Artículo de Opinión
Eve Geddie, directora de la Oficina de Amnistía Internacional ante las Instituciones Europeas
A pesar de todos los retos a los que se enfrentan los nuevos miembros del Parlamento Europeo, tengo la esperanza de alcanzar una Europa más libre y más justa. En las elecciones celebradas la semana pasada, la población de Europa salió a votar en un porcentaje superior a cualquier otra ocasión en los últimos 20 años, y hubo numerosas campañas lideradas por jóvenes que hicieron oír su voz sobre varios asuntos fundamentales.
El 14 de mayo, activistas juveniles apoyados por Amnistía Internacional protagonizaron actos coordinados en más de 35 ciudades para animar a votar a la población europea, expresando su visión de una Europa que abre los brazos a las personas refugiadas y migrantes, que garantiza la igualdad de derechos para todas las personas y que considera prioritario abordar la crisis del clima. Muchas de las personas que integran el nuevo Parlamento Europeo defienden esos mismos principios. En los próximos años pondré todo el empeño en trabajar con ellas, así como con colegas, activistas y partes asociadas de diversos sectores, para contribuir a hacer realidad esta visión.
No será fácil, y debemos estar dispuestos a escuchar y respetar a quienes no comparten nuestros puntos de vista. Aunque muchas personas usaron su voto para reclamar una Europa justa, libre e igualitaria, otras fueron movilizadas para acudir a las urnas por el grito de que la economía y el poder político las han dejado atrás. Ante un grupo tan diverso de personas elegidas al Parlamento Europeo, con visiones tan diferentes sobre el futuro de Europa, debemos estar dispuestos a involucrarnos, a escuchar y a buscar un terreno común.
La Unión Europea no se reduce a un mero bloque comercial; es una unión política de valores compartidos, basada en los principios de la libertad, los derechos humanos y el Estado de derecho. Sin embargo, está creciendo la discordia sobre estos asuntos fundamentales.
En Polonia se está actuando contra manifestantes pacíficos ante los tribunales y algunos jueces están siendo sustituidos por otros más afines al programa del gobierno. En Hungría, el gobierno ha tomado el control de la mayoría de los medios de comunicación y el discurso recurrente del primer ministro durante su campaña electoral estaba cargado de xenofobia y odio.
Creando chivos expiatorios, la clase política nos distrae de algunos de los verdaderos problemas que afronta nuestro continente. No hay otro asunto donde quede más patente que los dirigentes no asumen su responsabilidad que en el de la migración. Personas que han viajado hasta Europa en busca de seguridad o de oportunidades se han encontrado con alambradas, racismo y discriminación. Éste fue un asunto clave en muchos debates electorales, y al Parlamento Europeo se le presentan varios desafíos inmediatos. Hay miles de personas atrapadas actualmente en las islas griegas soportando condiciones penosas por culpa del acuerdo UE-Turquía. La UE continúa financiando medidas de control de la migración acordadas con Libia, como formar a la guardia costera libia para interceptar a personas refugiadas y migrantes en el mar y devolverlas a Libia, donde sufren abusos terribles.
El nuevo Parlamento Europeo debe estar preparado para celebrar un debate informado y razonado sobre la migración. Europa necesita una visión a largo plazo sobre gobernanza en materia migratoria que abarque las necesidades económicas y demográficas y respete los derechos humanos. En este sentido, el Pacto Mundial de la ONU sobre Migración ofrece un marco sólido. Acogido con satisfacción por el Parlamento Europeo en 2018, reconoce que el compromiso público es fundamental para garantizar políticas y discursos que contrarresten la xenofobia.
La creciente influencia de la UE en el escenario mundial significa que el Parlamento Europeo también puede desempeñar un papel fundamental para garantizar los derechos humanos, la paz y la seguridad en todo el mundo. Para ello deben proteger y promover los derechos humanos y a quienes los defienden.
El nuevo Parlamento Europeo deberá vigilar atentamente la situación de los derechos humanos en los Estados miembros de la UE y hacer frente a las amenazas para los principios fundamentales de la UE. Como es lógico, no podrá hacerlo en solitario, por lo que deberá implicar activamente a la Comisión Europea y al Consejo para garantizar una acción enérgica de la UE a través de mecanismos existentes, como los procedimientos de infracción, el marco normativo sobre el Estado de derecho y la aplicación del artículo 7 del Tratado de la Unión Europea, y asimismo desarrollar mecanismos para hacer frente a los desafíos de derechos humanos y utilizarlos en el futuro. Una función clave del Parlamento Europeo es obligar a las demás instituciones a rendir cuentas por sus acciones, o por su inacción.
Para lograr un apoyo más amplio para los derechos humanos, debemos ser más conscientes de la necesidad de escuchar y de comprender. Y debemos tener más confianza en nuestra capacidad de involucrar, motivar y movilizar a nuestros conciudadanos/as de Europa y al Parlamento Europeo que han votado.
La población europea, que incluye a muchos/as jóvenes activistas de Amnistía Internacional, ha alzado su voz y ha planteado su reivindicación de una sociedad más justa, por todo lo que hemos oído en estas elecciones. Es una fuerza imparable, y el nuevo Parlamento Europeo no puede dejar de sentirse inspirado y motivado por ella. Yo lo estoy.
Este artículo fue publicado originalmente por Euronews.