“Las rosas de la resistencia nacen del asfalto. Aunque recibamos rosas, seguiremos con los puños cerrados, hablando de nuestro lugar de existencia frente a las órdenes y los desórdenes que afectan a nuestras vidas.”
Esto es lo que mi pareja, Marielle Franco, dijo en el Pleno del Ayuntamiento de Río de Janeiro el 8 de marzo de este año. Ese día, que siempre ha representado la lucha de las mujeres, marca también nuestra resistencia contra todas las formas de opresión. Y en un momento en que el conservadurismo gana terreno, el pan de cada día de dos mujeres que se aman es la lucha y la resistencia.
Y fue así, con lucha y resistencia, como Marielle se enfrentó a días muy difíciles en el ejercicio de su mandato como concejala, porque ser una mujer negra, lesbiana, feminista, de favela y de izquierdas en una cámara repleta de hombres blancos y ricos, símbolos de los sectores que representan todo el atraso político de este país, fue un acto continuo de persistencia. Uno de los días más dolorosos de esa travesía fue el intento de obtener la aprobación del Proyecto de Ley de Visibilidad Lésbica.
El texto fue rechazado por dos votos y la frustración de Marielle, muy grande. Fue un debate que la concernía personalmente: era una expresión clara de la negación de su vida personal, la negación de nuestro amor. La fortaleza con la que se presentaba en el Pleno no era la misma que cuando estábamos juntas.
Profundamente disgustada, fue al baño para llamarme y me contó llorando que habían vetado el proyecto. Como hacíamos siempre, nos tranquilizamos y nos dimos fuerza. Porque cuando amamos, somos compañeras en todo el sentido poético y político de la palabra. Aunque estaba triste, acudió igualmente al pleno, como siempre hacía, y denunció la bancada fundamentalista, racista y homófoba que domina la cámara. Marielle era consciente de su responsabilidad para con nuestras causas y nuestras luchas.
Recordar esto casi tres meses después del crimen brutal que segó la vida de mi mujer significa reafirmar nuestro amor y nuestra lucha para vivirlo. Hoy, después de que Marielle fuera ejecutada en un crimen político en el centro de una de las principales capitales del mundo, continuaremos exigiendo respuesta por su asesinato. Pero no una respuesta cualquiera. Reafirmaremos todos los días que su lucha sigue y que no daremos ningún un paso atrás en el derecho a amar.
En el país que más mata a su población LGBTI y que niega derechos a las llamadas minorías políticas, Marielle y nuestra historia de amor representan una fuerza inspiradora para la lucha, pero también, y sobre todo, para el libre ejercicio del afecto y los sentimientos. Seguiremos reafirmando constantemente que existimos y que nuestras vidas importan. Y así, por ella, por nosotras, seguiremos luchando para que nada nos frene y para que lo que nos defina sea siempre el amor.