muy valioso. Y, al parecer, también a la inversa. “Me llevo excelentes compañeres, personas buenas, simpáticas, me siento cómoda y muy valorada por lo que hago. También un extenso conocimiento en temas y en cómo enfrentar situaciones. Algo que la universidad no te da, como por ejemplo pararte a hablar en público, aprender a diseñar una reunión, organizar a las personas para una actividad o acción; y, lo que más, mi compromiso que se ha visto incrementado. El compromiso que tengo por los derechos humanos ahora es al mil por ciento de como inicié”, narra conmovida.
Y es que el activismo es aventurarse a un gran viaje lleno de aprendizajes, une sabe donde empieza, pero nunca dónde va a terminar, ni cuánta belleza hay en el camino: “Empecé súper tímida, muy callada, me daba vergüenza hablar con el resto, dar mi opinión y ahora es totalmente lo contrario. Nunca imaginé una personalidad como esta (refiriéndose a sí misma), dando una entrevista, dirigiendo reuniones, moderando conversatorios, etc. Lo que me ha dado Amnistía Internacional es carácter, seguridad, y todo gracias a la gente que está ahí y me apoya. La confianza que han depositado en mí ha sido gigante, me ha dado la seguridad para proyectarme. Ha sido un gran cambio en mí”.